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Ricas en minerales aportan nutrientes imprescindibles.
Después de la soja, la judía azuki es la legumbre más importante en la dieta asiática por su delicado sabor y numerosas propiedades. Sus orígenes nos remontan ala antigua China, y más concretamente a las laderas del Himalaya, donde comenzó a cultivarse antes de que su uso se extendiera a otros países como Japón, Tailandia o India. Es fácil reconocer esta judía entre otros miembros de su familia por su pequeño tamaño, su vivo color granate y su distintiva marca blanca en uno de sus lados, aunque hay que saber que dentro de esta variedad es posible encontrarla en otras gamas de colores como el amarillo, el negro o el gris. Casi desconocidas en Occidente, son muy apreciadas en la dieta macrobiótica, quizá por poseer el título de las judías con más yang.
El mayor promotor del consumo de estas judías en Oriente ha sido la antigua medicina china, que aseguraba su capacidad de fortalecer el corazón, mejorar la circulación sanguínea y combatir la fatiga. Por su riqueza en minerales y oligoelementos, su consumo ha sido muy recomendo en embarazos, y en épocas de lactancia por su poder de estimulación en la producción de leche materna. Destacan sus altos niveles de proteínas, carbohidratos, fibra, vitamina B 1, hierro y fósforo, pero si comparamos estas legumbres con otros miembros de la familia, lo más reseñable quizá sea su bajo contenido en grasas y su mayor grado de digestibilidad, lo que las hace perfectas para ser incluidas en la dieta de niños y personas mayores.
El agitado ritmo, de vida que llevamos en el primer mundo ha sido otra de las razones que ha movido a muchos consumidores preocupados por llevar una alimentación sana a elegir estas judías entre otras variedades más económicas o conocidas. La razón es su relativamente bajo tiempo de cocción, que no suele superar la hora si las hemos dejado previamente en remojo. Lo ideal en cualquier caso es dejarlas en agua fría durante la noche y cocerlas en una olla a presión unos 10 minutos en cuatro veces su volumen de agua salada.
Una sabrosa manera de proporcionar al cuerpo proteinas a la vez que nos beneficiamos de las propiedades de las judías azuki.