Publicado en
julio 15, 2012

Destierre la insolencia con cariño y firmeza.
Por la doctora Marianne Neifert (pediatra y autora de Dr. Mom's Parenting Guide ("Guía de la doctora Mamá para la crianza de los hijos")Ilustración: Marc Rosenthal.
ESA MISIÓN de amor llamada paternidad puede resultar difícil aun con hijos dóciles; y sobra decir cuánto se complica cuando hasta las peticiones más simples y los comentarios mejor intencionados se topan con contestaciones irrespetuosas, silencios hoscos, ojos que miran al cielo con impaciencia y hombros que se encogen con indiferencia. Cuando es así, puede uno terminar enfrascado con el niño en una batalla de la que ninguno saldrá vencedor.
¿Qué motiva a los niños a ser insolentes? Puede ser que necesiten atención, que quieran probar su capacidad para discutir o que deseen ejercer control sobre sus padres, amigos o maestros. Usar un lenguaje ofensivo o hiriente les infunde una sensación de poder.Sin embargo, no cualquier comportamiento brusco debe considerarse una muestra de insolencia. Los niños tienden a desilusionarse cuando sus deseos entran en conflicto con la autoridad y las normas impuestas por sus padres. No sólo es normal que un niño rezongue hasta cierto punto cuando se le pide que haga algo o se le imponen límites, sino que hay que permitírselo.En cambio, no se deben tolerar faltas de respeto graves. Por faltas graves entendemos exclamaciones como "¡Eres una estúpida!" Las estrategias que ofrecemos a continuación pueden servirle para reducir al mínimo la tendencia del niño a responder de manera impertinente.MOLDEE LA CONDUCTA
Es más probable que un niño sea respetuoso cuando tiene el ejemplo de unos padres que lo tratan a él y a los demás con respeto. Si usted constantemente menosprecia a su cónyuge, hijos o amigos, su conducta enseñará al niño que está bien dirigir palabras ofensivas o hirientes a los demás. Desde antes de cumplir un año, los niños imitan lo que ven. Por eso, tan pronto como su bebé empiece a hablar, enséñele las fórmulas básicas de cortesía, como "por favor", "gracias", "lo siento" y "perdón".
Para que los pequeños entiendan la diferencia entre el lenguaje respetuoso y el irrespetuoso, cite ejemplos de uno y otro que utilicen otros niños. Muéstreles cómo el tono y la inflexión de la voz pueden convertir hasta la frase más neutral (por ejemplo, "Era lo más lógico del mundo") en un desaire.Una de las maneras más eficaces de moldear la conducta de un niño consiste en premiarlo cuando se exprese o se comporte como es deseable. Elógielo si le dirige algún cumplido, si lo escucha con atención o si sostiene una conversación amable con usted. Y cuando haya hecho un esfuerzo por medir sus palabras o dominar sus impulsos en una situación dificil, muéstrele su agradecimiento diciéndole algo como: "Sé que estás decepcionado de que tengamos que irnos, pero te agradezco que hayas cooperado sin protestar".NO VEA INSOLENCIA DONDE NO LA HAY
No hay que confundir los comentarios insolentes con el derecho de todo niño a externar su opinión o expresar sus deseos, necesidades y sentimientos. Así pues, conviene ser tolerante ante comentarios como: "Me repatean los ejotes".
Si es usted demasiado severo e insiste en considerar insolencia la expresión de cualquier opinión distinta de la suya, con toda probabilidad sólo conseguirá hacer del niño un muchacho excesivamente comedido que reprima sus emociones hasta el extremo de no poder defenderse cuando la ocasión se lo exija. En vez de eso, aliéntelo a expresar sus opiniones con libertad.
SUPERVISE QUE PROGRAMAS VE O ESCUCHA SU HIJO
Hoy en día abundan los jovenzuelos descomedidos en las comedias de televisión, y los invitados groseros en algunos programas de entrevistas. Aunque resulta tentador utilizar la televisión como niñera o llevar siempre encendido el radio del automóvil, conviene estar atento y fijar límites a lo que sus hijos pueden ver y escuchar. Si usted no puede ver un programa televisivo completo con ellos, por lo menos vaya de vez en cuando a echarles un vistazo. Explíqueles que los comentarios denigrantes y el sarcasmo pueden herir, y haga hincapié en que ese lenguaje no está permitido en casa.
Si pese a todos sus esfuerzos el niño persiste en su insolencia, he aquí algunos consejos para remediarlo.ACTUE SIN TARDANZA
En cuanto el niño se comporte de manera impertinente, aclárele que no está dispuesto a tolerar ese lenguaje ni ese tono de voz. Puede decirle, por ejemplo, algo como: "En esta familia tratamos a todos con respeto y nunca usamos ese lenguaje".
Tenga cuidado de no exagerar y repruebe el lenguaje soez, no al niño. Para no avergonzarlo, ofrézcale con calma la opción de volver a empezar desde el principio. A veces se puede relajar la tensión con humor, por ejemplo, diciendo en tono juguetón: "No quisiste decir eso, ¿verdad?" Cuando el niño reanude la conversación, déle las gracias por expresarse con respeto.APLAQUE LAS EMOCIONES INTENSAS
Los niños pueden perder la paciencia cuando sienten enojo, frustración, desilusión o falta de cariño. Emociones tan intensas como éstas no suelen durar demasiado, así que, por mucho trabajo que le cueste, no se tome sus comentarios como si fueran alusiones personales.
En vez de eso, explíquele al niño que el lenguaje irrespetuoso puede ofender, herir o irritar a los demás. Descríbale en tono tranquilo el mal efecto que sus palabras han tenido en usted. Incluso un niño de tres años es capaz de entendernos cuando le decimos que nos ha lastimado.IMPONGA UN CASTIGO
El castigo más apropiado para una conducta insolente es la pérdida inmediata de algún privilegio. Por ejemplo, si su hijo de cinco años responde con sarcasmo a todo lo que usted le dice mientras juegan una partida de cartas, usted puede comentarle: "Tu conducta me tiene molesto y no voy a seguir jugando. Ahora tendrás que buscarte otra cosa que hacer".
Otros castigos pueden ser asignar al niño tareas adicionales, reducirle el tiempo en que puede ver televisión y negarle permisos para invitar amigos a casa. Sin embargo, antes de aplicarlos, piense en la conveniencia de dar al chico la oportunidad de elegir, diciéndole, por ejemplo: "Puedes disculparte y hacer lo que te he pedido o quedarte en casa sin ir al cine esta tarde".Aun así, tenga cuidado de no ser demasiado severo, porque podría causar resentimiento al niño. Tampoco le haga advertencias imprecisas, como "Si vuelves a decir eso, atente a las consecuencias". Las amenazas vagas sólo consiguen dar al niño mayor control sobre la situación, con lo que se refuerza la conducta que se quiere erradicar.
CONTENGASE
Replicar en tono defensivo o violento a las insolencias tampoco sirve más que para empeorar las cosas. A fin de cuentas, se necesitan dos partes para perpetuar una lucha por el poder. Yo tardé años en aprenderlo.
Cuando alguno de mis cinco hijos me faltaba al respeto, mi reacción automática era decirle: "¡No te permito que me hábles así!" Pero en cierta ocasión mi hija, entonces de 12 años, me dijo algún improperio y yo me quedé callada, sencillamente porque ya no tenía fuerzas para seguir discutiendo. Cuál no sería mi sorpresa cuando, a los pocos minutos, a ella misma le nació ir a disculparse conmigo: me confió que tenía algunas dificultades en el colegio, y que ése era el verdadero motivo de su agresividad. Después de escucharla, no pude menos de ofrecerle mi apoyo y asegurarle que estaba de su parte.En lugar de reaccionar con enojo, puede uno decir: "Me parece que a ti te gusta discutir y quejarte, pero yo no pienso entrar en ese juego". Una vez que se apacigüen los ánimos, hable con el niño acerca de la causa de su enojo y ayúdelo a encontrar mejores maneras de expresar sus sentimientos.LA INSOLENCIA de un niño respondón se vuelve nociva cuando empieza a afectar sus relaciones con los adultos, en particular con sus padres. Dar buen ejemplo, mantenerse al margen de las luchas por el poder y permitir que el niño se desahogue son medidas que tienden a desterrar las reacciones impertinentes y favorecen formas de comunicación más constructivas, que fortalecen los vínculos entre todos los miembros de la familia.CONDENSADO DE PARENTING (MARZO DE 1999), © 1999 POR TIME PUBLISHING VENTURES, DE NUEVA YORK.