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diciembre 19, 2010
Ejemplo valioso.- Para la gente de raza mixta es más difícil encontrar donadores de médula ósea. Alden quiere mejorar las probabilidades.Hermano de sangre
Los amigos de Alden Tucker no podían creer que él estuviera luchando por el derecho de permitir que un médico le introdujera una enorme aguja en la cadera para sacarle médula ósea. ¿Para salvar a un desconocido? Increíble. Pero ellos no conocían a Michael Peñón. Michael padecía de leucemia y necesitaba un trasplante de médula ósea. Cuando sus médicos hicieron un llamado en busca de un donador, la madre de Alden, Angela, leyó su historia.
Descubrió que aquel muchacho de 15 años y su hijo compartían una insólita mezcla racial: ambos tenían sangre afroamericana, hispánica y coreana. Esto aumentaba las probabilidades de que Alden pudiera ser el donador que aquel muchacho gravemente enfermo necesitaba para salvar la vida.Alden, de 16 años, dice que cuando se enteró de lo de Michael, lo único que pensó fue: ¿Cómo puedo ayudar? Para empezar, habló con Michael. Los muchachos pronto se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, además de su herencia racial: la afición al basquetbol, a la música rap y a las computadoras.Michael rara vez hablaba de su leucemia. Pero Alden estaba ansioso por saber si su médula ósea era compatible con la de su amigo. Se enteró entonces de que el Programa Nacional de Donadores de Médula Osea, que organiza casi todos los trasplantes entre personas que no son de la misma familia, no somete a pruebas de compatibilidad a personas menores de 18 años. "Queremos estar seguros de que las personas están en edad de tomar una decisión bien fundamentada", dice Helen Ng, portavoz del programa.Esa explicación no satisfizo a Alden, así que el muchacho, aunque tímido, empezó a hablar con legisladores, médicos y reporteros... con todo el que pudiera promover su causa.En un banco de sangre cercano a su hogar, en Lace, Washington, aceptaron someter a una prueba la médula ósea de Alden. Por desgracia, los resultados mostraron que no era compatible con la de Michael.Con todo, los muchachos se mantuvieron en contacto. Cuando Michael cumplió 16 años, en septiembre de 1999, Alden y su madre fueron en avión a verlo al Hospital Infantil de Cincinnati. Michael estaba más débil y ya no podía hablar, así que Alden se limitaba a tomarle la mano. Cuando fue evidente que el enfermo iba a morir, Alden permaneció a su lado. "Lo quería como a un hermano, y pensé que debía estar con él cuando se fuera", recuerda Alden, quien vio a su amigo exhalar el último aliento. "¡Era tan joven! Ni siquiera puede decirse que vivió".Alden siguió adelante con su cruzada. "Michael y yo nos hicimos una promesa", explica. Si él no sobrevivía a su batalla con la leucemia, me estaría observando desde el cielo. Y yo le prometí que no abandonaría mi lucha por lograr que los adolescentes pudiesen donar médula ósea.Cuatro meses después de la muerte de Michael, Alden se presentó ante un jurado del Senado del estado de Washington.—No pueden ustedes negar a nadie el derecho de salvar una vida sólo porque tenga menos de 18 años —apuntó.La ley Michael Peñón, que prohibe la discriminación de menores que deseen donar médula ósea, fue aprobada por ambas cámaras del estado, y el gobernador Gary Locke la incorporó a la legislación de Washington en marzo de 2000.Una dependencia gubernamental, el Registro Estadounidense de Donadores de Médula Osea, ahora examina y registra a los donadores potenciales de Washington menores de 18 años, siempre que tengan el consentimiento de sus padres y gocen de buena salud.Alden quisiera que se aprobara una ley nacional, y espera que su acción inspire a personas de otros estados. "Michael siempre hablaba de ayudar a los demás", dice. Si viviera, estaría impulsando esta lucha.Regale sus vacaciones
Las fotos que publicaron los diarios de unos niños albaneses en un barrizal "me llegaron al corazón", dice Sharon Bagalio, enfermera del Hospital Mercy de Pordand, Maine, y madre de cuatro hijos. "Esos chicos habrían podido ser los míos".
Esta mujer se ha pasado la vida sirviendo a los demás, pero sentía que no era suficiente. Sin embargo, con un presupuesto reducido y una hipoteca que pagar, no le sobraba el dinero.Lo que sí tenía eran días de vacaciones que no había tomado. "En el hospital nos permiten cobrar en efectivo las vacaciones no tomadas", explica. Así que ella cobró 310 dólares, correspondientes a 12 horas de vacaciones.Luego le propuso al director del hospital organizar una campaña para que cada empleado donara la paga de un día de vacaciones, y obtuvo su autorización. "A la gente la entusiasmó la idea de trabajar un día de sus vacaciones y donar el dinero", cuenta. En mayo de 1999 entregó más de 7000 dólares reunidos así a una agrupación no lucrativa que brinda auxilio a los refugiados.Cuando sus hijos le preguntaron cómo podían ayudar, Sharon les respondió que juntaran monedas. Así, con la participación de más de 40 escuelas, la campaña "Monedas para Kosovo" recaudó 8164.43 dólares para los refugiados de esta provincia autónoma yugoslava de población mayoritariamente albanesa. La señora Bagalio también organizó una carrera de 10 kilómetros en beneficio de los refugiados que han llegado al estado de Maine y de aquellos cuya llegada está prevista.Su meta es crear una fundación que tenga la capacidad de ofrecer asistencia y ayuda a los refugiados en todo Estados Unidos.— Margaret Jaworski, Family Circle