UN MUNDO MARAVILLOSO PARA LAS AVES
Publicado en
junio 23, 2022
Mundo de los pájaros, de Lila Acheson Wallace
En esta exposición sin par, los pájaros vuelan libres en su ambiente natural y los visitantes pasean entre ellos.
Por Jean George.
EN JUNIO de 1972, en el parque zoológico del Bronx, de la Ciudad de Nueva York, se abrieron las puertas de un nuevo y extraordinario jardín paradisiaco: el "Mundo de los Pájaros de Lila Acheson Wallace". Conjuntos de torres circulares, paseos, curvos balcones y rampas de arbotante, este edén del reino alado —cuya creación ha significado once años de trabajos y cuyo costo ha ascendido a cuatro millones de dólares— atrae a millares de visitantes que, asombrados, desfilan por ambientes donde bullen, llenos de vida y de aleteos, pájaros que vuelan libremente. Se trata de la más compleja exposición de su género en todo el mundo.
Instalado en una tranquila colina, el Mundo de los Pájaros está coronado por tragaluces orientados para captar la luz solar. Reflectores instalados sobre el cristal añaden los minutos precisos de "luz diurna" adicional para reproducir cualquier estación de cualquier parte del mundo. Dentro, en un ambiente de clima acondicionado, familias de tucanes, tordos, colibríes y suimangas o nectarínidos (un total de 500 ejemplares de 200 especies) vuelan sobre las cabezas de los visitantes, cantan en medio de tormentas tropicales desatadas por la mano del hombre y se posan en árboles reales, enredaderas o flores.
El "Mundo de los Pájaros de Lila Acheson Wallace", visto desde una rampa exterior.
Una serie de sendas conduce a orillas de ríos y suelos desérticos, donde moran las aves que prefieren vivir en tierra. Las rampas exteriores acaban en el segundo piso de la estructura, y desde allí se puede ir hasta las mismas copas de los árboles por medio de puentes. Los acontecimientos son "naturales": cae la lluvia, las plantas exudan olorosos efluvios, los pájaros cortejan, cantan, anidan, educan a sus polluelos y disputan unos con otros ante los ojos de los visitantes.
Allí se escribe la historia de los parques zoológicos. Una pareja de mot-mot —aves sudamericanas de color pardo verdusco, del tamaño del cuervo— anida a la vista del público. Un tilonorrinco satinado, de Australia, ha construido con ramitas un lugar de apareamiento, que decora a diario con pedazos de papel azul (desdeña el de otro color). Poco antes la hembra penetró en la enramada, miró con signos de aprobación los adornos de papel y se apareó con el hábil decorador. Ella construirá ahora un nido aparte para poner los huevos.
Los subyugados visitantes prolongan su permanencia entre las copas de los árboles de la lujuriante "selva sudamericana", en la que se reproducen tormentas sorprendentemente reales. (Fotos: Robert Phillips).
El índice de natalidad atestigua el éxito del Mundo de los Pájaros desde el punto de vista de las aves: muchas ya están criando allí. Y es también algo maravilloso para los ornitólogos. Como dice Roger Tory Peterson, decano de los aficionados norteamericanos al estudio de los pájaros: "He visto cosas que jamás había percibido, y he sacado fotografías que nunca conseguí sacar en plena naturaleza, donde el dosel arbóreo de las selvas y bosques es de masiado tupido y los pájaros excesivamente cautos".
El Mundo de los Pájaros nació en 1961, cuando William Conway, director del famoso parque zoológico del Bronx, empezó a trabajar en una nueva exposición de aves acuáticas, destinada a probar la vieja teoría de que, si se les proporciona un buen medio natural, las aves permanecerán felices en él, sin necesidad de limitarlo con cristal o con alambre. Actualmente, en el nuevo aviario, golondrinas de mar y gallinetas vuelan sobre playas simuladas, sin barrera alguna entre ellas y las sendas por las que pasea el público.
Un "playboy" australiano, el tilonorrinco satinado, examina su nido de amor, que construye únicamente para sus galanteos.
Conway también tenía ideas acerca de los visitantes del parque zoológico. "Hoy", dice, "la gente quiere ver más que simples aves. Quiere ver lo que hacen, y cómo y dónde lo hacen". Así empezó a pensar en un aviario ideal, con pájaros que volaran libremente en ambientes interiores diferentes: selvas, pantanos, bosques, cumbres montañosas, desiertos, albergues subterráneos y huecos de árboles.
Se contrató a la firma de arquitectos de Morris Ketchum, hijo. Y se consultó a Charles Driscoll, superintendente de parques zoológicos, a conservadores y otro personal de los parques. Se proyectaron sectores para exposiciones de huevos, así como otros destinados a la proyección de películas sobre el arte de cortejar de las distintas aves, la construcción de nidos, la crianza de los polluelos, etcétera. Incluso se diseñó una cocina para que los visitantes pudieran ver cómo se prepara habitualmente la comida de los pájaros.
El cálao se encuentra en las selvas, desde la India hasta Sumatra. La hembra se encierra para anidar en un árbol hueco.
Con la aprobación de la junta de fideicomisarios, Conway mostró los primeros bocetos a la señora Lila Acheson Wallace, cofundadora del READER's DIGEST. La señora Wallace es una distinguida dama que, además de haber donado grandes sumas de dinero para fomentar el arte y para la conservación de la naturaleza, tiene numerosas aves en su propio hogar. Tras examinar cuidadosamente los planos, la señora Wallace dijo: "Me gustaría hacer esto".
Las excavaciones empezaron en, 1969. "Durante cuatro años, nunca apartamos de nuestra mente el Mundo de los Pájaros", recuerda el curador Joseph Bell. "Al ir al trabajo y al volver de él, en las vacaciones y los fines de semana, todos los que pertenecíamos al personal del parque zoológico teníamos los ojos bien abiertos en busca de determinados helechos y musgos, nuevas instalaciones eléctricas, medios distintos para la conducción de agua. Cuando alguien encontraba el árbol muerto que queríamos, nueve de nosotros iban a traerlo".
El cárabo australiano es un "cantor crepuscular". Sale a cortejar al amanecer y al caer la noche.
Para hacer una cascada natural de 15 metros de altura, destinada a la sección de selva tropical o lluviosa, el conservador de la exposición, Jerry Johnson, envió un equipo a los escarpados farallones de Nueva Jersey, al otro lado del río Hudson, frente a la Ciudad de Nueva York, para que tomaran medidas y sacaran moldes. Vaciados en fibra de vidrio, se montaron los moldes en vigas de acero. A medida que las "rocas" crecían, el artista John Sutton las pintaba con el mayor realismo. Sutton realizaba también los fondos para crear la ilusión de humedad y de vastos parajes forestales. No hay muros angulares en el Mundo de los Pájaros, porque los paramentos lisos detienen la visión a distancia y dan la impresión de una jaula.
Por último, en mayo de 1972, se llevaron al aviario los primeros pájaros. Con el cuello estirado y la cabeza ladeada, muchos de ellos exploraban sus nuevos dominios como niños en una casa encantada: con reacciones encontradas. Los gallos de roca bolivianos, de brillante color naranja, se arrimaron al principio a la fisura de un risco y se negaron a volar en medio de las periódicas tormentas, con aguaceros creados por un sistema de surtidores. Los guardabosques y otros integrantes del personal mantenían estrecha vigilancia, a medida que las tormentas, con sus aguaceros simulados y sus truenos grabados en cinta magnetofónica, se producían y cesaban. Pero las aves seguían mostrándose retraídas. Entonces, una mañana, mientras los empleados probaban el sistema, los pájaros remontaron el vuelo en medio de la lluvia y volaron por entre el ruido y las salpicaduras como fuegos de artificio que estallaran. ¡La selva tropical fue un éxito!
Otras aves se sintieron como en su casa. Las abubillas silvestres, de color verde, que fueron dejadas en libertad en la parte conocida con el nombre de "bosque africano", se abatieron sobre las plantas y las despojaron rápidamente de sus hojas. Una lechuza conejera macho de América no sólo se adaptó pronto a la zona desértica a la que fue destinada, sino que defendió agresivamente su territorio contra el guardabosque que venía a darle de comer.
Un audaz contraste de color distingue al vistoso turaco de color púrpura, "Musophaga rossae", nativo de Uganda y de Zaire.
Cuatro colibríes, que los conservadores temían que pudieran luchar a muerte entre ellos —pues tal es su costumbre—, fijaron sus territorios alrededor de los cuatro comederos, y resolvieron sus diferencias señalando barreras invisibles. Dos Lybius didentatus de Uganda desaparecieron en la selva africana y no se les vio por espacio de varias semanas. En contraste, los tucanes, enviados desde un aviario particular, se mostraron muy amistosos. Posados en la barandilla del puente de la "selva", saludaban a los visitantes a medida que llegaban.
Actualmente, muchos parques zoológicos abandonan las jaulas tradicionales en favor de exibiciones más acordes con la naturaleza. El parque zoológico del Bronx abrió en 1940 su sección Llanuras Africanas, exposición de carnívoros y sus presas que separa a los leones de los antílopes —y a ambos del público— mediante fosos. El de San Diego alberga a personas y aves en una gigantesca jaula al aire libre.
En la "selva africana" del parque zoológico, un encuentro entre dos turacos de moño blanco.
Hace diez años, la mayoría de los animales exhibidos en los parques zoológicos habían sido capturados en selvas y desiertos. Hoy. los parques tienen una "reserva mancomunada de animales", para intercambiarse aves y bestias excedentes, y la emplean para reemplazar una gran parte de las pérdidas anuales. En realidad, la cría de la fauna silvestre en los parques zoológicos está salvando de la extinción a ciertas especies. "Los parques pueden constituir, para algunas de ellas, los últimos terrenos de supervivencia", dice Conway. Para fomentar ese empeño, se ha instalado en el Mundo de los Pájaros una sala de empollación, un hospital y una incubadora.
Recientemente, mientras observaba los ejemplares de mot-mot, una mujer que estaba a mi lado le dijo de pronto a su hijita: "¡Mira! ¡Los pájaros están haciendo un nido!" Indudablemente, jamás habían visto antes una cosa semejante, y durante 15 minutos permanecieron estupefactas, emocionadas, cuchicheando. Cuando por fin se retiraron, la madre dijo: "¡Debemos volver todos los días a ver qué pasa!"
Y, para mí, esto revela el verdadero éxito del Mundo de los Pájaros.
Los pájaros de una misma pluma anidan juntos: tejedores de pico rojo, de África oriental. En su ambiente natural, hasta 400 de ellos se reúnenen un arbusto.
MÉXICO, Centro y Sudamérica están representados en el Mundo de los Pájaros por más de 115 maravillas multicolores (14 especies), entre las cuales se hallan los mejores danzarines y los más bellos ejemplares. Los manakíes de dorso azul del Perú y Bolivia, y los de pecho blanco de Brasil (pájaros del tamaño del gorrión), son verdaderos derviches giratorios. Durante la época del celo los machos saltan como petardos en sus danzas comunales. Fuera de esa época, los visitantes pueden observar las danzas nupciales en una película que se proyecta cerca de los terrenos donde las ejecutan en la estación. correspondiente. Después de aparearse con el "danzante", las hembras anidan y crían solas a sus polluelos.
Sin embargo, el ave que por su belleza atrae multitudes es el quetzal (Pharomachrus mocinno). Ave nacional de Guatemala, venerado por los indios autóctonos de Mesoamérica, el quetzal es para los ornitólogos el rey de las trogónidas (familia peculiar del Nuevo Mundo). En homenaje a su belleza, se les ha dedicado una exposición exclusiva. Actualmente dos parejas monopolizan el espectáculo, mientras otras tres se exhiben en la sección de la selva tropical.
Una pensativa pareja de estorninos de los pastores, variedad Rothschild, especie amenazada que sólo se halla en la isla de Bali.
En este gran aviario los quetzales machos se conducen exactamente igual que en su hábitat natural de las selváticas montañas centroamericanas. Están posados durante muchas horas, sin moverse, en las ramas de los árboles o en las piedras. De vez en cuando se baña alguno de ellos; después, subiéndose a una rama, extiende cautelosamente las alas, como un estuche de joyas, y despliega el verde dorso, el turquesa del cuello, el rojo encendido del pecho, el anaranjado del pico y un largo plumaje esmeralda en la cola.
La exposición de la selva lluviosa o tropical sudamericana es un hermoso tributo a aquellas regiones del continente. Es la mayor, con longitud de unos 20 metros y altura de 15, y hay una rampa que lleva a los visitantes al nivel de las copas de los árboles. Entre helechos, orquídeas y aguaceros, vemos los tinamúes de Brasil, los colibríes cometa de Bolivia, las tángaras de pecho amarillo de Ecuador y el Perú, los cápitos de este último país y los de color dorado de Colombia, a más de otras 13 especies tropicales de aquellas naciones. En la sección "al oriente de los Andes", correspondiente a las tierras bajas, están los manakíes escarlata de Paraguay, el pájaro carpintero de Wagler, de Panamá y Venezuela; los tucanes Aracari del Perú, Brasil y Bolivia, de rizada cresta, la más policroma de las 37 variedades de estas aves tropicales sudamericanas. Con su enorme pico en forma de canoa, casi tan grande como el cuerpo mismo, los tucanes son el encanto de los colegiales.
En la selva, y bajo la lluvia, el brillante gallo de roca boliviano adopta una elegante postura.
El mensaje de las aves tropicales americanas es que todas son raras, y algunas, como los quetzales, están amenazadas de extinción por la destrucción de su hábitat. Mientras vuelan por el Mundo de los Pájaros, son como exóticos embajadores de la conservación de selvas que desaparecen, de cimas de montes y de llanuras cuajadas de flores.
A vista de pájaro. En primer término, el esbelto picatarto africano.