Publicado en
noviembre 03, 2013
Se habla mucho de los logros económicos de países como Japón, Corea del Sur y Singapur, pero no suelen mencionarse los de otro gigante de Oriente.
Por Wilson Da Silva.
ADIVINE USTED de qué país se trata. Su economía es de magnitud cercana a la de toda la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ANSEA). El superávit de su balanza comercial excede el de casi cualquiera de los "Dragones Asiáticos". Su inflación es de las más bajas en el mundo. Su crecimiento económico es más rápido que el de varios de los países más prósperos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). ¿La respuesta? Australia.
Pese a la creencia de que va quedando a la zaga en el explosivo crecimiento de los países de Oriente, y que para sobrevivir necesita modernizar su economía y abrirla a Asia, lo cierto es que Australia es un gigante.
Por su economía ocupa el cuarto lugar en esa parte del mundo, después de Japón, China y Corea del Sur. En 1992 su producto interno bruto fue de 393,000 millones de dólares; no mucho menor que el de los seis países de la ANSEA juntos (530,000 millones de dólares). Además, desde 1987 Australia ha incrementado en más de 50 por ciento sus exportaciones, que hoy equivalen a 58,000 millones de dólares. De tal suerte que, si se analizan cifras, gráficas y estadísticas, se borra la imagen negativa que ha ido imprimiéndose incluso en la mentalidad de los australianos, asediados por la recesión.
En pocos años, casi inadvertidamente, la economía australiana ha llegado a ser una de las más importantes de Oriente. Nueve de los diez principales mercados del país están en Asia o en el Pacífico. A lo largo de una década, las compañías australianas han penetrado en el continente asiático y han triplicado sus exportaciones de servicios y productos manufacturados. Se calcula que en 1993 Australia habrá exportado por primera vez más productos manufacturados que agropecuarios. Asia, en suma, representa 62 por ciento del comercio exterior de Australia, cuya balanza comercial supera las de Singapur, Corea del Sur, Tailandia y Malaisia.
En la provincia de Guangdong, en China, los trasbordadores que recorren el río de las Perlas (Zhujiang) son de fabricación australiana; en Malaisia se arman para el consumo local teléfonos celulares hechos en Australia; y en Singapur son popularísimas las barras de muesli, una especie de granola. El país logró un superávit de 4700 millones de dólares en su balanza comercial de 1992 con Japón, su principal mercado, lo cual bien puede envidiar Estados Unidos, cuyo déficit anual con Japón es de 50,000 millones de dólares. Y en los tres últimos años, Australia ha exportado más de lo que ha importado: en 1992 sus exportaciones superaron en 2800 millones de dólares a las importaciones.
Sin embargo, es un país con problemas graves. Como es rico en recursos naturales pero pobre en capital, para financiar su desarrollo necesita capital extranjero, y en gran escala. Aun con el superávit, Australia presenta un enorme déficit mensual en su cuenta corriente, pues su deuda externa asciende a 160,000 millones de dólares. Esta situación parece tener remedio tan sólo a largo plazo.
Pero no se trata de un país económicamente atrasado ni irremediablemente rezagado, en comparación con Asia. Algunos de los más avezados capitalistas de ultramar consideran que pueden aprovechar el mercado australiano, instruido y técnicamente desarrollado, como puerta de entrada al asiático. En 1992, la compañía estadounidense DuPont decidió trasladar sus operaciones de fabricación de película radiográfica y de productos para las artes gráficas de Shimizu, Japón, a Sydney, desde donde proveerá a todo el Sureste Asiático. Esta decisión se debió a que en Japón los salarios son más altos que en Australia, y la productividad es menor.
Así pues, no hay que creer a quienes vaticinan un próximo fiasco industrial en Australia, ni a quienes proponen que el país se aleje de los valores democráticos liberales de Occidente y acepte "la realidad de Oriente". Australia ya es una importante economía de la región, y sus vecinos tendrán que aceptarlo. No hay que menospreciarla. Si continúa desempeñándose como en los últimos años, va a hacer un excelente papel en el juego, y por mucho tiempo.
©1993 POR WILSON DA SILVA. CONDENSADO DE "21 C: THE MAGAZINE OF THE AUSTRALIA COMMISSION FOR THE FUTURE" (OTOÑO DE 1993)