Publicado en
octubre 13, 2023
Alicia y Sara eran dos chicas de 15 años e íntimas amigas desde la más tierna infancia. Vivían en el mismo barrio, estudiaban en el mismo instituto, iban a la misma clase... En fin, eran inseparables. Sin embargo, tenían carácteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era muy tímida y callada.
Cierto día, Sara le propuso a Alicia:
—¿Por qué no hacemos un juramento de sangre, un pacto que selle nuestra gran e inseparable amistad?
—¿Qué?
—¡Claro! Por si algún día perdemos el contacto, ya sea por el trabajo, el matrimonio y tantas cosas que depara el destino, juramos que la que muera antes de nosotras dos, irá a avisar a la otra.
—¡Qué tontería, Sara, no necesitamos un pacto, siempre estaremos juntas!
Ante la insistencia de Sara, y entre asombrada y divertida, Alicia al final aceptó la propuesta. Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo índice de la mano derecha y sellaron el pacto a la luz de unas velas.
Como es normal, a veces el destino lleva a las personas por rutas diferentes y después de graduarse, cada una, se separaron.
Pasaron los años. Alicia tenía un buen trabajo, una casa preciosa, un marido y un hijo maravilloso. Hacía mucho que no veía a Sara, aunque a veces se acordaba de ella cuando se veía la cicatriz de su dedo índice.
Una noche, Alicia tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un camión invadía su carril y chocaba con su coche. Se despertó empapada en sudor y justo en ese momento oyó llamar al timbre de la casa. Eran las 3 de la madrugada.
Miró a su marido que dormía profundamente a su lado. El timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo bajo y preguntándose quién podría ser a esas horas, Alicia se levantó y fue a ver quién tocaba el timbre.
Se asomó por la ventana y vio a una mujer en el porche.
—¿Quién es y qué desea a estas altas horas de la noche? —Preguntó Alicia.
—¡Alicia, soy Sara!
—¿Sara qué?
—¡Tu amiga de sangre! —Contestó la mujer.— Abre, quiero hablar contigo.
Alicia pensó unos segundos y se asombró. Abrió enseguida la puerta. Sara había cambiado bastante, pero no tanto como para que Alicia no la reconociera. Se veía terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida que sangraba en su cabeza.
—¡Por Dios, Sara! ¿Qué te ha ocurrido? Entra, te curaré esa herida. ¡Cuánto tiempo sin vernos!
Sara no se movió de donde estaba.
—He venido a cumplir mi promesa Alicia. He muerto y vengo a decírtelo.
Alicia se quedó sin habla.
—Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaré esperando...—Dijo Sara levantando el dedo índice, mostrando la cicatriz que en juventud selló su promesa. Acto seguido desapareció.
¡Alicia estaba impactada! Su primera reacción fue buscar a su amiga en el porche, pero nada. Cerró la puerta y, entre nerviosa y asustada, empezó a procesar lo ocurrido. No lo podía creer. ¿Fue verdad lo que vio? ¿Fue el fantasma de Sara?
A los pocos segundos sintió un dolor en su dedo índice. Lo revisó y vio que le sangraba por el corte producto del pacto de sangre que hicera décadas atrás.
Alicia se sentó en el sofá de la sala para curar la cicatriz. Medio temblorosa y asustada siguió meditando en lo ocurrido, hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente, Alicia despertó en su cama y pensó que todo había sido un mal sueño. Se levantó a desayunar y encendió el televisor de la cocina. El noticiero informaba de un accidente la noche anteior: a las 3 de la madrugada un camión había chocado con un coche y la conductora del mismo había fallecido en el acto. Al escuchar el nombre de la fallecida, Alicia se estremeció. Era su amiga de la infancia, Sara.
Alica reaccionó de forma nerviosa, ya que se dio cuenta que lo ocurrido la noche anterior no había sido un sueño. El fantasma de su amiga hizo acto de presencia cumpliendo el pacto sellado.
A partir de aquel día la vida de Alicia cambió. Su estado de ánimo no era el mismo. Pasaba nerviosa todo el día, pensando constantemente en su amiga, su aparición y la promesa que ambas hicieron en su juventud. Eso la fue afectando en su trabajo, como esposa y como madre. Todas las noches tenía el mismo sueño, en el cual oía llamar a la puerta y al abrir veía a Sara con un aspecto desagradable y levantando el dedo índice diciendo: "Te estaré esperando para que también cumplas tu promesa". Y siempre se levantaba con el dolor insoportable en su dedo índice.
Su marido no entendía lo que le estaba pasando, pues Alicia nunca le contó lo sucedido. La llevó al hospital y el médico le dijo que ella no se estaba alimentando bien y que la veía demasiado nerviosa. Le recomendó que la dejara para chequear bien lo que le ocurría. La internó en el hospital.
En el hospital Alicia fue empeorando. Contaba a su médico que en sus pesadillas veía a su amiga Sara junto a su cama que le decía: "No olvides cumplir tu promesa".
Una noche, un enfermero del hospital oyó un espantoso ruido de cristales rotos. Fue a inspeccionar y se dio cuenta que provenía de la habitación de Alicia. Al entrar vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Alicia tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Informó a seguridad y corrió a auxiliarla.
Cuando llegó donde estaba Alicia, ésta mostraba una herida grande en su cabeza. No tenía pulso. El enfermero se puso de pie y vio escrito en el pavimento, con la misma sangre de Alicia: "AMIGAS POR SIEMPRE. PROMESA CUMPLIDA".
Fuente del texto:
WIKI CREEPYPASTA