ESTAS CHICAS SABEN DECIR NO
Publicado en
noviembre 04, 2012
Elayne Bennett, al centro, enseña a unas chicas cómo lograr el respeto a sí mismas por medio de la abstinencia.
Un grupo de empeñosas mujeres se dedican a enseñar a las adolescentes a aplazar la decisión de tener relaciones sexuales.
Por Mona Charen.
COMO MUCHAS ADOLESCENTES de su edad, Sherricka Farmer, de 14 años, se sintió emocionada cuando empezó a recibir telefonemas de un muchacho de la escuela que era mayor que ella. Parece un excelente chico, pensó. Pero luego el muchacho comenzó a presionarla para que se acostara con él; se lo pedía con insistencia, pero ella se negaba, alegando que no le parecía bueno tener relaciones sexuales antes del matrimonio.
—¿De veras? —repuso él—. ¿Y cuándo vas a casarte conmigo?
Después, el muchacho probó otra estrategia.
—Tengo cáncer —le dijo— y me voy a morir. ¿No quieres darme un bebé?
Sherricka sabía cómo reaccionar. Estaba afiliada a Best Friends ("Mejores Amigas"), un programa que ayuda a las chicas en los difíciles años de la adolescencia. A diferencia de las clases de educación sexual y las campañas de reparto de condones, Best Friends no da por sentado que las jovencitas se iniciarán en la vida sexual pase lo que pase. Lo que busca es enseñarles a practicar la abstinencia... y lo está logrando.
Best Friends alerta a las chicas respecto a las argucias de que podrían valerse los muchachos para llevarlas a la cama. Lo que el pretendiente de Sherricka ignoraba es que su pueril argumento de que padecía cáncer figura en la lista de ardides compilada por el programa.
—Estás desvariando —le dijo ella, y en seguida colgó.
La idea de Best Friends surgió en 1987, cuando Elayne Bennett —esposa del entonces secretario de Educación de Estados Unidos, William Bennett— trabajaba en el Centro de Desarrollo Infantil de la Universidad Georgetown. A Elayne le preocupaba que muchas adolescentes se mostraran deprimidas y angustiadas, y descubrió que la causa a menudo era un idilio frustrado. Muchas de ellas, creyendo que estaban enamoradas, se habían acostado con su novio; después, cuando el muchacho rompía con ellas, se sentían usadas. Ninguna chica de entre 13 y 15 años que se respete tiene relaciones íntimas, se dijo Elayne, quien, a diferencia de muchas otras personas que trabajan con jóvenes, creía en la idea de fomentar la abstinencia.
Un día, ella y su esposo discurrieron un plan: crear una red de adolescentes que, orientadas por mujeres adultas, se dieran apoyo mutuo en su decisión de aplazar las relaciones sexuales. Elayne expuso la idea a Phyllis Magrab, directora del centro de desarrollo, quien la acogió con entusiasmo. Poco después, con Elayne sentada a su lado, la directora mecanografió el primer manual de Best Friends, una versión del cual aún se distribuye entre las chicas afiliadas.
La abstinencia sexual y el rechazo a las drogas forman la médula del programa, pero sus creadoras tienen un objetivo más ambicioso: preparar a las jóvenes para salir adelante en la vida y ser felices. Su mensaje, que se difunde a través de vídeos, dramatizaciones, charlas con las mentoras y discusiones guiadas en grupos más grandes, comprende enseñanzas sobre la amistad, el amor, el respeto a sí mismo y la superación de los errores ("Mañana es el primer día del resto de tu vida. Haber tenido fallas no significa que debas seguir equivocándote").
Elayne y Phyllis probaron su plan con un grupo de adolescentes que cursaban el segundo grado de enseñanza media superior. Ochenta y cinco por ciento de ellas respondieron gustosas. "Las chicas tienen relaciones sexuales", escribió una, por "la presión de sus compañeros y la falta de orientación por parte de los adultos". Querían negarse, pero nadie les aconsejaba cómo hacerlo. Otra expresó apesadumbrada: "Es tarde para mí, pero mi hermana menor tiene 12 años y la están presionando. Las niñas de su edad son quienes necesitan más ayuda".
Es muy triste que una chica de 15 años diga que es tarde para ella, pensó Elayne.
El programa Best Friends se aplicó formalmente por primera vez en 1987, en la Escuela Primaria Amidon de Washington, D.C. Las niñas quedan afiliadas automáticamente a él en el quinto o sexto grados y empiezan a recibir información sobre numerosos temas, entre ellos la amistad, el consumo de alcohol y drogas, la buena alimentación, el ejercicio y la salud. Cada niña elige como mentora a una de sus maestras y se reúne con ella al menos 45 minutos cada semana.
Tal ayuda fue determinante para Christine Childs, de 13 años. Apenas un año después de afiliarse a Best Friends, comenzó a recibir telefonemas de un chico de 16 años que acababa de conocer. El muchacho tenía experiencia y en sus charlas hacía alusiones sexuales que a ella le incomodaban; pero aun así, cuando él la invitó a salir, tuvo deseos de aceptar. Entonces le planteó el asunto a su mentora, Lois Wiley, maestra de matemáticas y de arte dramático.
—Él tiene 16 años y tú 13 —le dijo Lois—. Viven en mundos diferentes. Dile que sólo quieres que sean amigos, y si eso no le basta, entonces no es digno de tu amistad.
Christine siguió el consejo de Lois. En cuanto le dijo que no tenía intenciones de acostarse con él, el muchacho dejó de buscarla. De no haber sido por su mentora, admite Christine, hoy de 16 años, "quizá habría llegado lejos en esa cita".
Otro caso fue el de una chica —a la que llamaré Shawna— que cursaba el segundo grado de educación media en una escuela de Washington, D.C. Ella violó una regla del programa al dejar que un muchacho entrara en su casa cuando sus padres estaban fuera. En cuanto se negó a tener relaciones sexuales con él, el chico se puso brusco. Shawna se valió entonces de todos los argumentos que aprendió en Best Friends para decir no ("Me duele la cabeza", "Se lo diré a tu madre") hasta que por fin el joven desistió.
La chica le contó lo ocurrido a su mentora, Angela Rice, maestra de lengua y literatura de su escuela. "Le pregunté qué pensaba ella", comenta Angela, "y me dijo que había cometido un grave error. 'Sí', convine, 'esa falta fue grave'". Cuando las chicas de Best Friends infringen las reglas, hay una "sanción". La de Shawna fue tener que contarles su experiencia a las otras adolescentes.
Con el tiempo, a medida que las chicas afiliadas van madurando, el programa les enseña a fijarse metas. "Les decimos que se propongan alcanzar las estrellas", dice Rice.
Las adolescentes asisten a conciertos y visitan galerías de arte y salas de redacción de medios de comunicación. Elayne Bennett les presenta mujeres destacadas que les hablan de sus luchas y sus triunfos. Renee Poussaint, reportera de noticias de la cadena ABC, les contó que gracias a que estudió con ahínco y batalló por conseguir becas, logró realizar un sueño que había acariciado desde niña: viajar, sobre todo a África.
Alma Powell, integrante del Consejo de Directoras de Best Friends, es una mujer negra que se crió en Alabama en los años 50, pero no pudo ingresar en la Universidad de Alabama debido al color de su piel. Se inscribió en la Universidad Fisk, de Nashville, y luego en la Escuela Superior Emerson de Boston, donde conoció a un joven militar llamado Colin Powell, quien llegaría a ser secretario de la Defensa de su país. "Cuando una puerta se cierra", les dijo a las adolescentes, "otra se abre. Yo he viajado por el mundo, conocido gente y visto cosas que jamás imaginé".
Robin Williams, una de las "veteranas" del programa, es prueba viviente de lo que estas chicas pueden lograr. Fue la quinta de seis hermanos, y todas sus hermanas mayores quedaron encinta en la adolescencia. El caso de Robin fue distinto. "Ellas me protegían mucho", reconoce.
Pero lo que más ayudó a la chica fue afiliarse a Best Friends cuando cursaba la enseñanza media. El programa le demostró que valía la pena conservarse virgen y actuar siempre con dignidad. Robin se dedicó después al canto religioso y grabó su primer disco a los 16 años. Hoy en día cursa el tercer grado en la Universidad Howard y visita su vieja escuela de enseñanza media para alentar a las jóvenes estudiantes. "Les digo que pueden lograr lo que se propongan", señala.
En 1995, David Rowberry, estudiante de doctorado de la Universidad de Colorado en Boulder, evaluó la eficacia del programa Best Friends. Analizó los datos de 88 adolescentes afiliadas y los comparó con los de ciertos informes de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. Observó que mientras 66 por ciento de las alumnas de las escuelas oficiales del Distrito de Columbia ya habían tenido relaciones sexuales al llegar al último grado de la enseñanza media superior, sólo 10 por ciento de las chicas de Best Friends las habían tenido. Y en tanto que 22 por ciento de las jóvenes de esas escuelas se embarazaron antes de graduarse, sólo uno por ciento de las afiliadas al programa quedaron encinta.
A partir de 1990, Best Friends ha recibido cuatro subvenciones de la Fundación Robert Wood Johnson, la cual financia diversos servicios de salud para la comunidad. La subvención más reciente fue de 1,2 millones de dólares y se otorgó para promover el programa en todo Estados Unidos. Once escuelas de la zona de Washington, D.C., cuentan hoy con grupos organizados, y el proyecto se ha extendido a 50 escuelas de 15 ciudades para beneficio de más de 2000 adolescentes. Best Friends también ofrece un plan de becas para estudios universitarios; hasta la fecha, 14 muchachas las han recibido.
"No se obliga a nadie a afiliarse al programa", explica Elayne Bennett. "Las chicas participan de buen grado en él porque descubren que lo disfrutan y les sirve mucho". Y lo más importante es que aprenden el valor de la amistad y a sentirse apreciadas.
El programa Best Friends ha dado resultado porque difunde exclusivamente el mensaje de practicar la abstinencia sexual y porque se basa en el apoyo mutuo y permanente de las afiliadas, la enseñanza de temas relacionados con la salud y el bienestar y la participación comprometida de personas adultas. Como es aplicado por educadoras dentro de instalaciones escolares y en horas de clases, es importante que los directores de las escuelas también apoyen con entusiasmo su buena marcha.
Las comunidades e instituciones educativas interesadas en implantar este programa, pueden dirigirse a la Fundación Best Friends para solicitar información y el permiso correspondiente. Antes de autorizar la aplicación del programa en una escuela, la fundación debe adiestrar a quienes fungirán como instructoras y mentoras.
Si usted desea obtener información, escriba a:
Best Friends Foundation
4455 Connecticut Avenue, N.W. Suite 310
Washington, D.C. 20008
Tel.: (202) 822-9266
Fax: (202) 822-9276
Foto: © Eduardo Gyles