¡CEDE EL CONTROL Y LIBÉRATE DE LAS PREOCUPACIONES!
Publicado en
febrero 15, 2015
Si vives tensa, irritada, pues las preocupaciones no te dejan en paz, aprende a dejarlas ir...
Nos dan vueltas en la cabeza todo el día, o nos atacan de repente, a las tres de la madrugada, robándonos la tranquilidad. Por suerte, existen nuevas técnicas para lidiar con lo que nos preocupa y poder vivir en paz mental.
Por Giselle Balido.
El pago de la mensualidad del auto, que se vence a fin de mes; los resultados de los exámenes médicos; el futuro de la relación; los comentarios sarcásticos del jefe; esos kilos de más; el siempre ascendente costo de la vida...
Si eres como la mayoría de las personas, en algún momento te atacan pensamientos como estos, que te roban la paz y muchas veces hasta te quitan el sueño. Para otras, esta clase de ideas siempre están rondando su mente, como si fueran una especie de "programación" que no las deja escapar ni por un instante de la ansiedad y la zozobra.
Carmen, ama de casa de 46 años, admite que incluso cuando no tiene de qué preocuparse, experimenta esa sensación tan familiar de temor —como un aleteo de mariposas— en el estómago. "Estoy tan acostumbrada a las preocupaciones, que cuando no tengo algo específico en qué pensar, me pongo a repasar mi vida, para ver qué necesita mi atención", admite, aun cuando entiende, a nivel consciente, que este es un ejercicio destructivo. Y es que Carmen, y todos los que, como ella, siempre tienen una inquietud, se han habituado a vivir preocupados. Visto desde afuera, esto parece punto menos que una locura. Y es que, ¿cómo pueden personas adultas, inteligentes y razonables, caer en un ejercicio tan inútil y desagradable? Aunque parezca increíble, ellas están adictas a las preocupaciones, pero no por el terror y la ansiedad que pueden provocar; como es obvio, tampoco lo hacen por los problemas físicos que puede desencadenar la preocupación crónica, como la alta presión arterial, los dolores de espalda o de cabeza, las úlceras estomacales, etc. Lo hacen, sencillamente, porque detrás del hábito de observar todas las circunstancias de la vida con ansiedad, existe algo más; un elemento que la mayoría de los seres humanos ansía poseer, pero que, hasta la fecha, nadie, desde Napoleón, con su ejército, hasta Donald Trump, con todos sus millones, ha podido tener completamente. ¿Adivinas de qué se trata?
EL DESEO DE TENER CONTROL
Si escarbamos debajo de la superficie, descubriremos que preocuparse es una manera muy común de hacernos creer que tenemos control sobre las circunstancias de la vida. Cuando una persona se preocupa, trata de anticipar, en su mente, todo lo que puede ocurrir o ir mal; de esta manera, llega a creer que tiene, al menos, un poco de control sobre su futuro. Por supuesto, esta es una idea completamente falsa. Preocuparnos nos lleva a sentir que estamos haciendo algo por resolver el problema... cuando en realidad solo estamos agitándonos mentalmente.
La clave de vivir en paz radica en ocuparse, no en preocuparse. Aunque parezca una cuestión de semántica, la diferencia entre estos dos términos es fundamental.
Cuando nos preocupamos por un suceso que imaginamos puede ocurrir, pero que aún no ha pasado, estamos literalmente sufriendo por algo sobre lo que no podemos actuar en ese momento. En nuestra imaginación, vivimos una desgracia que no ha ocurrido, y que quizás nunca pasará. Como dijo el gran escritor norteamericano Mark Twain: "El 90 por ciento de las catástrofes por las que tanto sufrí, nunca ocurrieron". Sin embargo, este ejercicio puramente mental, tiene consecuencias reales. De acuerdo con sicólogos y maestros espirituales, de Wayne Dyer a Deepak Chopra, nuestro cerebro no tiene la capacidad de diferenciar entre un evento real, y uno que imaginamos. En otras palabras: nuestro organismo procesa el terror que sentimos ante la idea de enfrentar una bancarrota, como si esta fuera una realidad. Aunque todo esté en la mente, se eleva la presión arterial, se segregan las hormonas del estrés, se contrae la respiración y aumenta el ritmo cardiaco. Eso es en el plano físico. En el mental y emocional, la capacidad de pensar claramente y de ver soluciones, disminuye ante el miedo. Además, nos volvemos tensos e irritables.
CUESTION DE MEDIDA
¿Quiere esto decir que debemos rendirnos ante la vida, y dejar que las circunstancias nos lleven y nos traigan a su antojo? ¿Qué pasaría si no nos preocupáramos por pagar las cuentas a tiempo, o por seguir las órdenes del médico y rebajar esos kilos de más? Por supuesto, vivir sin preocuparse inútilmente no quiere decir vivir irresponsablemente, y mucho menos enterrar la cabeza en la arena. Cuando surge un problema concreto y real, entonces, con la mente clara, y tomando en cuenta las circunstancias que nos rodean, se deben explorar las posibles soluciones. Pero eso ya no sería preocuparse, sino ocuparse. De la misma manera, vale aclarar que hacer planes para el futuro, como desarrollar un "Plan B" para diferentes situaciones —qué hacer en caso de perder el empleo o a quién llamar si falta la niñera— puede ser algo práctico y eficaz, pues ayuda a controlar las preocupaciones. La diferencia entre planear y preocuparse es que lo primero trae paz mental, mientras que lo segundo nos la roba.
EL ARTE DE CEDER EL CONTROL
Si reconoces que eres una persona que vive preocupada inútilmente y deseas cambiar, existen varias técnicas para ayudarte a minimizar el problema. En el libro The Worry Trap, Chad Lejeune, Ph.D., explica que cuando una persona se preocupa, ve el mundo a través de sus ideas negativas. El propone algo radical y diferente: observar los pensamientos y dejarlos ser, sin combatirlos, ya que esto los hace más fuertes y persistentes (¿alguna vez has tratado de no pensar en un elefante rosa? Fíjate que para decidir no pensar en él, tienes que pensar en él). En otras palabras: en vez de observar el mundo a través del filtro negro de las preocupaciones, se deben observar las preocupaciones en sí, pues esto nos deja ver que son solo pensamientos. Esto se logra siguiendo un plan que consiste en cinco pasos:
1. IDENTIFICA LOS PENSAMIENTOS PREOCUPANTES. Apenas pienses en algo que te preocupa, identifícalo como una preocupación. De esta manera, estableces una clara diferencia entre la realidad y un pensamiento.
2. CEDE EL CONTROL. Como ya sabes, el cerebro no distingue entre una amenaza real y una imaginaria, por lo que las preocupaciones disparan el reflejo humano de "huir o pelear". Este nos sirve ante un peligro inminente, pues nos pone en un estado de alta alerta; pero ante una preocupación, simplemente nos llena de tensiones que no podemos desahogar. Por ello, para calmar la mente, es preciso relajar el cuerpo. De acuerdo con Lejeune, esto se logra por medio de ejercicios de respiración profunda y de relajamiento muscular progresivo. Uno de los ejercicios que ofrece en su libro, te ayuda a relajarte instantáneamente:
● Nota las partes de tu cuerpo que sientes más tensas.
● Respira profundamente, imaginando que la respiración va a todas esas partes de tu cuerpo.
● Haz una pausa por un momento.
● Exhala lentamente, relajando y dejando ir las tensiones.
● Repite hasta que sientas la calma.
3. ACEPTA Y OBSERVA LOS PENSAMIEN TOS Y LOS SENTIMIENTOS. Lejeune explica que como pensamos constantemente, resulta fácil confundir los pensamientos con nuestro yo, y llegar a creer que somos lo que pensamos. El explica que debemos ver los pensamientos solo como piezas sobre un tablero de ajedrez... y comprender que no somos las piezas, sino el tablero. No somos nuestros pensamientos; estos vienen y van, tanto los buenos como los que nos aterrorizan. Míralos desde una perspectiva superior, como algo que tú has creado y que puedes, de la misma forma, borrar. Esta práctica te ayuda a ver que eres más poderoso que las ideas que pasan por tu mente.
4. MANTENTE EN EL MOMENTO PRESENTE, NO PIENSES EN EL FUTURO. Si observas los patrones mentales que te llevan a preocuparte, quedará claro que la mayoría de tus preocupaciones son ante la idea de un evento futuro. Por lo mismo, sigue el consejo de Eckhart Tolle, autor de The Power of Now, y concentra tu atención en el instante que vives, que es el único que realmente tienes. Esto no quiere decir que nunca recuerdes el pasado ni te anticipes al futuro, solo que entiendes que ambos pensamientos no son el presente. Para aprender a vivir en el presente, Lejeune recomienda ejercicios basados en la meditación y la respiración, que nos centran en el momento que vivimos. Uno de ellos consiste en caminar lentamente, en círculo, cerrando los ojos cada tres o cuatro pasos, y concentrándote en la sensación en las plantas de tus pies. Siente cómo tocas el suelo, cómo levantas el talón... en fin: todas las sensaciones físicas que ocurren al caminar. Al mismo tiempo, observa los pensamientos que entran y salen de tu mente mientras caminas. Esto te ayuda a separar los pensamientos de ti, como persona.
5. PROCEDE EN LA DIRECCION CORRECTA. Esto quiere decir que ya no actúas movido por preocupaciones y compulsiones; tampoco escondes la cabeza en la arena ante el miedo. Ahora, con la mente clara y bien enfocada, eres capaz de ver tus opciones y saber cómo debes proceder. Una herramienta que puede ayudarte es aclarar cuáles son tus valores y aspiraciones en la vida, tanto en el plano romántico como laboral, espiritual, económico, familiar y físico. Conocerte a ti mismo aumenta tu autoestima y tu capacidad de lidiar con las situaciones de tu vida. Y saber que eres competente y capaz para solucionar tus problemas, es el mejor "mata preocupaciones" que existe.
Fuente:
REVISTA VANIDADES, ECUADOR, NOVIEMBRE 06 DEL 2007