Publicado en
octubre 03, 2021
PUERTO RICO - San Juan.
Dicen que en noches sin luna se ven apariciones en ciertas zonas de la ciudad amurallada. Hay cuentos y anécdotas de diferentes lugares de la vieja ciudad de San Juan. Sin embargo, "La garita del diablo" es, tal vez, la que más llama la atención. Pues, las leyendas cuentan que los soldados desaparecían frecuentemente de ésta.
Hace varios siglos, los pobladores de la ciudad de San Juan eran frecuentemente atacados por barcos piratas o enemigos de la Corona Española. Esto hizo que las autoridades construyeran varias torres de vigilancia, mismas que fueron colocadas en zonas estratégicas de la muralla que protegía esa localidad.
Una de las fortificaciones más importantes, y por cierto la más imponente, era el castillo San Cristóbal. Mientras el castillo San Felipe del Morro defendía la ciudad de los ataques desde el mar, el San Cristóbal la protegía de los ataques terrestres. De hecho, comenzó a construirse en las postrimerías del siglo XVII y fue completado en las postrimerías del XVIII, siendo la construcción española más grande en el Nuevo Mundo.
Con su extenso sistema de túneles, su plaza de armas, sus casas de guardias, sus cisternas, sus bombas reales del mortero y su monumental diseño, el castillo San Cristóbal era uno de los principales escollos con que se tropezaban los enemigos de la Corona española.
A esas torres de vigilancia se les conocía comúnmente como garitas. Y los que las ocupaban o trabajaban en ella, habían tomado un método que tenían los militares para evitar dormirse durante sus guardias, y era que cada hora uno de los soldados gritara: ¡Soldado! ¿Estás alerta?, y el otro contestaba: ¡Alerta estoy!.
De entre todas las garitas, había una que se hallaba en la zona más solitaria de la muralla. Esta era resguardada por el soldado más valiente de apellido Sánchez, al que sus demás compañeros apodaban como "flor de azahar". Este apodo se deriva debido a que los pétalos de la flor de naranjo son blancos; y la piel de Sánchez era bastante clara.
Una noche, uno de los soldados se encontraba esperando a que Sánchez le regresara el saludo. Sin embargo, el único sonido que pudo escuchar fue el viento. Nadie respondió, a pesar de que repitió el saludo una y otra vez hasta el cansancio. Dio a su compañero por muerto.
Cuando salieron los primeros rayos del sol, un destacamento se dirigió hasta la garita de Sánchez, en donde asombrados vieron que en la misma no había nadie. Solo encontraron su fusil, su cartuchera y su uniforme militar. Muertos de miedo y con el espanto a flor de piel, atribuyeron al mismísimo diablo la misteriosa desaparición del soldado Sánchez. De ahí el nombre de "La garita del diablo".
Los más escépticos, sin embargo, tomaron a chiste la leyenda que empezó a correr de boca en boca. Sabían que el apuesto españolito, prendado como estaba de una bella mestiza boricua llamada Diana, había planificado con ella su deserción y su huida nocturna hasta un lugar privilegiado y hermoso de la sierra de Luquillo.
De muerte, de amor o de misterio, el velo que cubre la leyenda de "La garita del diablo" sigue intacta, y los visitantes del fuerte usualmente preguntan por ella.
Fuentes del texto:
Leyenda de Terror /
CALLEJEANDOPR