GUÍA PARA EVITAR LOS DIVORCIOS
Publicado en
mayo 06, 2012

Consejos de una experta para evitar las seis trampas que con más frecuencia conducen a la ruptura del matrimonio y al remordimiento subsiguiente.
Por Louise Montague (fundadora de la Asociación Nacional de Mujeres Divorciadas, es autora de The Divorcée's Handbook ("El manual de la divorciada"), What Every Formerly Married Woman Should Know ("Lo que debe saber toda mujer que fue casada") y A New Life Plan: A Guide for the Divorced Woman ("Nuevo plan de vida: guía para la mujer divorciada").DURANTE los últimos años en que me he dedicado a dar conferencias y escribir sobre el divorcio, he oído en forma creciente a hombres y mujeres lamentarse por haber roto su matrimonio. Esas personas se divorciaron por error, porque ahora el divorcio es más fácil que antes, o simplemente porque cometieron un error de apreciación. Muchas dicen lo mismo: "¡Si hubiera tratado de resolver mis problemas, en lugar de usar el divorcio como una salida!"
¿Cómo se divorcia por error una pareja? No hay ninguna prueba que demuestre si un matrimonio puede —o debe— ser salvado. Pero he aquí formas de evitar seis trampas comunes:I. El divorcio no siempre es la solución. Richard estaba descontento con su trabajo pero ni siquiera podía definir su insatisfacción y mucho menos reanimarse y buscar otro empleo. Sólo sabía que toda su vida "andaba mal". Se sentía atrapado en el pueblo desde donde iba a su trabajo, atacaba los valores de algunos colegas; y reñía mucho con su esposa a propósito de los valores de ella. Con una rapidez poco común en él a la hora de efectuar cambios de cierta envergadura en su vida, acudió junto con su mujer al juez de divorcios. Eso lo sacaría del punto muerto, ¡de la rutina! Actualmente Richard sigue en el mismo trabajo, vive en un pueblo muy similar y es tan infeliz como antes; la única diferencia es que vive en completa soledad.Tal como Richard y otros han aprendido, el divorcio soluciona sólo un problema: el matrimonio fracasado. No es remedio para un trabajo insatisfactorio, ni para la crisis de la edad madura, ni para el descontento personal.Las personas que se divorcian por un problema ajeno al matrimonio, con frecuencia se dan cuenta de que, además de no haber resuelto el problema, se han separado de la única persona que podía haber sido una real ayuda.2. No caiga en el divorcio. En la actualidad, uno puede estar divorciado y, sin embargo, llegar a presidente de una mesa directiva, postular un cargo público, ser aceptado en su iglesia o medio social. Incluso surgen menos problemas económicos. Como consecuencia se puede caer fácilmente en el divorcio.Janet tomó el camino más simple. Estaba aburrida y se sentía inútil. No creyó que el divorcio pudiera afectar la carrera de éxito de su marido, en la cual él estaba enfrascado; o que podía herir a sus hijos casados o causar pena alguna. Abandonó a su cónyuge para "volver a la vida"... y actualmente está bajo tratamiento por depresión. En un débil intento por revitalizar su existencia, ella destruyó el mejor medio que tenía para lograrlo.Tenga cuidado el día en que, como Janet, usted se sorprenda preguntándose si existe algún motivo para no recurrir al divorcio.3. No juegue con la palabra divorcio. Algunos lo llaman el diálogo de divorcio. "¡Vuelves a hacer eso y busco un abogado!" Tal vez la amenaza surtía efecto en generaciones anteriores, pero una mujer me dijo llorando: "Mi marido contestó: ¡Muy bien, estoy listo para acabar! ¡Por favor, diga a las personas que no mencionen la palabra divorcio a menos que realmente tengan intención de cumplirlo!"Cualesquiera que sean los antecedentes o problemas de una pareja, el diálogo de divorcio parece disolver muy rápidamente los vínculos que la unen.El diálogo de divorcio es nocivo porque el matrimonio en parte es una construcción de sueños, recuerdos y presunciones. Cuando uno de los cónyuges amenaza con el divorcio, se pierde para siempre un poco de inocencia; se rompe un tabú, y el choque puede provocar una amargura vengativa en el otro. Muy pocos matrimonios sobreviven a muchos meses de este tipo de diálogo.4. No provoque el divorcio. Aunque la mayoría de los procesos de separación son instigados por las esposas, generalmente son los maridos quienes provocan la ruptura. Ellos creen poco caballeroso iniciar un divorcio, así que se comportan de tal modo que sus esposas acaban solicitándolo. Supongamos que un hombre está locamente enamorado de otra mujer, o quiere estar soltero de nuevo. Le es muy fácil echar leña al fuego: se emborracha, llega tarde, importuna. Cuando la esposa se cansa y hace alusión al divorcio, él alza los hombros y dice: "Bueno, si eso quieres". Contra una campaña deliberada de gran intensidad, la defensa es mínima.Pero a veces la parte ofensora no pretende esta salida, sólo está probando hasta dónde puede llegar. Sandra cedió a la campaña de groserías de su marido, y ahora ambos lo lamentan. La aventura de este con una mujer más joven no era importante, pero su comportamiento ofensivo en la casa era una reacción destructiva por su sentimiento de culpa. Sandra ahora desearía haber enfrentado el asunto y haber hablado en seguida: "Si lo que intentas es pedir tu libertad, la respuesta es no!".En cambio, ella cayó en la trampa, amenazó con el divorcio, y su marido, lastimado, aceptó el desafío. Su amorío desapareció pronto y entonces echó de menos a su esposa, pero era tarde ya para dar marcha atrás. El matrimonio terminó.Comparemos el caso de Sandra con el de mi amiga Sara, que no se dejó embrollar. Acaba de celebrar su duodécimo aniversario de bodas con su segundo marido. En años anteriores él ha reaccionado negativamente a sus problemas económicos, y, en consecuencia, se ha dejado llevar por la depresión e incluso ha volcado su enojo sobre ella. Le pregunté a Sara por qué este ,matrimonio era tan sólido cuando el primero, tranquilo en comparación con este, terminó en divorcio."Por dos cosas", contestó Sara. Primero, he dejado de decir Ojalá él fuera... Cada vez que me sorprendo pensando Ojalá él fuera un hombre con mayores éxitos o de mejor carácter, o que supiera manejar mejor las decepciones, me muerdo la lengua."Me doy cuenta de que él, como yo, es una criatura imperfecta que trata de triunfar en este mundo. Además, procuro que el mal humor, no nos domine al mismo tiempo, y, como sé que sus enojos y sus penas pasan pronto, trato de contener los míos hasta que él se recupere. En recompensa, la mayor parte del tiempo somos muy felices".Como lo ilustra el matrimonio de Sara, cuando el hostigamiento no es una conspiración a sangre fría para disolver el matrimonio, puede ser detenido.5. No deje que un abogado lo conduzca al divorcio. Si bien es cierto que los abogados tienen la obligación de buscar caminos de reconciliación, algunos de ellos tienen una manera de formalizar los problemas, que pueden cristalizar en la separación. Cuando los tristes detalles de la vida de una pareja pasan por las enérgicas redefiniciones de uno de esos abogados, los actos se pueden convertir en crímenes congelados en el papeleo. Y al llegar la cuenta del abogado, la bola de nieve del divorcio ya ha comenzado a rodar. El que no tenga serias intenciones de divorciarse, se mete con mucho riesgo en estos complejos y poderosos recintos legales.A veces, el sólo pedir una opinión puede ser peligroso. Una mujer me escribió para contarme su caso. Casada durante 23 años con un granjero, había tenido algunos problemas y se los comentó a su padre. El le dijo que consultara con un abogado sobre sus derechos. "Después de todo, más de la mitad de esta tierra es tuya, porque te la di cuando me retiré". Marilyn fue a ver un abogado y cuando su marido lo supo, se sintió sorprendido y lastimado. Furioso, él habló con su abogado para averiguar en qué le podía perjudicar ella. Se revisaron los títulos, se evaluó el equipo, los abogados conferenciaron y la acción defensiva se convirtió en ofensiva. La pareja se divorció. "No debió haber pasado nunca", reconoce Marilyn.La moraleja es sencilla. Si usted no está seguro de que quiere divorciarse, piénselo antes de consultar con un abogado.6. No se deje seducir por el divorcio. Hoy en día mucha gente se deja hechizar por las imágenes, sueños y escenas que destacadas figuras de la farándula, los deportes y la cultura popular presentan en los medios de comunicación sobre la vida de los divorciados.Por ejemplo, es fácil encontrar en cualquier revista algún artículo sobre gente valiente que ha sabido construir una vida nueva sobre las cenizas de un matrimonio fracasado. Esas historias son ciertas; son historias de éxitos forjadas por la necesidad. Pero, ¿qué pasa cuando una esposa desgraciada, con niños ruidosos, marido gruñón y montañas de ropa para lavar, lee acerca de una divorciada de 50 años que ahora dirige una tienda de ropa, viaja al extranjero por asuntos de negocios y disfruta de la compañía de hombres más jóvenes? Yo me preocupo cuando estas "historias de éxito" entran en los sueños, pensamientos y conversaciones de matrimonios débiles.Ni LA infelicidad ni el tedio se sanan con el divorcio. Estos sentimientos se pueden remediar, pero no por medio de la destrucción del matrimonio. Es mucho más fácil construir una vida interesante con alguien que la comparta.
La separación conyugal ya no es una pesadilla o un imposible, y para muchas personas es incluso un alivio. Pero conviene recordar que el divorcio no soluciona ningún problema excepto el de un matrimonio infeliz, y algunas veces tampoco es el mejor remedio.No sugiero que continúe en un matrimonio desgraciado. Sugiero que no olvidemos cuán poderoso y autocurativo puede ser un matrimonio, y que muchos problemas se resuelven mejor en casa.