Publicado en
marzo 08, 2025
EN UN programa de la televisión norteamericana llamado La gente que hace las películas, en que participan famosos y veteranos directores de películas de Hollywood, Howard Hawks relató que cierto actor y cierto escritor se conocieron en una fiesta. El actor preguntó al literato quiénes, en su opinión, eran los mejores novelistas contemporáneos, y la respuesta fue:
—Thomas Mann, Willa Cather, John Dos Passos, Ernest Hemingway y yo.
El artista repuso.
—¿Se dedica usted a escribir, señor Faulkner?
—Sí —asintió el gran novelista—. Y usted ¿en qué trabaja, señor Gable?
—NET
A NADIE asombró que cierta asociación de cronistas deportivos de Estados Unidos otorgara el título de "El atleta más valiente del año" a la jockey Mary Bacon, de 24 abriles. En el curso de sus cinco años de jinete, esta rubia de 1,60 m. de estatura se ha fracturado dos veces la columna vertebral, ha montado con la clavícula vendada con esparadrapo y asomando rota sobre la piel, ha estado en la lista de enfermos graves y ha dado a luz una hija al terminar una monta en su tercera carrera del día.
"Mucha gente me tacha de loca", comenta, y luego, esbozando una encantadora sonrisa, concluye: "pero soy sólo una madre que trabaja, como otras muchas".
—Newsweek
EL DIRECTOR de orquesta Otto Klemperer dirigía una obra moderna que le disgustaba profundamente. En pleno concierto un espectador se levantó y salió de la sala. Entonces Klemperer, volviéndose al público, exclamó: "¡Gracias a Dios que alguien la entiende!"
—Henri Temianka, en Facing the Music
DURANTE las muchas conferencias a que el diplomático norteamericano Charles Bohlen asistió con José Stalin, el dictador soviético solía hacer dibujos en un bloc de papel, mientras escuchaba. Más tarde Bohlen contaba que invariablemente dibujaba lo mismo: cabezas de lobo.
—C.L. Sulzberger, en An Age of Mediocrity: Memoirs and Diaries 1963-1972
EL PINTOR surrealista Salvador Dalí compró hace dos años a su esposa Gala un castillo en España. A petición de ella, para tapar un radiador, le pintó un biombo que representa un radiador. "Es el más realista de mis cuadros", comenta Dalí.
—V.R.
EN 1972 el Presidente de México, Luis Echeverría, pidió a la Universidad de Yucatán que le reservara el doctorado honoris causa que estaba a punto de otorgarle, hasta el fin de su mandato presidencial, en 1976, diciendo: "Para ver si realmente lo merezco".
—AP
UNA SEÑORA en gira turística por Noruega, se sintió tan atraída por un hermoso jardín que no pudo resistir la tentación de abrir la puerta y penetrar en él. Al darse cuenta, un momento después, de que había despertado a un caballero que dormía la siesta en una hamaca, se disculpó:
—¡Perdone usted, señor! No pude resistir la tentación de entrar, porque tiene usted un jardín primoroso.
—Me complace mucho que la gente disfrute de él —le respondió el rey Olav de Noruega.
—G.G.
EL CÉLEBRE pianista Artur Rubinstein, en una recepción dada en su honor después de tocar en un concierto, comió apenas unos cuantos bocadillos que sirvieron con los cocteles, porque suponía que en seguida servirían la cena. Cuando le pidieron que pasara al salón contiguo, el artista supuso que era para cenar, pero se encontró allí con un grupo de huéspedes congregados alrededor de un piano.
—Pensé que se dignaría usted tocar algo para mis invitados —explicó la anfitriona.
Rubinstein tocó cinco notas y luego bajó la tapa del instrumento.
—¿Eso es todo? —preguntó desilusionada la dama.
—Señora —repuso el pianista—, eso fue todo lo que comí.
—Leonard Lyons
EL LEGENDARIO general norteamericano George Patton fue a visitar el Club de Oficiales del XV Ejército en Bad Nauheim (Alemania) poco después de haberse hecho cargo del mando de aquella unidad norteamericana, en octubre de 1945. Apenas entró Patton, todos se pusieron en pie, incluso otros tres generales... menos un ex soldado raso, recién licenciado, que visitaba el establecimiento antes prohibido para él. En medio de un silencio sepulcral, el viejo general marchó hacia la mesa donde se hallaba el insolente, y se le quedó mirando con fijeza.
Después de algunos instantes de tensión, el joven, algo turbado, pero en tono decidido, balbució:
—Mi general: ya no estoy en el ejército... Ahora soy paisano.
Todos los presentes se preparaban a escuchar una de las tradicionales filípicas de Patton, pero el general, en vez de ello, contestó serenamente:
—Muchacho, ¿y vas por eso a faltarle al respeto a un anciano?
El nuevo paisano se puso en pie rápidamente y se cuadró.
—J.K.