LA HISTORIA SEGÚN HOLLYWOOD
Publicado en
octubre 28, 2012
En la foto superior aparece Nixon con Golda Meir, y en la inferior, la caracterización del ex presidente, que aparece cavilando sobre "La Bestia".
Escena de la película Nixon. Globe Photos; (Nixon con Golda Meir) © SIPA.
Muchas películas tienen un evidente trasfondo ideológico.
Por Randy Fitzgerald.
LA MECA DEL CINE tiene un estilo de contar la historia muy a menudo plagado de cinismo, en particular con respecto a todo aquello que suele considerarse heroico, patriótico o virtuoso.
¿Qué hay detrás de ese cinismo? Con ayuda de cuestionarios, el profesor Stanley Rothman, del Centro para el Estudio del Cambio Social y Político, de la Universidad Smith, y S. Robert Lichter, del Centro de Medios de Difusión y Asuntos Públicos, reunieron información sobre las actitudes sociales de 149 escritores, productores y directores de 50 películas que fueron éxitos de taquilla. Casi dos tercios de los encuestados opinaron que "la estructura misma de nuestra sociedad produce enajenación". Más de la mitad no profesaban ningún credo religioso, proporción que contrasta con la de la población general de Estados Unidos, que es de siete por ciento. Y menos del seis por ciento asistían a la iglesia o a la sinagoga al menos una vez al mes, cifra muy inferior al 52 por ciento de la población general.
De ahí que desde los años 60 las películas hollywoodenses muestren una tendencia cada vez más marcada a denigrar la religión, a aceptar el relativismo moral, a identificar la riqueza con el mal, a glorificar la violencia y a criticar a las figuras de autoridad.
La historia siempre ha inspirado a los cineastas, ya sea para ambientar relatos (Lo que el viento se llevó), o para dramatizar acontecimientos importantes (El día más largo, Apolo 13). Que la narración fílmica logre su propósito a menudo depende de abreviar el tiempo y simplificar situaciones históricas, pero es muy diferente hacer cambios para acelerar una trama que tergiversar los hechos a fin de engañar al público.
Por ejemplo, el filme Fat Man and Little Boy, del director Roland Joffe, pese a su aparente autenticidad, convierte la historia de la invención de la bomba atómica en mero panfleto cinematográfico del movimiento antinuclear. La película Jefferson en París pinta a Thomas Jefferson como amante de una esclava de 15 años, aunque en los registros históricos no hay nada que lo compruebe. Y en Hoffa, protagonizada por Jack Nicholson, el finado Jimmy Hoffa, dirigente del sindicato de camioneros, es absuelto casi totalmente de sus relaciones con el crimen organizado, pese a la abundancia de pruebas de lo contrario.
CUENTOS Y CALUMNIAS
Jugar con la verdad a veces no tiene mayores consecuencias. Un ejemplo es la película de gángsters Bugsy, protagonizada por Warren Beatty. En la vida real, Benjamin Siegel, alias "Bugsy", fue un asesino, chantajista y extorsionador. No fue, como lo retrata el filme, un patriota que urdió un plan para matar al dictador Benito Mussolini.
De hecho, se dice que Siegel conversó informalmente en Roma con Mussolini antes de la Segunda Guerra Mundial, y que trató de venderle un supuesto superexplosivo para que lo usara el ejército italiano.
En otros casos las distorsiones sí son graves. Para dar la impresión de realidad, la película Panther (1995), escrita por Melvin Van Peebles y dirigida por su hijo Mario, usa trozos de noticias filmadas en los años 60 sobre el grupo de las Panteras Negras. Sin embargo, la película es tendenciosa, pues sataniza la aplicación de la ley y pinta como santos a las Panteras. Bobby Seale, cofundador del grupo, afirma que "90 por ciento de lo que aparece en el filme jamás ocurrió".
David Horowitz, ex izquierdista relacionado con las Panteras, califica la película de "peligrosa y paranoica", sobre todo por insinuar que la FBI, aliada con la mafia, inundó de heroína los barrios negros para neutralizar a las Panteras. De hecho, Seale admite que, después de su dimisión, el grupo se convirtió en pandilla y que el otro cofundador, Huey Newton, traficaba con drogas en Oakland, California.
DEVOCION CUESTIONADA
En 1995, un importante estudio de Hollywood se interesó en producir una película basada en un guión sobre Juana de Arco, al que su autor, Ronald Maxwell, dedicó 15 meses de trabajo de investigación y redacción.
Juana, la devota campesina cristiana del siglo XV, es uno de los personajes más enigmáticos de la historia. A los 13 años de edad tuvo visiones y oyó unas voces que le ordenaron ponerse al frente de un ejército y liberar a Francia del dominio inglés. A los 19 años, cuando casi había logrado el triunfo, fue capturada, sometida a un proceso inquisitorial por herejía y hechicería y quemada en la hoguera. En 1920 fue canonizada por la Iglesia Católica.
Durante una junta, un alto ejecutivo del estudio cuestionó el énfasis que el guión de Maxwell ponía en la fe y la religiosidad de Juana.
—¿En verdad tiene que rezar tanto? —preguntó.
—Sí —repuso Maxwell—. Es indispensable para describirla como persona y comprender su motivación.
El ejecutivo no se convenció. Pensaba que orar era aburrido y ahuyentaría de las salas al público. Luego de discutir un rato con el guionista, hizo una segunda objeción:
—¿Tiene que ser tan nacionalista?
—Claro que era nacionalista —respondió Maxwell—. Amaba a su país y lo defendió.
Para el ejecutivo, todo nacionalismo era nocivo y la causa de los conflictos mundiales.
A fin de conservar la integridad de su guión, Maxwell decidió buscar financiamiento en otro sitio. Hoy en día un productor independiente está llevando a la pantalla su trabajo.
MERAS CONJETURAS
Nadie ha mostrado más habilidad para usar a personajes históricos como instrumentos políticos que el director y guionista Oliver Stone. En el programa de televisión "60 minutos" declaró que estaba tratando de "dar forma al mundo por medio de películas". Y, refiriéndose a Estados Unidos, hizo este otro comentario al Times de Los Ángeles: "Este país está en manos de un Estado fascista represor".
En la película JFK, Stone presenta el asesinato del presidente Kennedy nada menos que como un golpe de Estado. Según el filme, una camarilla integrada por miembros de la CIA, la FBI, los jefes de las fuerzas armadas, la mafia y cubanos anticastristas conspiró para matar a Kennedy en represalia por su presunta decisión de mantener a su país al margen de la Guerra de Vietnam.
La película hace suya la discutible teoría de la conspiración formulada por James Garrison, fiscal de distrito de Nueva Orleans, quien trató de demostrar a fines de los años 60 que el asesinato de Kennedy fue una conjura de extremistas. Lo único que Garrison logró con sus indagaciones fue el enjuiciamiento de Clay Shaw, un hombre de negocios a quien el jurado declaró inocente luego de menos de una hora de deliberación.
Técnicamente, JFK es impecable. Logra revivir la época de 1963 gracias a la habilidosa manera en que Stone incorpora a la película trozos de noticiarios. Sólo que se toma demasiadas libertades con los hechos:
• El filme da a entender que los responsables del crimen fueron cuatro hombres: Clay Shaw, un ex piloto aviador llamado David Ferrie, el detective privado Guy Banister y el patético títere Lee Harvey Oswald. En JFK aparecen conspirando juntos, pero en la vida real, una exhaustiva investigación no aportó pruebas concluyentes de que se conocieran.
• La película cuenta que un misterioso jefe militar, identificado sólo como "X", se reunió con Garrison en un parque público de Washington, D.C., para revelarle los entresijos del complot. De hecho, no existen pruebas de que el fiscal se haya reunido con ese hombre anónimo.
• En el filme se insinúa que era falsa la foto donde Oswald aparece sosteniendo el rifle con que se cometió el asesinato. En realidad, un análisis minucioso de la fotografía, el negativo y la cámara con que se tomó demuestra que es auténtica.
"La teoría de la conspiración presentada en JFK es una vil fantasía", concluye el historiador Arthur Schlesinger, ganador del Premio Pulitzer por una biografía de Kennedy.
Hollywood ha presentado retratos negativos de muchos hombres de negocios, devotos creyentes, militares y otras figuras de autoridad. Henry Kissinger es uno de ellos: a la derecha aparece el personaje real, y a la izquierda, el efusivo Kissinger de Oliver Stone.
Escena de la película Nixon. Globe Photos; (Kissinger con unos periodistas) © UPI.
MAS SOBRE EL "COMPLOT"
En su filme más reciente, Nixon, Stone amplía la teoría de la conspiración al señalar que la supuesta camarilla que asesinó a Kennedy manipuló también al presidente Richard Nixon para impedir que retirara a su país de la Guerra de Vietnam antes de lo que ellos consideraban conveniente. Según la película, cuando Nixon inicia la distensión de relaciones con China y la Unión Soviética, la camarilla lo chantajea para que renuncie. Alexander Haig, asesor de Nixon, quien en la trama de Stone encabeza a los conspiradores, lo amenaza con revelar él contenido de una de las cintas de Watergate.
Stone también nos da su versión de lo que había en los famosos 18 minutos y medio borrados de la cinta: Nixon aparece culpando a "La Bestia", la tenebrosa camarilla, de haber matado a Kennedy en venganza por el fracaso en bahía de Cochinos.
Oliver Stone también distorsiona hechos secundarios de la presidencia de Nixon. Lo pinta como enfermo alcohólico, lo cual es contrario a la imagen que tenía entre la gente que lo conoció. Para Bob Woodward, periodista que ayudó a poner al descubierto el asunto de Watergate, varias secuencias de la película Nixon "rayan en la difamación".
En una época en que los jóvenes obtienen de la pantalla y no de la letra impresa la mayoría de sus ideas, resulta preocupante que estén tan mal informados. Como dijo el guionista Lionel Chetwynd, autor y director de The Hanoi Hilton y otros dramas históricos: "En muchos casos lo único de historia que sabe la gente proviene de la cultura popular, y para ella películas como JFK son la verdad".