PUSHKAR, LA ULTIMA DE LAS GRANDES FERIAS DE CAMELLOS
Publicado en
diciembre 19, 2010
Arribando a la Feria-Peregrinación en uno de los medios de transporteTexto y fotos: María Teresa GarcíaLa etapa más excitante del viaje a la India había llegado para nosotras, un grupo de amigas que nos habíamos organizado para ir en pos de la última feria de camellos que queda en el mundo. Este evento tenía lugar en Pushkar, el sitio sagrado de Brahma en el estado de Rajhastan donde los participantes, fieles hindúes además de comerciantes, aprovechaban para cumplir con el requisito de la Tercera Peregrinación.
Nuestro arribo a Pushkar fue marcado por los sonidos de canto y festividad y con visiones de grupos de gente apresurada a pie, bus o en camello, elegantemente vestida en todas las tonalidades imaginables del espectro y de cuyas lentejuelas y joyas salpicaban destellos plateados y dorados. El sol se ocultaba pintando de anaranjado el hermoso panorama que contrastaba con el azul oscurísimo del cielo.Cantos y danzas continuaban durante la noche mientras nosotras las mujeres, tratábamos de recobrar fuerza a través del sueño. Después de haber visitado la ciudad rosa de Jaipur, el impresionante Fuerte de Amber a donde trepamos en elefante, y el magnífico Taj Mahal en Agrá, nos encontrábamos en medio del desierto, muy cerca a la feria de Pushkar. Nuestro anfitrión era el Maharashi de Jaipur; sus blancas tiendas de campaña erigidas para la ocasión estaban situadas al pie de una colina y en medio de la arena, protegidas con sixes impetuosos de melenas onduladas por el viento. Los colores beiges y marrones se tornaban anaranjados con la salida o la puesta del sol abrillantando aún más las pieles y los trajes de las mujeres Rahastanis que aventuraban cantando y riendo por allí en su paso hacia la feria. Las tiendas provistas de electricidad y agua se componían de dos lechos elevados, muy cómodos y abrigados en el frío de la noche, una mesita de noche con su lámpara y un baño privado. Este último separado por una cortina, estaba provisto de inodoro, un lavabo, y una plataforma de un metro cuadrado para darse un baño con tazones de agua.
Compradores y vendedores regateando precios en la Feria mientras toman téMuy temprano en la mañana decidimos caminar hacia la feria a través de los campos: en ellos se encontraban cientos de familias peregrinas acampando que, ya despiertas, se sentaban alrededor de una fogata a preparar su desayuno y a calentarse las manos. La luz rojiza del fuego abrillantaba sus caras arrugadas y rústicas y su vestuario, evocando escenas biblícas que ya dejaron de existir. Los niños alertas a los ajenos, danzaban y reían pidiendo lápices o bolígrafos.
La feria apareció de pronto: miles de camellos y ovejas decorados en su mayoría con artísticos adornos: patrones logrados con el rasurado en la piel, aretes de diseños multicolores en las orejas, anillos en las narices, campanas de cobre en el cuello, y monturas bordadas. Las vacas ostentaban sus cuernos pintados con dibujos de rosas azules, amarillas y verdes y coronadas con lazos muy coloridos. Los caballos elegantemente enjaezados demostraban su garbo al ser galopados por sus apuestos amos quienes podrían haber pasado por príncipes. Sus trajes eran de una blancura cegadora compitiendo con sus joyas mientras que sus negras melenas las cubrían con brillantes turbantes en colores de turmerico y rojo, cuyos filos al galopar rebotaban como alas de Pegaso.Los comerciantes se sentaban en círculo para dialogar con sus amigos y posibles clientes, intercambiando información, noticias y chismes mientras tomaban su té. Otros inspeccionaban a las bestias con un ojo crítico y sabio preparándose al regateo hasta el último rupee para adquirir tan preciados animales en el desierto. El negocio no se relegaba solamente a los animales. ¡Quien necesitara esposa venía también en busca de un buen negocio!.Sin embargo, lo más hermoso y hechicero se veía en las facciones y el vestido de las mujeres que llenaban la feria y el pueblo. Siempre caminando en grupos, mientras chismeaban alegremente miraban las baratijas o los tejidos o simplemente se detenían a tomar un bocado en un patio o en campo abierto exhibiendo a una lluvia espléndida de colores. Sus espléndidos saris y sus joyas de plata con hermosos y complicados diseños usados desde los dedos de sus pies, tobillos, cintura, muñecas, brazos, cuello, hasta su nariz y orejas evocaban princesas de las Mil y una Noches. Las jóvenes ante la posibilidad de encontrar esposo, y las maduras todavía bellas, en sus rostros impresa la huella moldeada por la vida del desierto usaban sus prendas con gracia y elegancia. Solamente se las quitaban para el baño ritual en el lago de Pushkar.
Fieles dejando ofrendas de frutas y flores en uno de los templos de PuskarEl lago les ofrecía la posibilidad de cumplir con el tercer requisito de la religión Hindú: hombres y mujeres deben sumergirse en este sitio para purificarse y adorar como único sitio a Brahma el Creador y una de las encarnaciones de Shiva (el tercero es Vishnu). De acuerdo a la leyenda, el lago Pushkar nació cuando los pétalos de una flor de loto sostenida por Brahma cayeron, marcando el sitio donde el Señor de la Creación debía morar. Brahma meditó y confirió a las aguas bendiciones especiales para asegurar un sitio en el cielo a quien tomara un baño en él. Así, Pushkar se convirtió en un lugar frecuentado de peregrinos Hindués entre ellos los hombres sanos, príncipes y Maharajas quienes construyeron magníficas mansiones para pernoctar. La ciudad ha conservado un encanto sin paralelo hasta hoy.
La feria anual dura cinco días y la luna llena señala su final y el día más importante. Las multitudes abarrotan las calles; los aromas a especies y curries de variados tipos levantándose desde enormes pailas de bronce perfuman el aire mezclándose con los empalagosos olores a clavo y canelas provenientes de los manjares. Pero ojo ¡los comedores se llenan solamente de integrantes del sexo masculino; a las mujeres no les está permitido entrar en este dominio, ni siquiera a las extranjeras!.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjz0QPsHyEHuKNWCeKKlb-ljv_WGz2SU_XaNHSKDryhn5mELvi0uZ4RbjhLHV6IyZc-ZOusayDjG7I5LDx0wm-lx7bPEitAeb-iMY0HNg1wNnRNvjU5YYXGjATqQH12mf5JJK6G18owQ/s1600/PUSHKAR%252C+LA+ULTIMA+DE+LAS+GRANDES+FERIAS+DE+CAMELLOS4.jpg)
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Llegando a la feria a pie, desde el desiertoMientras caía la noche las tiendas se iluminaban y mostraban toda la belleza de los bordados de Rhajasthan con sus incrustaciones de espejitos; las joyas antiguas y nuevas repujadas en plata, los saris transparentes y llenos de lentejuelas y los tejidos con teñido de batik para abrigarse del fresco desértico.
Era el final, los peregrinos recogían sus pertenencias y sus animales para retornar a su ardua vida cotidiana a horas de Pushkar, llevando sus atesoradas memorias de fantasía y de recreo.