Publicado en
octubre 06, 2022
Esta es la historia jamás contada de un cazador que un día fue al bosque a cazar. En su travesía decidió cambiar de rumbo para dar diversidad a su oficio, así que giró su camioneta y la estacionó frente a un lugar desconocido que tenía la fama de ser abundante en presas grandes. Fue con su escopeta afianzada a sus manos en espera de algún animal descuidado, pero no pudo ver más allá de su naríz ya que de repente una abundante niebla se apoderó del panorama. Esta resultaba tan espesa que el cazador no pudo dar con su rumbo de origen y se adentró en el bosque más de lo que había planeado.
Caminó y caminó frotando sus manos en sus antebrazos, pues la niebla trajo consigo un frío atroz que le caló hasta los tuétanos, mientras un marcado humo blanco salía de su boca con cada exhalación.
Temblando como una hoja, el cazador comenzó a dar gritos desgarradores por la desesperación, ya que tenía la sensación de haber estado en ese lugar como dos días y empezó a sentir hambre, sed y frío.
Luego de un par de horas de caminata, divisó a lo lejos una cabaña. Fue corriendo hasta la misma y entró sin siquiera tocar. Todo estaba oscuro, así que como pudo encontró un pequeño interruptor. La luz que emitiía el foco no era fuerte, pero le permitía ver, con esfuerzo, la habitación. Su asombro fue escalofriante cuando vio un conjunto de cuadros con retratos de personas que lo acechaban fijamente. Unos no tenían dientes, otros se les veía la cuenca de los ojos y otros no tenían cara.
Sin embargo, debido al frío y al cansancio, se alivió por haber encontrado un refugio, sin importar su apariencia. Pues, en las circunstancias en que se encontraba, cualquier agujero era mejor. Sacó una manta y prácticamente se desmayó debido al hambre y la sed.
Algunas horas después el hombre se despertó de repente debido a una luz agobiante pegándole en el rostro. Hizo lo necesario para estar cómodo y retomar el descanso, pero la luz que lo despertó le dio claridad al lugar donde estaba. Recorrió con la vista el espacio en que se encontraba para ver si hallaba algo de comida, pero un terror se apoderó de él cuando se dio cuenta que aquellos cuadros que vio al entrar a la cabaña eran ventanas.
Su primera reacción fue dirigirse a la puerta para salir de ese lugar, pero al instante la noche volvió. Asombrado de lo tan corto que fue el día, intentó salir, pero la niebla era tan espesa que no se veía nada más que ésta. De todas formas salió, dio unos pasos y solo veía niebla, nada de naturaleza, todo era blanco y espeso. Volvió por sus pasos y entró nuevamente a la cabaña. Prendió la luz y vio que poco a poco las ventanas iban retomando los rostros que vio la noche anterior, sintiendo como se movían según su posición.
Fuente del texto:
BookNet