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octubre 07, 2023
Una amiga y yo decidimos jugar con la ouija, por primera vez, nunca antes nos habíamos atrevido a hacerlo. Llamamos a otras dos amigas para que nos acompañaran, ya que a mí me habían dicho que probablemente con solo dos personas sería más difícil que pasara algo. Nos costó trabajo convencerlas, pero al final cedieron. Lo preparamos todo y, un poco asustadas, comenzamos con el espiritismo.
Entre preguntas y risas la ouija contestaba a nuestra curiosidad, pero al rato una de nosotras dijo: “yo me voy de aquí, esto de la ouija es para niños”. ¡Y se fue! Enseguida la ouija escribió: "¿seguimos jugando?". ¡Nadie la estaba tocando! Eso nos causó mucho miedo y suspendimos la sesión.
Al cabo de unos días, la compañera que se había ido me llamó aterrorizada, diciéndome que de camino a casa, después de haber ido a estudiar a la biblioteca, al pasar por delante de una casa en ruinas una niña vestida de blanco le había pedido que jugara con ella. Mi amiga le dijo que no podía porque tenía prisa por llegar a su casa, y acto seguido la niña comenzó a llorar y decía "ven a jugar conmigo". Mi amiga se acercó para consolarla y vio que sus lágrimas eran de sangre. Ella salió de allí corriendo... Lo Tomé como broma.
En mi habitación comencé a darle vueltas al asunto y me acordé del día en que habíamos hecho espiritismo y de las malas maneras con las que mi amiga se había retirado. Pensé que quizá, como no despedimos al espíritu y simplemente dejamos la ouija, podría ser la causa. Entre pensar y pensar me quedé dormida.
Al día siguiente, esa misma amiga me llamó porque iba a quedarse sola en casa estudiando y tenía miedo por lo que le había ocurrido y me pidió que la acompañara y acepté. Cogí un autobús y, ya en su casa, nos pusimos a estudiar. De repente oímos a nuestra espalda un ruido como de arañazos. Las dos miramos y comprobamos horrorizadas que la niña que ella me había descrito estaba sentada sobre la cama de mi amiga, arañando la pared. Salimos corriendo de la habitación y al llegar a la puerta observé que mi amiga no estaba. El terror que sentí era tanto que no la esperé y me fui.
Al llegar a mi casa, asustada y nerviosa, llamo a la policía y le informo que en la casa de mi amiga hay un intruso, que por favor la ayude. A la media hora dicido regresar donde mi amiga y veo a la policía fuera de su casa. No me dejan acercar y les digo que fui yo quien los llamó y me informan que ella había muerto de un ataque de asma. La habían encontrado en las escaleras de su casa y su rostro expresaba terror. Me dio un ataque de nervios y me embarcan en la ambulancia.
Estuve en tratamiento psiquiátrico unos meses. Al día siguiente de haberme dado de alta, en mi buzón apareció una nota que decía: “Tu amiga murió por no jugar conmigo. Tengo una muñeca nueva... Ven a jjugar conmigo”. Pienso que es una broma, porque lo que le pasó a mi amiga y a mi se supo en todo el pueblo; pero a la vez siento mucho miedo, pues me viene a la mente la ouija y la niña que arañaba la pared en el cuarto de mi amiga.
Fuente del texto:
VERNE-EL PAÍS