REENCUENTRO CON EL HARA PARA EL EQUILIBRIO INTERIOR
Publicado en
noviembre 10, 2013
Es una vía para unir antagonismos y descubrir el verdadero y auténtico ser.
Por José-Julián Morente.
En el torbellino de sensaciones, percepciones y sentimientos —inducidos, creados por la superficialidad del consumismo (de objetos, personas y emociones) existente en las sociedades, existe un momento en la vida del individuo en el cual se debe de producir un distanciamiento para recuperar el estado del ser.
Ese estado permite abrirse a las fuerzas y a la unidad de la vida original, así como manifestarlas, tanto por medio de la disposición y realización de la propia vida, como por el sentido que se dé a la misma. Para ello necesitamos iniciar un centramiento hacia el ser.
NEXO DE UNION
Centrarse es aproximarse al hara, nexo entre lo físico y lo metafísico, entre lo psíquico y lo metapsíquico; es ese lugar en el cual la vida universal deviene vida existencial en cada ser humano.
Practicar el hara influye en el estado neurótico del individuo, porque detrás de cada neurosis está el problema humano de la falta de madurez. Alcanzar la madurez significa la integración progresiva del ser humano en su ser esencial (dasein), por medio del cual participa en la vida universal. El neurótico es un modo particular del ser humano que carece de madurez, que es un extraño con respecto al dasein.
Los síntomas del neurótico son los atolladeros en el camino de retorno al ser, camino que es el proceso de integración del individuo en su ser esencial. Más allá de toda ayuda psicológica profesional, lo que está en juego es la nostalgia del individuo por el reencuentro con la morada del ser, el lugar donde habita en su interioridad.
Este reencuentro es una iniciación que proyecta al alma hacia el Tao (en la tradición china) o el Do (en la tradición japonesa), donde se confrontan los antagonismos: espíritu-natura, cielo-tierra. Por una parte, hallamos la oposición natura inconsciente y espíritu (desarrollo de la conciencia); por otra, la oposición entre realidad espacio-temporal terrestre y lo real que está más allá del espacio y del tiempo, y la vida humana está marcada por la tensión que surge de estas oposiciones. Como el ser humano en su totalidad comprende ambos polos, sólo puede encontrar el equilibrio integrador en una vía que los una, que lleve al ser humano a la madurez, y esa es la vía del hara.
DONDE SE ENCUENTRA Y COMO PRACTICAR
El hara como centro vital del ser humano se encuentra en el plexo solar, zona cercana al ombligo, donde se sitúa el centro del sistema nervioso vegetativo, y donde los orientales consideran que está la residencia del yo. Una experiencia simple permite darse cuenta de la importancia física del hara. Nos situamos con las piernas firmes, algo separadas, el busto amplio y recto, los brazos caidos y con la mirada hacia el infinito. Esta actitud nos ancla en relación a nuestro centro de gravedad, alcanzando una postura estable que resiste firmemente el empujón. Éste es un ejercicio de la vía interior que nos permite sentir la corporeidad interior.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - FEBRERO 2008