ORDINARIA Y ASOMBROSA MOSCA
Publicado en
mayo 21, 2018
Esta "plaga fastidiosa" es una maravilla de la naturaleza.
Por Franz Geiser.
¿QUÉ ANIMAL mide 7.5 milímetros de longitud, es de color gris y tiene unos ojos rojizos de impresionante belleza? La mosca común (Musca domestica). El hombre la considera una despreciable sabandija, y en vano ha intentado acabar con ella. Junto con su parienta, la mosca menor (Fannia caniculalis) —dos milímetros más corta y con un abdomen que presenta manchas amarillas— es, con mucho, el insecto más abundante en las moradas del ser humano.
Creemos conocerla, pero en realidad muy pocas personas la han estudiado bien. ¿Sabía usted que este insecto prueba los sabores con las patas, huele con las antenas y respira a través de unos diminutos orificios situados en sus costados? Además, es un verdadero acróbata aéreo.
A diferencia de otros insectos, la mosca posee únicamente dos alas. En el transcurso de millones de años, las alas traseras de la mosca primigenia se atrofiaron y se convirtieron en pequeños órganos en forma de bastón, especie de "pistones oscilantes" que se mueven al mismo ritmo que las alas pero en la dirección opuesta, y estabilizan el vuelo del insecto.
El esqueleto de la mosca, formado por quitina y proteínas, es exterior. Los músculos que están debajo del exoesqueleto comprimen el tórax rítmicamente mientras baten las alas con un ingenioso sistema de árticulaciones y estribos. Pero, como el exoesqueleto está dotado de gran elasticidad, los músculos solamente deben contraerse cada cinco aleteos. En el ínterin, el sistema oscila de manera automática. Por eso la mosca puede aletear a razón de 200 veces por segundo, tres veces más rápido que, por ejemplo, el colibrí.
La mosca, que vuela a una velocidad de ocho kilómetros por hora, no es especialmente veloz; pero sus movimientos son muy ágiles. Cuando tratamos de atraparla, se nos escapa cambiando de dirección. Sus reacciones resultan muchísimo más rápidas que las del hombre. En vuelo, sus rizos vertiginosos y sus caídas en picado constituyen tan sólo una parte de su repertorio acrobático.
¿Alguna vez ha visto usted una mosca posándose en el cielo raso, y se ha preguntado cómo logra eludir la ley de la gravedad? Mediante cámaras electrónicas se ha captado cada uno de los movimientos que tiene que ejecutar el insecto para realizar este truco. Con las patas delanteras extendidas hacia el frente, la mosca se dirige al cielo raso en trayectoria de ángulo obtuso. Encuentra un asidero con las patas, equipadas con uñas y almohadillas adhesivas, y luego pega el cuerpo al cielo raso, volviéndose de tal modo que se posa al revés, con la cabeza en la dirección en que venía.
Tan extraordinarias maniobras no pueden lograrse más que con órganos sensoriales que controlen y guíen el vuelo. Además de los "pistones oscilantes" que le sirven para estabilizarse, la mosca tiene en la cabeza dos antenas que registran cualquier corriente de aire y hacen sonar la alarma en cuanto el viento cambia del frente al costado. Los especialistas piensan que los tres diminutos ojos de su frente, denominados ocelos, funcionan también como auxiliares del vuelo.
Sin embargo, para mirar los objetos, la mosca emplea sus dos ojos compuestos, tan grandes, que le cubren la mayor parte de la cabeza. Cada uno consta de 4000 lentes simples, y cada lente está enfocado hacia un sitio ligeramente distante del anterior enfoque, de modo que entre todos puedan transmitir al cerebro una imagen completa del entorno. La velocidad con que son capaces de registrar imágenes resulta impresionante. El hombre puede distinguir hasta 24 alternaciones de luz y sombra por segundo; en cambio, el ojo de la mosca capta con facilidad más de 200. Así, al observar una película, la mosca no vería un filme que corre de manera continua, sino muchos cuadros distintos.
Volar requiere de mucha energía, y el vuelo sólo se realiza cuando los músculos reciben suficiente oxígeno. De ahí que la mosca respire a través de gran cantidad de orificios situados en sus costados. Estos orificios se comunican con un sistema de tubos ramificados que llegan a todo el cuerpo, y que hacen que la circulación sanguínea, la cual en otros animales transporta el oxígeno de los pulmones a los diferentes órganos, salga sobrando. Durante el vuelo, el intercambio de oxígeno se realiza mediante contracciones corporales; cuando está posado, el insecto "bombea" oxígeno con el abdomen.
¿Qué ocurre cuando a una mosca le da hambre? Muchas veces hemos observado, sorprendidos, que este insecto sale volando desde la sala, pasa por la puerta entreabierta de la cocina y se posa sobre la mesa, salpicada de mermelada. El fisiólogo estadunidense Vincent Dethier ha analizado dicha conducta en su libro The Hungry Fly ("La mosca hambrienta") y ha llegado a las siguientes conclusiones: durante la noche el insecto consume energía, y la concentración de azúcar en su sangre está baja por la mañana. A medida que se eleva la temperatura, se activa el sistema locomotor de la mosca. Esta se asea, remonta el vuelo y se desplaza en círculos, analizando el aire con sus órganos olfatorios. Cuando huele comida, sigue el rastro del aroma. Después de posarse, corre haciendo eses en una búsqueda errática hasta que se topa con algo comestible; las yemas gustativas de sus patas informan al cerebro sobre la naturaleza del alimento: si se trata de algo salado, dulce o pegajoso. En seguida extiende la trompa (tubo por donde come) desde debajo de las antenas, y succiona hasta que los receptores del intestino anterior le indican que ya no queda espacio vacío.
Originalmente, la especie vivía en las regiones subtropicales. Pero cuando la agricultura y la ganadería se introdujeron en los climas templados hace unos 9000 años, la mosca llegó con ellas. En las granjas encontró calor, estiércol y sobras. Desde entonces, las moscas se reprodujeron hasta convertirse en un descomunal ejército, que hoy hallamos casi en todas partes.
En conjunto, el orden de los insectos de dos alas (dípteros), al que pertenecen las moscas, suma aproximadamente 100,000 especies. Aparte de la mosca doméstica, hay por lo menos una docena de otras especies que circulan por nuestras salas. Las más impresionantes pertenecen a la familia de las moscas azules (Calliphoridae), entre las que se cuentan las enormes moscas de la carne (Sarcophaga), los robustos moscones azules (Calliphora) y las refulgentes moscas verduscas (Lucilia).
Cuando se encuentra en celo, la mosca macho persigue a la hembra y la atrapa en pleno vuelo. Después, con el extremo de la trompa le imprime un "beso" en la parte posterior de la cabeza, y en ese momento la hembra toma la iniciativa e induce al primero al apareamiento.
Una mosca común hembra pone más de 100 huevos, de preferencia en el estiércol o en los restos de comida podrida. Las larvas necesitan un día, o menos, de incubación. Su única tarea consiste en comer y crecer. En condiciones favorables, terminan su desarrollo antes de dos semanas y después de haber incrementado 800 veces su peso. La larva se transforma en una larga pupa marrón, y a la semana rompe la crisálida una mosca doméstica adulta.
El etólogo austriaco Karl von Frisch ha calculado que, si una mosca pudiera reproducirse sin dificultades, al cabo de apenas cuatro generaciones tendría 12.5 millones de descendientes. Por fortuna, la mayoría de las larvas mueren congeladas, se secan o se las comen los pájaros y otros enemigos. De esta manera, la población mundial de moscas se mantiene en un nivel constante.
En otoño, estos insectos "se mueren como moscas". Muchos se infestan con un moho letal (Empusa muscae) que los devora desde el interior. A ello se debe que a menudo los encontremos pegados en las ventanas y en las paredes, rodeados de un círculo de finas esporas. Pero siempre logran sobrevivir algunos, que pasan el invierno en lugares oscuros y fríos. Y en la primavera sus vástagos vuelven a enseñorearse de nuestro mundo.
CONDENSADO DE "NATUR" (SEPTIEMBRE DE 1987), © 1987 POR RINGIER VERLAG, DE MUNICH, ALEMANIA