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marzo 19, 2024
EL ADMINISTRADOR de un modesto hotel norteamericano llamó una vez al fontanero, pues un gato se había metido inexplicablemente entre un piso y otro, por donde iban las tuberías. El fontanero no hizo ninguna labor propia de su oficio, pero debía cobrar su tiempo, por lo cual presentó la cuenta siguiente:
"Por llamar ¡Gatito! ¡Gatito! 125 veces, a 10 centavos la llamada, 12,50 dólares".
—W.H.McD.
EN ESTOS días millones de personas andan en busca de trabajo. Pero hay una plaza que sigue vacante: la de guarda nocturno de cierto museo de cera. Unas doce personas desempeñaron el puesto el año pasado, y todas ellas renunciaron por temor. Parece ser que "veían visiones" por las noches.
—Harry Reasoner, de la ABC
EN LA oficina estábamos inmersos en un programa intensivo de perfección en las tareas cuando recibimos de la dirección el aviso siguiente: "Hace poco les enviamos unos carteles de calidad que deberían montarse en otros tantos marcos de calidad. A estas horas ya habrán descubierto ustedes que los marcos no son de las dimensiones de los carteles. Les rogamos, pues, destruirlos. Pronto les enviaremos repuestos".
"Y, por favor, ¡sin comentarios!"
—S.J.D.
VIAJABA por primera vez en autobús de lujo y quedé maravillada, que había sido azafata en una línea aérea, por los excelentes servicios de a bordo. Entre ellos puedo citar: comidas durante la travesía, retretes, avisos por el sistema de altavoces y una azafata uniformada. Me presenté a mi colega, y ambas cambiamos impresiones acerca de los viajes por aire y por tierra.
Al llegar la hora de la comida, la muchacha repartió la carta que anunciaba una gran variedad de emparedados. Pero al empezar a atender los pedidos se le presentó un problema: no había suficientes de ensalada de huevo. La azafata corrió a hablarle al oído al conductor, y éste detuvo el vehículo. Un transporte de la misma línea que venía detrás también hizo alto. Nuestra azafata pasó de prisa al segundo autobús y al poco tiempo volvió con una bandeja de emparedados de ensalada de huevo. Al pasar junto a mí, me preguntó: "¿Podrían hacer lo mismo en un avión?"
—B.L.J.
LOS EMPLEADOS que hayan debido buscar en los archivos datos acaso inexistentes, sabrán apreciar el comentario de un oficinista que había buscado inútilmente una carta extraviada: "Como epitafio, quiero que se grabe en mi lápida la siguiente inscripción: ARCHIVADO CORRECTAMENTE".
—P.S.
EN CIERTA fábrica de aluminio a nadie se le ocurría un método para mover hasta una distancia de siete metros una costosa máquina que pesaba 100 toneladas. Por fin el capataz tuvo una idea: tendió en el piso, alrededor de la enorme máquina, la pulpa y las cáscaras de 50 kilos de plátanos, y así pudieron deslizarla hasta su sitio.
—UPI
UN EMPLEADO de oficina leyó complacido un aviso al personal en que se decía que la empresa, para ahorrar electricidad, reduciría la iluminación en los lugares donde no fuera indispensable. El entusiasmo del empleado, sin embargo, disminuyó mucho cuando descubrió que habían suprimido la lámpara de su escritorio.
—M.T.
LA MESA de trabajo de mi corredor de bolsa está junto a una ventana que da a una calle muy transitada.
Todos los días, a la hora del almuerzo, se estaciona frente a su ventana un vendedor de "perritos calientes", con su típico carrito cubierto por un quitasol.
Un día estaba yo sentado a la mesa de trabajo del corredor cuando un individuo bien vestido se detuvo al lado del vendedor con el propósito de comprarle un "perrito". En eso su mirada se cruzó con la del agente de bolsa. Ya levantando el pulgar, ya señalando con él hacia abajo, aquel sujeto se las arregló para informarse, a través del cristal de la ventana, cómo estaba la situación bursátil. El corredor le respondió apuntando con el pulgar hacia arriba. Nuestro hombre sonrió con aire feliz, se alejó del salchichero, atravesó la calle y se metió a almorzar en un restaurante.
—E.P.L.
LETRERO en la marquesina de cierto centro comercial: "EL PATRÓN ME DIJO QUE PUSIERA ALGO AQUÍ. Y ASÍ LO HICE".
—K.B.