Publicado en
septiembre 30, 2012
LAS MUJERES bereberes le dicen a un hombre cuando quieren casarse: "Has cautivado mi hígado". Al hígado, y no al corazón, se le considera el centro del amor.
—Citado en 366 Days of Love, calendario para 1984 (Simon & Schuster)
EN GENERAL, los planificadores urbanos consideran a la jinrikisha (carruaje de dos ruedas tirado por un hombre) una molestia anticuada y lenta, pero sigue siendo el medio de transporte más barato y popular para viajar por ciudades de Asia. En Bangladesh, cuando los camiones no pudieron repartir la leche con suficiente rapidez para evitar que se echara a perder por el calor, la solución fue distribuirla en jinrikishas. Como parte de un proyecto del Programa para el Desarrollo, de las Naciones Unidas, la organización canadiense para el desarrollo Entre Iguales construyó 100 "jinrikishas lecheras" a un precio de alrededor de 400 dólares cada una. Estos vehículos tienen grandes cajas de plástico reforzadas con yute, que proporcionan aislamiento térmico. Son económicos y se maniobran con facilidad; pero lo más importante es que realizan las entregas con rapidez en las atestadas y bulliciosas calles de Dacca.
—Información del Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo de Canadá
EL PARLAMENTO del Estado Federal de Hesse, Alemania Occidental, sostuvo durante algún tiempo debates para determinar cuál sería la dependencia gubernamental indicada para regular el ejercicio de la brujería, práctica que es hoy día popular entre ciertos "grupos religiosos". Se pensó primero en el Ministerio de Silvicultura, pues se supone que las brujas se reúnen en los bosques. Después se consideró que el Ministerio de Justicia debía encargarse del asunto, ya que algunos grupos de brujas están registrados en las cortes municipales. Finalmente, se confió la misión al Ministerio de Economía, que controla el tráfico aéreo.
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Los OFICIALES de la policía en Boulder, Colorado, llevan ositos de felpa en sus autos patrulla, además de armas y equipo de emergencia. Utilizan esos juguetes para consolar a los niños que se asustan al verse involucrados en algún incidente desagradable. "Son un buen pretexto para iniciar la conversación", afirma un oficial. "Y en ocasiones también sirven para tranquilizar a los adultos".
—James Dent, en Gazette (Charleston , Estados Unidos)
ILUSTRACIÓN SUPERIOR CEES: INFERIOR JEFF MOORES