LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
octubre 28, 2012
Allí se pasa todo el día. No dice nada y promete todo. Lo llama "política".
LA MAESTRA explicó que, como ejercicio de ortografía, cada alumno diría en voz alta el oficio de su padre y luego lo deletrearía. Primero le tocó a la pequeña María:
—Mi papá es panadero, p-a-n-a-d-e-r-o, y si estuviera aquí, le daría una galleta a cada uno.
Después siguió Tomás:
—Mi papá es banquero, b-a-n-q-u-e-r-o, y si estuviera aquí, a cada quien le daría una moneda.
Luego, la maestra escogió a Jaimito. —Mi papá es electricista.
Pero después de varios intentos por deletrear la palabra, la maestra le indicó que se sentara y pensara un rato mientras le preguntaba a alguien más. Entonces interpeló a Pepito, quien contestó:
—Mi papá es apostador, a-p-o-s-t-a-d-o-r, y si estuviera aquí, le apostaría a usted cien pesos a que Jaimito no podrá deletrear la palabra "electricista".
—A.J.
UN POMPOSO CORONEL acababa de instalarse en su oficina nueva cuando llamó a la puerta un soldado raso. Consciente de su nueva posición, el coronel le indicó al soldado que entrara, y rápidamente levantó el auricular del teléfono y dijo:
—Sí, mi general. Voy a ver al brigadier esta tarde y le daré su mensaje. Mientras tanto, le agradezco sus buenos deseos, señor. —Seguro de haber impresionado al joven, le preguntó—: ¿Qué desea, soldado?
—Nada importante, coronel. Sólo vine a conectar la línea telefónica.
—Quote
DICE UN CÓMICO: Contemplaba unos coches hermosísimos en el escaparate de una agencia de automóviles, cuando salió un vendedor y me dijo:
—Pase, pase usted. ¡Ahora son más grandes que nunca y duran toda la vida!
Poco después entendí que se refería a los pagos.
—Citado por Adam Christing, en Comedy Comes Clean (Crown)
HABIA UN RANCHERO que odiaba usar el cinturón de seguridad en su automóvil, pero un día vio una patrulla por el espejo retrovisor, y decidió ponérselo rápidamente.
—Toma el volante —le pidió a su esposa.
Pero fue demasiado tarde. El policía les indicó que se detuvieran.
—Noté que no llevaba el cinturón de seguridad puesto —dijo el agente.
—Claro que lo llevaba —repuso el ranchero—. Si no me cree, pregúntele a mi esposa.
—¿Y bien, señora? —pregunta el policía.
—Verá usted, señor agente —contesta la mujer—. Llevo 20 años casada con este hombre, y si algo he aprendido es a nunca discutir con él cuando está borracho.
—Citado por Garrison Keillor, en "A Prairie Home Companión", Radio Pública de Minnesota
PREGUNTA EL ENTREVISTADOR al solicitante: "Además de que sus padres no quieren tenerlo más en casa, ¿hay alguna otra razón por la que usted desee el empleo?"
—Mike Shapiro, en The Wall Street Journal
DURANTE UN EXAMEN en la escuela de derecho:
—¿Cuál es el castigo por incurrir en bigamia?
—¡Dos suegras!
—A.H.
EL ETERNO OPTIMISMO de Paco siempre irritaba a sus amigos. Por espantosa que fuera una situación, él siempre decía: "Podría haber sido peor". Sus amigos, para curarlo de esta enfadosa costumbre, decidieron inventar algo tan malo, tan terrible, que ni siquiera Paco pudiera encontrarle el lado bueno. Así, en cierta ocasión en el campo de golf, uno de ellos le dijo:
—Oye, ¿supiste lo de Daniel? Anoche llegó a su casa, encontró a su esposa en la cama con otro hombre, los mató a tiros y luego se suicidó.
—¡Qué horror! —dijo Paco—. Pero podría haber sido peor.
—Pero, ¿qué hay peor que eso? —le preguntó su amigo.
—Si el crimen hubiera ocurrido la noche anterior, el muerto sería yo —respondió Paco.
—N. H
QUIERO VITAMINAS para mi hijo.
—¿Vitaminas A, B o C? —preguntó el farmacéutico.
—Da igual. Todavía no sabe leer.
—I.K.
DOS GRUPOS de estudiantes (uno de matemáticas y otro de ingeniería) se subieron a un tren porque iban a una convención técnica. Cada uno de los matemáticos tenía un billete, pero los ingenieros tenían sólo uno para todos.
Los primeros se estaban burlando de los segundos cuando un ingeniero gritó:
—¡Allí viene el cobrador!
Acto seguido, todos los ingenieros se encerraron en un baño. Los matemáticos vieron, desconcertados, cómo el cobrador, después de recoger sus billetes, llamaba a la puerta del baño para pedir el del "ocupante", y recogía del suelo el billete que le pasaron por debajo de la puerta.
No queriendo quedarse atrás, los matemáticos subieron al tren de regreso con sólo un billete, y otra vez se rieron porque en esta ocasión sus rivales no llevaban nada.
Cuando el vigía de los ingenieros anunció que se acercaba el cobrador, todos los ingenieros se apiñaron en un baño, y los matemáticos en otro. Luego, antes de que el cobrador entrara en el vagón, uno de los primeros salió de su baño y llamó a la puerta del de los matemáticos.
—Su billete, por favor —pidió.
—W.S.
ILUSTRACIÓN: © BOB SCHOCHET