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enero 18, 2023
El mejor dirigente es aquel cuya existencia apenas conoce el pueblo.
Es menos bueno el obedecido y aclamado.
El peor es el que inspira desprecio.
Pero de un buen dirigente que habla poco una vez que ha concluido su obra y ha realizado sus propósitos, el pueblo dirá: "Lo hicimos nosotros mismos".
—Lao-tse (c. 565 a. de J.C.)
LOS FRANCESES consideran romántica la hora en que se desvanece la luz del día y llegan las sombras de la noche. También algunos tienen por mágicas las noches tropicales. Pero para mí el momento más encantador es la fresca mañana del nuevo día que presagia calor.
No me refiero al alba, sino a un par de horas después, cuando la gente ha empezado sus quehaceres. En el jardín un caballero coge un botón de rosa para colocárselo en la solapa. En la ciudad se levantan las persianas, se abren las puertas de los comercios y se barren las aceras. En el parque los jardineros recogen los papeles de las comidas campestres de la noche anterior.
¿Qué da su encanto a una mañana de mediados del verano? ¿La pureza del aire, la frescura de la brisa, el fulgor azul del cielo, la alegría de los rostros de nuestros semejantes? Quizá... Pero la mayor parte de ese hechizo está en los ojos del espectador. El descanso de la noche nos ha dado una nueva perspectiva. Nuestros sentidos están más aguzados. Es la hora apropiada para cantar y recitar poemas.
—Doris McCroskey
LOS TRÁGICOS griegos consideraban que ciertas cosas deben quedar ocultas a los espectadores por ser estéticamente ofensivas.
La sexualidad y la violencia estaban tan presentes en la antigüedad como en nuestro tiempo; también se manifiestan en el arte de los griegos. En la Orestiada de Esquilo, que es un ciclo completo de sangrientos homicidios y venganzas, Clitemnestra mata de una puñalada a Agamenón; Orestes asesina a Clitemnestra... todo ello detrás de los bastidores. Edipo Rey es una historia de parricidio, incesto, suicidio y ceguera por arrancamiento de los propios ojos... nada de lo cual aparece en el escenario. La violencia orgiástica de Las Bacantes de Eurípides no ocurre ante el público. Los poetas trágicos griegos presentaban el impacto emocional de la sexualidad y la violencia en la mente, el corazón y el alma humanas. Esquilo, Sófocles y Eurípides, dramaturgos de gran vigor, jamás tuvieron que recurrir a la "obscenidad".
Si recorremos de un vistazo la historia de la literatura universal, observaremos que, cuando mengua el poder creador, queda, como último recurso, el de causar repugnancia. ¿Nos cabe alguna duda de los sentimientos que se profesaban Romeo y Julieta? ¿Sabemos cómo fue su noche de bodas? ¿Ganaríamos algo con haberla presenciado? Shakespeare tuvo el valor de expresar lo inefable sin mostrar lo indelicado. El corazón humano resulta más noble que la ingle, y más interesante.
—Erich Segal
IDENTIFICAR los valores a que todos podamos jurar lealtad es un ejercicio ligero, previo a la tarea verdadera y heroica: hacer que esos valores vivan. Los valores morales ya se han esculpido en monumentos y se han escrito en luminosos manuscritos. No es necesario seguir haciéndolo. Ahora es preciso que esos ideales cobren vida en las acciones de los hombres.
—John Gardner, en The Recovery of Confidente
HACE MUCHOS años, en Indianápolis, un viejo predicador me preguntaba por qué estaba yo tan tenso.
—Porque hay ante mí 5000 personas —le respondí— que esperan mi ayuda.
—No. Se engaña —me replicó—. Sólo hay ante usted una persona. Nadie nos escucha como parte de la multitud. Cada cual oirá sus palabras como individuo.
—Charles Templeton, escritor canadiense
JAMES LONGLEY, gobernador del Estado norteamericano de Maine, fue alumno destacado de la generación de 1948 en el Colegio Universitario Bowdoin. Inmediatamente después de la ceremonia de graduación, su madre lo llamó aparte para hacerle esta sabia advertencia:
"Hoy me sentí muy orgullosa de ti, y creo que conquistarás muchos honores en la vida. Pero no olvides que, por más distinciones que acumules, una circunstancia, más que ninguna otra, será lo que determine la mayor o menor concurrencia de gente a tu entierro: el estado del tiempo".
—P.C.
EL CARÁCTER de una persona se conoce tanto por lo que no advierte como por lo que comprende. Luis XVI y el último Zar escribieron en sus respectivos diarios personales: "Hoy, nada", cuando estallaban sendas revoluciones a su alrededor. Eso habla de ellos más elocuentemente que cualquiera de sus actos o de sus palabras.
—Simone de Beauvoir, en "Todo lo dicho y hecho"