LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
octubre 11, 2009
El paciente estaba sumamente preocupado.
—¿Está usted seguro de que tengo pulmonía, doctor? —preguntó—. Me han contado de casos en que el médico diagnosticó pulmonía y el paciente murió de otra cosa.
—No se preocupe —le dijo el médico—. Cuando yo trato a un paciente de pulmonía, muere de pulmonía.
—Winston Pendleton, en Funny Stories, Jokes and Anecdotes (Prentice Hall)
Dos economistas fueron a comer a un restaurante.
—Olvídese de la comida —le dijo uno de ellos a la mesera—. Sólo tráiganos la cuenta para que podamos discutir
—Carol Simpson, en Funny Times
Extraviado en un camino vecinal, un turista chocó con un lugareño en un cruce de caminos. Ambos se bajaron de sus coches para examinar los daños.
—No es nada grave —dijo el lugareño—. ¿Por qué no tomamos un trago para calmar nuestros nervios?
Acto seguido, sacó una botella de su destartalado camión, le quitó el tapón y se la ofreció al turista.
Este tomó un buen trago y le devolvió la botella al lugareño, que la tapó y volvió a guardarla en su camión.
—¿No va usted a beber? —inquirió el turista.
El lugareño meneó la cabeza.
—No hasta que se haya ido el policía.
—J.S.
Un calvo entró en un salón de belleza y tomó asiento.
—¿En qué puedo servirle? —preguntó la peinadora.
—Fui a que me hicieran un trasplante de cabello —explicó el hombre—, pero no pude soportar el dolor. Le daré a usted 5000 dólares si puede hacer que mi cabello se vea como el suyo sin causarme sufrimiento.
—Muy bien —dijo la peinadora, y acto seguido se afeitó la cabeza.
—Debbie Costet, citada por Moira Bailey en el Sentinel (Orlando, Estados Unidos)
El señor Blanco se encontró en el bolsillo de un viejo traje la nota de la zapatería adonde había llevado a reparar unos zapatos hacía seis años.
Llamó al taller para ver si todavía estaban allí.
—¿Eran unos zapatos negros a los que había que ponerles medias suelas? —preguntó el encargado.
—Sí —repuso Blanco.
—Los tendremos listos dentro de una semana.
—Citado en el Lutheran Digest
¿Ya supieron de la nueva admonición que llevarán las botellas de bebidas alcohólicas? "Advertencia: este producto puede hacer que las personas del sexo opuesto parezcan más atractivas de lo que son".
—Ron Dentinger, en el Chronide (Dodgeville, Estados Unidos)
El juez del tribunal de divorcios:
—He examinado el caso y he decidido darle a su esposa 350 dólares semanales.
Acusado:
—Es usted muy generoso, Su Señoría. Yo también trataré de enviarle algunos centavos de vez en cuando.
—Lancaster Motorist
Una mujer se encuentra una nota en el menú de una cafetería: "Le obsequiaremos diez dólares si ordena un sandwich que no podamos preparar". Entonces ordena un sandwich de oreja de elefante. Al cabo de varios minutos, la camarera regresa y le dice:
—Aquí están sus diez dólares. No podemos prepararle su sandwich.
—No me extraña —responde la mujer—. ¿De dónde iban a sacar orejas de elefante?
—No; no es por las orejas —dice la camarera—. Es que se nos acabaron los bollos grandes.
—N.S.M.
Iban tres médicos rumbo a una convención cuando de pronto al auto se le desinfló un neumático. Se bajaron y lo examinaron. El primer médico dijo:
—Creo que está desinflado.
El segundo médico lo miró con detenimiento y opinó:
—No cabe duda de que parece estar desinflado.
El tercer médico lo tocó y dijo:
—Se siente desinflado.
Los tres asintieron con la cabeza y dijeron al unísono:
—Será mejor que le practiquemos algunos análisis.
—D.B.
De camino a su casa con una fuerte resaca cierto domingo por la mañana, un hombre advirtió que había perdido su sombrero. Pensó que la manera más rápida de conseguirse otro era ir a la iglesia y robarlo del vestíbulo.
Ya en la iglesia, oyó que el sermón giraba en torno a los diez mandamientos. Cuando terminó, fue a decirle al sacerdote:
—Quiero que sepa que entré en esta iglesia con la intención de robarme un sombrero, pero cuando lo oí hablar cambié de parecer.
—¡Qué bien!—repuso el cura—. ¿Qué dije para que eso sucediera?
—Bueno—contestó el hombre—, cuando llegó al mandamiento sobre el adulterio, recordé de pronto dónde había dejado mi sombrero.
—Quote