Publicado en
abril 21, 2013
PERIPECIAS TURISTICAS
TRAS UN DÍA DE PASEO, nos registramos en un hotel de aspecto decoroso y nos fuimos directamente a la cama sin fijarnos cómo era el cuarto. Unas horas después, nos despertamos cubiertos de polvo y yeso que se habían desprendido del resquebrajado techo. Cuando acudimos a quejarnos a la recepción, el encargado no se disculpó, sino que tomó el teléfono, marcó el número del gerente y anunció: "¡Ha sucedido!"
—J.G.
MI ESPOSO había reservado una habitación doble con vista, pero cuando llegamos al hotel nos encontramos con un cuarto sencillo y sin vista. Mi marido dio aviso en la recepción y salió a registrarse en una convención. Durante su ausencia, nos cambiaron de cuarto. A su regreso, le informaron que las computadoras no estaban funcionando y que tendría que esperar un rato para que le dieran el nuevo número de su habitación. Entonces recordó algo que había oído por casualidad, tomó el ascensor hasta el piso 17 y llamó tentativamente a la puerta de la habitación 1711. Abrí, y ahí estaba él.
—Las computadoras no funcionan —explicó—. Nadie sabía dónde estabas.
—¿Cómo diste conmigo?
—Oí a un botones reír entre dientes mientras decía que acababa de mudar a una mujer cuando surgió el problema de las computadoras, y que su marido nunca la hallaría en el cuarto 1711.
—D.L.
La precisión es un deber; no una virtud.
—A.E. Housman
EXTRAÑO CORREO
MI ESPOSO y yo solíamos promover nuestro negocio entregando folletos publicitarios de casa en casa. Por lo general caminábamos juntos, y nos separábamos a veces para volvernos a encontrar unas manzanas más adelante. Una mañana, sin embargo, nos perdimos. Me quedé en una esquina un rato, y luego decidí rastrear a mi marido siguiendo la ruta de sus entregas.
Después de ver en cuatro o cinco buzones, me encontré ante un policía que, obviamente, había estado observándome. Avergonzada, me acerqué a él y le dije, sin pensar:
—Ocurre que estoy buscando a mi marido.
Él enarcó una ceja y dijo:
—¿Suele esconderse en los buzones?
—C.L.
¿POR QUÉ SERÁ que lo que nos cuentan nunca es tan interesante como lo que se alcanza a oír de la conversación ajena?
—Arnold Glasow, en The Wall Street Journal
BENEVOLO
MI MARIDO es muy paciente con mis experimentos en la cocina. A lo largo de los años he tenido algunos fracasos rotundos, pero él siempre los ha aceptado con buen humor. Hasta me ha felicitado por mi espíritu de aventura.
Una noche traté de preparar otro plato nuevo y diferente. El resultado fue un desastre.
—Esta es la peor comida que haya yo cocinado —comenté.
—No, no lo es —fue su respuesta inmediata.
—G.S.
LAS CONSECUENCIAS de la cólera son siempre más graves que sus causas. La discusión que surgió por un arañazo termina casi siempre en una puñalada.
—J.L. Martín Descalzo, en Blanco y Negro (España)
HUMORISMO MILITAR
DURANTE la Segunda Guerra Mundial, mis padres habían planeado una romántica boda en el Día de San Valentín. De pronto, mi padre recibió órdenes de prepararse para el embarco; todas las licencias se habían cancelado. Enamorado como estaba, se ausentó sin permiso oficial. La boda se realizó cuatro días antes de la fecha prevista, y mi padre regresó a su base para encontrar a un indignado sargento. Después de escuchar la explicación, el sargento dijo: "¡Está bien!", y luego de unos instantes, añadió: "¡Pero que no vuelva a suceder!"
—S.C.
EN CIERTA OCASIÓN, cuando era yo una joven enfermera al servicio de la Marina norteamericana, internaron en mi unidad de servicios médicos a un recluta herido de gravedad. Lo preparé para una intervención quirúrgica y le di una forma de autorización que debía llenar. Él me preguntó varias veces si de veras tenía que firmar el documento; le aseguré que era absolutamente necesario, y por fin lo hizo.
Entonces leí la forma, y comprendí el motivo de tanto recelo. ¡Era una solicitud de autopsia!
—F.D.
ERA YO INSTRUCTOR de sobrevivencia de la Fuerza Aérea norteamericana. El capellán que atendía a mi destacamento nos pidió que lo dejáramos participar en una de nuestras expediciones de práctica, pues quería comprender mejor la misión que cumplían sus feligreses. Así pues, cuando íbamos ascendiendo por una empinada y rocosa pendiente, dio un traspié, cayó y soltó una moderada exclamación de contrariedad. Luego, mirando al cielo, dijo: "Lo siento, Señor". Pero 50 metros más adelante volvió a caerse, y esta vez más aparatosamente. "¡No tenías que empujarme, Señor!", murmuró. "¡Te dije que lo sentía!"
—J.C.
ULTIMA PALABRA
UNA SEÑORA, ante la caja del supermercado, estaba haciendo pasar un mal rato a la empleada. Mientras la fila de quienes esperaban iba prolongándose, la mujer se mostraba más insolente. Por último, la paciente empleada llegó a un collar antipulgas para perro y preguntó a la cliente si había visto que el paquete estaba abierto.
—Desde luego —replicó la señora, tajante—. Yo lo abrí. No esperará que me lo lleve a casa para descubrir que no es del tamaño apropiado.
Una voz que surgió de la fila habló por todos nosotros: "¡Póngaselo, en buena hora!"
—T.W.B.
LOS QUE no aman a los niños sufren de un mal "heroditario".
—Marcelo Martínez Gómez, en Expreso (Lima)
PUNTO DE VISTA INFANTIL
HACE AÑOS, mi hija menor me preguntó:
—Papá, ¿de dónde vienen las nubes?
Tratando de encontrar una analogía, señalé la cafetera, que estaba sobre la estufa.
—Supongamos que el agua de la cafetera es el océano expli-qué—, y que el quemador es el Sol: Cuando este calienta el océano, crea vapor de agua, y así se forman las nubes.
La niña pareció satisfecha con mi explicación.
Varios días después, durante el desayuno, mi hijita me miró con intensidad y dijo de pronto:
—Papá, he estado pensando: ¿qué les pasaría a las nubes si todos dejaran de tomar café?
—T.B.
JUEGOS DE ESPERA
DECIDÍ PONER a prueba a una pizzería cercana que ofrecía entregar a domicilio sin cargo. Cuando el pedido llegó, dos horas después, llamé para quejarme:
—No sólo se tardó muchísimo —dije—, sino que el pan estaba blando, el queso se había pegado a la tapa de la caja y la pizza estaba fría.
Hubo un momento de vacilación; luego una voz, al otro lado de la línea, contestó:
—Sí, señor, esa parece ser una de las nuestras.
—L.E.
ESCUCHÓ... Y OBEDECIÓ
EL CEMENTO FRESCO atrae siempre a los jóvenes "artistas" que gustan de dejar su huella para la posteridad. Por esta razón, mi socio y yo estábamos cuidando una plancha de cemento fresco que habíamos puesto a la entrada de una tienda. Habíamos colocado un par de tablones firmes sobre el cemento, de manera que los clientes pudieran entrar y salir sin peligro, y estábamos vigilando desde el camión, situado al otro lado de la calle.
Todo iba bien, hasta que llegaron dos muchachitos. Uno pisó sobre los tablones, y el otro dio un paso dentro del cemento.
Mi socio bajó el cristal de la ventanilla y le gritó: "¡Eh! ¡Quítate de ahí!" Y, en efecto, el que estaba en los tablones saltó al cemento fresco.
—B.A.
DE LO QUE SE DICE en sociedad, lo que importa es que tenga gracia; lo de menos es que sea verdad.
—Jacinto Benavente, en El rival de su mujer (Aguilar, Madrid)
PEQUEÑECES
AUNQUE YO nunca lo había visto, sí sabía que mi abuelo había medido 1.67 metros de estatura, mientras que mi majestuosa abuela medía 1.80. Cierto día, estaba yo mirando viejas fotografías de mis abuelos, y de pronto comprendí que aquella había sido una pareja muy dispareja.
—Abuela—le pregunté—, ¿cómo pudiste enamorarte de un hombre mucho más bajo que tú?
Ella se volvió hacia mí:
—Querida —me dijo—, nos enamoramos sentados, y cuando me puse de pie ya era demasiado tarde.
—R.W.E.
AMOR FRATERNO. Un día, mi hermana menor cavilaba sobre su pasado. "¿Me habrán adoptado?", preguntó. "Efectivamente", respondí; "pero te devolvieron".
—B.F.
HENRY JAMES criticaba así a una novelista contemporánea suya: "Comenzó hace algunos años escribiendo los disparates más desmesurados, y ahora escribe disparates muy sensatamente mesurados".
EN GUARDIA
DE PIE ANTE UN ESPEJO en los lavabos de un aeropuerto, trabé conversación con una señora que estaba a mi lado. Comenté que había tenido toda clase de problemas con el automóvil en el camino: me había costado trabajo arrancarlo y finalmente se detuvo al salir de la carretera interestatal; allí, un mecánico le instaló un acumulador nuevo, pero muy pronto el auto volvió a pararse. Y para colmo, le conté, cuando llamé a mi marido, me dijo que nuestra lavadora de platos no funcionaba. En ese momento alguien preguntó desde el fondo de los lavabos: "Señora, ¿no le importaría decirme qué vuelo va a tomar?"
—L.P.
SERIA SUFICIENTE. No sabiendo qué regalar a su novia el día de San Valentín, un joven le pregunta a su madre:
—Mamá, si tuvieras 18 años, ¿qué desearías?
—Con eso me bastaría —contestó la madre.
—Colaboración de Rosa Sánchez de Contreras (Mérida, Venezuela)
LA CLAVE ES EL INTERES. Esforzarse es molesto sólo cuando estamos aburridos. Si a uno le interesa el resultado de lo que hace, no le enfada ningún trabajo. Un buen cocinero desempeñará su oficio con infinito cuidado, si es que le gusta; uno malo no perderá el tiempo esmerándose.
—Sydney Harris, North America Syndicate
ARMONIA CONYUGAL
EN UNA ÉPOCA de mi vida, todas las plantas que yo tocaba morían. Un día de mi cumpleaños, mi hija me regaló una enorme hiedra inglesa. Sus hojas lucían verdes y brillantes y caían en cascada desde el tiesto, en una exuberante demostración de buena salud. Mientras yo la sostenía en alto para que todos la admiraran, mi esposo comentó: "Vas a tardar mucho en matar esta".
—V.L.
DESPUÉS DE PASAR toda la cena corrigiendo los modales de mi pequeño hijo, me volví hacia mi esposa y le pregunté:
—¿No terminará nunca el aprendizaje?
—El aprendizaje de un niño no termina jamás —respondió—. Cuando se casa, su esposa se hace cargo de esa tarea. Y, por favor, deja de hablar con la boca llena.
—M.S.
¿COMO DICE?
LO QUE DEBE usted hacer es dejar de seguir los consejos de los demás.
—Melissa Timberman, en Omni
JAMÁS iría a Marte, aunque fuera el lugar más remoto de la Tierra.
—King Features
ALGUNAS personas tratan sus jardines como si fueran tierra.
—"Graffiti"
SOLÍA ser indeciso, pero ahora no estoy seguro.
—0mni
MENSAJEROS DE VIDRIO
UNA BOTELLA que llevaba casi 40 años flotando en el río Ouse, de Cambridgeshire, Inglaterra, fue recuperada a sólo 16 kilómetros de donde la habían "botado".
Son muchos los mensajes embotellados que, en una fracción de ese tiempo, viajan miles de kilómetros entre un continente y otro. A una inglesa le devolvieron desde las Bahamas una botella que había arrojado al mar ocho años antes en la isla de Madeira, al norte de las Canarias.
De acuerdo con el Libro Guinness de marcas mundiales, el intervalo más largo que se ha registrado entre el momento en que se echa una botella al agua y el momento en que se le recupera, es de 73 años. Como la del río Ouse, esa botella no había viajado mucho. Alguien la arrojó por la borda del buque Arawatta frente a Queensland, Australia, en 1910, y la recogieron en una isla cercana.
—Ian Brown, en el Daily Mail (Londres)
CARENCIA
PARA FESTEJAR el cumpleaños de mi esposa, que estaba embarazada, compré un suculento pastel de chocolate. Mientras probábamos el pastel, hablamos de los antojos que algunas veces tienen las mujeres en su estado. En alguna parte había leído yo que, en ocasiones, esos antojos se deben a deficiencias en la dieta. Mientras cortaba una segunda rebanada para mí, le dije: "Quisiera saber de qué carece mi cuerpo, que me pide comer más pastel".
Con sumo tacto, mi esposa sugirió: "Tal vez de fuerza de voluntad, mi amor".
—R.A.H
DESALOJADA
EN MI NEGOCIO de jardinería contraté a un joven para que me ayudara durante los meses más atareados. En el primer encargo que atendimos, le pedí que enrollara una manguera que estaba extendida a lo largo del césped hasta un invernadero.
Como encontró resistencia, mi ayudante supuso que la manguera se había enganchado en algo, y le dio un fuerte tirón. Acto seguido, una desconcertada mujer salió dando traspiés desde el invernadero, donde había estado muy tranquila regando sus plantas.
—M.P.
LAS MEJORES relaciones son las que creamos a expensas nuestras, con nuestra propia generosidad y comprensión.
—Branko Bokun, en Humour Therapy (Víta Books, Londres)
LOGICA ADOLESCENTE
SOLÍA ENCONTRAR los zapatos de mi hija debajo de la cama, del sofá, de la mesa del comedor; dondequiera que se los hubiera quitado. Pacientemente, yo los recogía y los guardaba en la bolsa para zapatos de su habitación.
—¡Mamá! —me gritó una mañana—, ¡no encuentro mis zapatos?
—¿Buscaste en la bolsa? —le pregunté.
Tras un corto silencio, contestó:
—¿Cómo quieres que los encuentre, si siempre los estás poniendo en su lugar?
—A.M.
ME PREGUNTA usted, querida amiga, qué debe hacer para congraciarse con su nuera. ¡Vaya, pues nada más sencillo! Déle regalos, no consejos.
—Ernest Legouvé
EJERCICIOS PARA AUTOMOVILISTAS
UNA CAUSA FRECUENTE de accidentes en carretera es la fatiga. Para combatirla, tómese varios descansos durante el viaje. Una vez que se haya estacionado en un lugar seguro, haga estos sencillos ejercicios que lo mantendrán alerta, y que recomienda la policía de caminos británica:
Empiece con los músculos faciales, del cuello y de los hombros; luego siga con la parte inferior de la columna vertebral, los glúteos, las piernas y los tobillos.
Sonría para activar los músculos faciales.
Estire el cuello para eliminar los puntos de tensión de la parte superior de la columna vertebral.
Haga girar los hombros para poner en movimiento las articulaciones de esa región.
Inclínese hacia los lados y gire la cadera para aflojar la parte inferior del cuerpo.
Levante los talones y los dedos de los pies para evitar el entumecimiento y los calambres en las piernas, los tobillos y los glúteos.
DIAS DE RECOGIMIENTO
SOLEDAD es un claro rodeado de árboles: grandes y densas nubes de árboles cuyas hojas se mecen al aire tibio. Es el zumbar de los insectos en el estío; el suave vaivén de la oruga en su cuna de seda. Es también, entre las sombras parchadas de verde, el venado que con ojos entrecerrados y oídos atentos acecha los susurros de alerta del bosque.
Ser solitario no entraña estar solo. Es ser uno con todo: la hierba fresca, el venado, el claro del bosque, el planeta, la galaxia, el universo. No es pérdida, sino venturosa integración. La integración en ese intervalo del tiempo, suspenso en la eternidad.
—John Wyatt, en The Shining Levels (Geoffrey Bles, Londres)