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enero 16, 2011
Sin fín, papel artesanal fundido con cobre grabado, 150cm x 200cm. 1995Texto: Mónica Vorbeck De la Torre / Fotos: Kira TolkmittNacido en Quito en 1968, Antonio Romoleroux es todavía un pintor joven, con una carrera artística aún corta pero que, sin embargo, deja entrever su afán de búsqueda y gradual consolidación de su necesidad de expresión individual, conjugada con su inmensa capacidad de experimentación material y formal.
Cursó los tres años (1985-89) del Colegio de Artes Plásticas de la Universidad Central de Quito, y casi paralelamente trabajó como miembro del taller de serigrafía y grabado de la Fundación Guayasamín (1988-90). En su obra primera destacan los dibujos de temas satíricos y de denuncia social, de corte clásico en el aspecto formal. Pero es su trabajo como grabador lo que traza su camino inicial: sabe aprovechar toda la experiencia que le da la práctica, además de la instrucción recibida en los cursos que se dictan en el taller de Guayasamín. Entre 1987 y 1991 no pasa un año sin que Romoleroux se haga acreedor a alguna mención o premio en los concursos de grabado.
Sueños propios, papel artesanal fundido con cobre grabado e intaglio, 2l0cm x 150cm. 19951992 parece ser un año marcado por la confrontación con diversas culturas amazónicas. Elabora la portada del libro Mundos Amazónicos, que le abre de par en par las puertas del universo de los signos. Investiga la complejidad de los símbolos ancestrales amazónicos y su inserción en el contexto cultural y natural de la selva tropical. Comienza entonces un proceso coherente e intuitivo de búsqueda de medios formales que expresen su intencionalidad expresiva. En un comienzo los signos se asumen sin mayor transformación, para después ir cobrando mayor libertad y con ella, mayor capacidad sugestiva. De ellos se deriva una abstracción ornamental, muchas veces caligráfica, de la línea. El soporte se torna en elemento activo, primero creando una superficie irregular y de relieve a través de técnicas del grabado, y luego cobrando mayor importancia dentro de su materialidad y como elemento maleable creado también por el artista.
La necesidad expresiva conduce a Romoleroux a aprender, en forma autodidacta y empírica, el proceso artesanal de elaboración del papel. Implícito en este proceso se encuentra una visión de la historia de nuestra civilización: la evolución de los materiales de la escritura (tablas sumerias 4000 a.C., papiro egipcio 3500 a.C., pergamino 200 a.C.) que conduce a la invención del papel, atribuida a un oficial de la corte china, Cai Lun, alrededor del año 150 d.C.
Arbol humano, papel artesanal fundido con cobre grabado e impreso en láser, 140cm x 150cm (90cm x 9Ocm). 1996Pero más sugerente que las implicaciones simbólicas del origen y la evolución del papel como transmisor de conocimiento, es la evocación que generan las fibras naturales y el evidente proceso manual de elaboración. Inmediatamente nos remiten a la naturaleza, a culturas primitivas, generan reminiscencias ancestrales y producen una valorización de lo primario, que con la producción masiva del papel y su uso tan cotidiano y generalizado, ha perdido significado. Sería aventurarse en una lectura demasiado instrumentalista si pretendemos una denuncia ecológica. Romoleroux no crea papel a través del reciclaje de otros papeles, sino a partir de fibras como la cabuya, otras tan finas como el abacá o tan vulgares como residuos madereros. ¿No sería un mero esteticismo de la tala indiscriminada de bosques y del abuso contra la naturaleza? Sí logra, empero, una mayor sensibilización frente a los orígenes orgánicos del papel y un distanciamiento con respecto al proceso tecnológico de fabricación industrial del mismo.
Al papel artesanal incorpora Romoleroux también las planchas de cobre grabado, con lo cual rescata nuevamente el proceso mismo de elaboración, la estética de la superficie trabajada y no el resultado final, la impresión. El aporte de las artes gráficas a la divulgación de conocimiento, imaginación y tradiciones culturales, de religión, historia y arte, sólo comparable al del libro, también está lejanamente latente. Desde sus orígenes en el arte europeo a fines del siglo XIV, uno de los aspectos más destacados y fascinantes de la gráfica ha sido la capacidad de difundir las creaciones humanas, convirtiéndose en una especie de enciclopedia en imágenes de la cultura. Romoleroux trabaja con medios formales y matéricos que hasta la aparición del arte informal en los años cincuenta eran considerados no convencionales, pero que en estas últimas cuatro décadas han encontrado amplia aceptación. La inspiración espontánea y la integración del principio el azar definen el proceso de creación. No es pintura pura, sino una conjugación de muchas elaboraciones, experimentaciones y procesos técnicos que producen una forma intermedia entre pintura y arte objetual. Podríamos hablar de pintura de materiales o más bien deberímos describirla como un relieve en papel y metal. La superficie parece más bien un organismo vivo y los materiales se funden en un mismo plano pictórico, hablan su propio lenguaje y dejan que las asociaciones fluyan libremente en el espectador. Las obras no pretenden una interpretación intelectual, no cobran su impulso de nuestro intelecto, sino de nuestra sensibilidad general. La percepción se encuentra dirigida por los materiales mismos, que nos remiten a la naturaleza, a lo artesanal, a culturas primitivas, al misterio del conocimiento humano y, en algunas obras, se introducen imágenes fotográficas del presente como contrapunto y parte integrante de la historia.
Serie "Yoga", aguafuerte sobre papel artesanal, 300cm x 100cm. 1995La mayoría de obras de Romoleroux presentan más o menos las mismas estructuras de concepto; los signos y las formas van, sin embargo, variando y buscando armonía en sus imágenes. La composición obedece a principios estéticos convencionales, el espacio se divide en grandes superficies equilibradas, en tanto la estructura interior se caracteriza por la riqueza de sus configuraciones orgánicas y ornamentales.
Muchas veces parece ser más fuerte el deseo de comunicarse instantáneamente con una audiencia grande, deseo que impulsa a Romoleroux a utilizar un lenguaje convencional y placentero a la vista. El gran arte, sin embargo, debe ser tan denso en sustancia visual y tan sutil en su significado, que no pueda ser agotado a primera vista. En sus mejores obras, Romoleroux subordina su conocimiento técnico y su destreza artesanal a su intencionalidad expresiva y la energía de la naturaleza emana del papel artesanal, de las texturas de fibras naturales; la creatividad artística se refleja en el proceso arduo y laborioso del grabado en las planchas de cobre y la impresión y posterior fundición de ellas en el papel artesanal; la figuración, espontánea y de líneas insistentes de abstracta ornamentación, se enlaza totalmente con el o los soportes y las imágenes del siglo XX crean un contraste brusco y sugestivo con las evocaciones de huellas del pasado.
Ciudad, color vegetal sobre tela y cobre grabado, 120cmxl95cm. 1995