EL MUNDO NOCTURNO DE LA SELVA TROPICAL
Publicado en
octubre 27, 2013
En las selvas del Sureste Asiático existen más de 100 especies de serpientes, terrestres y acuáticas; en su mayoría son inofensivas, como esta Dendreaphis formosus, arborícola y de lomo bronceado.
En ninguna otra parte es tan imponente el misterio de lo invisible y lo desconocido
Por Ken Rubeli (nacido en Australia, ingresó en 1976 como naturalista en el Departamento de Fauna y Parques Nacionales de Malaisia. Desde 1980 trabaja por su cuenta como articulista y fotógrafo. Su pasión por las selvas tropicales del Sureste Asiático lo ha llevado a recorrer toda la Malaisia peninsular, Sabah, Sarawak, Tailandia y Sumatra. Desde hace cinco años dirige un centro de estudios ambientales para alumnos de bachillerato y universitarios, en Dungoa, Australia).
LA OSCURIDAD es tal, que aun tras largos minutos de adaptarse a ella, el ojo humano no alcanza a distinguir rama, árbol ni sendero. De vez en cuando se perciben extraños susurros: tal vez una hoja que cae o el movimiento calculado de algo más grande. Diminutas luces de color verde pálido danzan, silenciosas, entre la maleza. El aire vibra con el chirriar y zumbar de insectos y, muy cerca, se oye un reclamo enigmático e insistente. Se siente un soplo en la mejilla, y luego un aleteo veloz y amortiguado. Se advierte un momentáneo resplandor azul-blanco: relámpagos de una tormenta lejana..., y truenos.
El geco gigante vive en los agujeros de los árboles, pero por la noche sale a buscar alimento.
En las selvas tropicales del Sureste Asiático, como los parques nacionales de Taman Negara en la Malaisia peninsular y de Gunung Leuser en Sumatra, Indonesia, las misteriosas noches sin luna son de una sobrecogedora plenitud, incomparable para quienes aman observar la fauna silvestre.
Al caer la noche, ululan los búhos y las lechuzas. El Otus bakkamoena, del tamaño de una mano, ostenta un llamativo collar.
Y es que, de noche, la vista no se desparrama sobre la totalidad del paisaje selvático, sino que se concentra en el redondel iluminado por la linterna de mano y descubre todos aquellos animales pequeños que, de día, habían pasado inadvertidos.
Este almizclero es uno de los animales de pezuña más pequeños que existen. Es más o menos del tamaño de un gato, y muy asustadizo.
Los ojos de los animales nocturnos brillan intensamente al incidir en ellos la luz, pues sus retinas son reflectantes. Este fenómeno es clarísimo en los mamíferos y en las lechuzas, gecos, ranas, polillas e incluso en las arañas. Con sigilo, es posible acercarse a los animales recelosos, deslumbrándolos con la linterna.
Perteneciente al grupo de los prosimios, o primates primitivos nocturnos, el Nycticebus coucang se alimenta de insectos, frutas y pequeños vertebrados.
Casi todos los animales nocturnos rebullen al comienzo del crepúsculo: las ardillas voladoras suben hasta las ramas más altas de los árboles, se arrojan al aire y planean, majestuosas, hasta perderse de vista; de las cuevas salen bandadas de murciélagos, y las civetas abandonan sus escondrijos. El cambio de turno está marcado por un concierto variadísimo, orquestado tanto por las criaturas que se disponen a retirarse a descansar como por aquellas que apenas se disponen a iniciar sus actividades. En esa sinfonía intervienen los monos, los cálaos, las cigarras, las ranas, los chotacabras y los grillos. Pero al cabo de una hora cesa la algarabía, hasta la llegada del alba, cuando vuelve a subir de volumen, aunque esta vez con predominio de las aves y los gibones.
Una Rana miopus, con sus tres rayas distintivas. En la selva tropical abundan las ranas: las hay en las corrientes de agua, en tierra y también en lo alto de los árboles.
Una excursión a la selva tropical no puede considerarse completa a menos que incluya una caminata nocturna. No hay nada que temer, y sí mucho que admirar.
Un manojo de pequeños hongos fosforescentes. Su luz, producto de una reacción química orgánica, es tan brillante que permite leer. Además, atrae a los insectos, que diseminan las esporas del hongo. A veces las hojas y las varitas muertas, al pasar rozando los hongos, quedan impregnadas de hilos fosforescentes y, en la noche cerrada, cubren con un halo fantasmagórico el suelo de la selva.
En las selvas del Sureste Asiático existen más de 10,000 especies de polillas, casi todas nocturnas. Esta que aparece a la derecha acaba de salir del capullo.
Por la noche, los ciempiés salen de sus escondrijos a cazar, principalmente insectos. La escolopendra roja, que llega a medir 20 centímetros, puede infligir una dolorosa picadura si no se tiene cuidado.
CONDENSADO DE "TROPICAL RAIN FOREST IN SOUTHEAST ASIA - A PICTORIAL JOURNEY". © 1986 POR KEN RUBELI, PUBLICADO POR TROPICAL PRESS KUALA LUMPUR. DE MALAISIA. FOTOS: KEN RUBELI.