POR FAVOR, NO COMPRE UNA MOTOCICLETA A SU HIJO
Publicado en
septiembre 12, 2022
Por Jeff Davidson (director de admisiones de la Escuela de Ultramar, de Roma.)
LOS ADOLESCENTES modernos son muy ingeniosos y disponen de muchos medios baratos para estropearse el físico sin la complicidad de los padres.
Ser padre, en los días que corren, es arduo problema. Pero si le compra a su vástago una motocicleta, es posible que no le dure mucho el objeto de su preocupación.
El pequeño chantajista le dirá a usted que los padres de los otros chicos ya les han comprado una a ellos. O bien le jurará que llevará a casa una calificación sobresaliente por cada caballo de fuerza. ¡Mándelo a freír espárragos! Creo que usted tiene la suficiente edad y la madurez necesaria para ser independiente. Sea usted el primer padre de la vecindad que tiene un hijo adolescente completo, sin estragos anatómicos.
En los últimos años, cuatro de nuestros estudiantes han muerto cabalgando motocicletas. Eran chicos simpáticos, despreocupados, que en días más felices olvidaban lavarse las manos antes de comer y volvían tarde por la noche los fines de semana. Uno de ellos ya había sufrido una conmoción cerebral; se recuperó, y luego se mató la primera vez que volvió a ocupar el sillín.
Cada año, a fines de septiembre, empieza la carnicería. Al llegar las fiestas navideñas los vestíbulos de nuestra escuela parecen los de un hospital de alguna guerra civil: vemos un brazo o una pierna enyesados por aquí, unas muletas pór allá, unos vendajes, una silla de ruedas... Las verdaderas tragedias, en general, ocurren durante la primavera. Dos muchachos en una motocicleta, el tibio viento, y después todo un verano de sufrimientos.
Que yo recuerde, últimamente hemos tenido entre nuestros alumnos dos amputaciones virtuales, una invalidez permanente, la pérdida de la .vista de un ojo, una conmoción cerebral, un cuello roto, y tal abundancia de brazos y piernas fracturados que la lista sería interminable. Un año contamos una por una las bajas: en Pascua, todos los orgullosos dueños de motocicleta, sin excepción, reconocieron haber sufrido cuando menos un accidente menor desde el otoño anterior, y algunos de los centauros más duchos habían tenido que ausentarse de la escuela hasta cuatro meses.
• Los riesgos de morir en un accidente de motocicleta son mucho mayores que en automóvil; la probabilidad de salir lesionado, casi es segura.
• En los atractivos escaparates de las tiendas hay incluso ofertas de hermosos modelos para muchachos de 14 años. No se les exige permiso de conducir, ni registro, ni seguro contra accidentes.
• Casi un tercio de todas las motocicletas acaban siendo robadas o desmanteladas... y, lo más probable, en algunos casos, por padres desesperados.
Permita usted que su chico se deje crecer el pelo hasta que le llegue a las sucias rodillas; consiéntale que responda con insolencias y deje su habitación en desorden o que vague por la casa sin ocupación útil, desperdiciando su juventud. Pero no lo mutile. Por lo menos, el pelo le seguirá creciendo. Y podrá seguir hablando, vagabundeando y enamorando a las chicas. Día vendrá en que el adolescente ya no será tan calamitoso. Y le invitará a usted a cenar en casa todos los viernes.
Pero, por favor, no compre una motocicleta a su hijo.
Condensado de "Newsletter", de The Overseas School of Rome, Mayo-Junio de 1972.