CÓMO SER MÁS SENSUAL CON SU PAREJA
Publicado en
febrero 14, 2018
La sensualidad es la chispa que mantiene viva la llama del matrimonio. He aquí...
Por Michael Castleman.
RICHARD BRZECZEK lo tenía todo. Como superintendente del departamento de policía de una gran ciudad, era un hombre poderoso, rico y respetado. Su esposa, Liz, y él habían procreado cuatro hijos, y hacía 16 años que llevaban un matrimonio modelo... Al menos, él así lo creía.
Un día, durante un viaje en avión, Brzeczek conoció a "Diane", una aeromoza. "De inmediato, se produjo entre nosotros un estado de excitación intensa", recuerda él. Las llamadas telefónicas dieron paso a los almuerzos, y antes de que Brzeczek se percatara de ello, se encontró atrapado en una aventura extramarital. Sabía que obraba mal, pero no podía renunciar a Diane.
Sin embargo, cuanto más se enredaba en la aventura, más se deprimía. Su matrimonio se fue a pique. Empezó a tomar malas decisiones en el trabajo, y acabó por perder el empleo.
Richard Brzeczek estaba experimentando lo que muchas películas y canciones populares presentan como las "mejores" relaciones sexuales: las promiscuas. Pero aprendió, por la vía difícil, que las ideas románticas sobre la promiscuidad no son más que fantasías de las telenovelas. Lo cierto es que las relaciones sexuales promiscuas representan un viaje sin retorno a la desesperación.
Según algunos sexólogos, las mejores relaciones sexuales se dan dentro del matrimonio, siempre y cuando tengan el ingrediente que muchas parejas felices comparten en secreto: la sensualidad. "Si usted quiere devolverle la emoción a su matrimonio, tanto dentro como fuera de la cama, debe propiciar una relación más sensual", aconseja la terapeuta sexual Louanne Cole. "Así disfrutará como nunca de la vida en común con su cónyuge, incluida la vida amorosa".
La sensualidad entraña el goce compartido de los cinco sentidos: la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato. Y para las parejas más dichosas, también entraña la incorporación de un "sexto sentido" de primordial importancia: el jugueteo amoroso.
"Las parejas casadas me confiesan muy a menudo que sus relaciones ya no les divierten tanto como cuando eran novios", comenta el psicólogo Bernie Zilbergeld. "Yo les respondo: hagan lo que hacían cuando eran novios, y recuperen ese sentido de la diversión".
Cuando quieren tener unas horas de intimidad, Karen Shook y su esposo, Joey, contratan a una niñera para que cuide a sus hijos y ellos puedan gozar así de una noche juntos en una cabaña. "El lugar se halla en medio de un hermoso bosque", refiere Karen. "Bebemos vino y nos abrazamos y besamos. Como nos damos tiempo para expresar nuestro cariño, nunca dejamos de sentirnos como dos adolescentes enamorados".
El jugueteo amoroso sirve, asimismo, para romper el hielo en el escabroso terreno de la comunicación sexual. Hace tiempo, Barbara y Michael Jonas tuvieron un altercado antes de que él partiera a un viaje de negocios. Lamentando la desavenencia, Barbara quiso echar mano del jugueteo en su reencuentro. Durante la ausencia de Michael, mecanografió en tarjetas una serie de preguntas. En algunas se pedía que cada uno dijera lo que le gustaba del otro. En otras se indicaba realizar alguna acción juguetona, como: "Acaricia algo de lo cual tu pareja tenga dos".
La noche en que Michael regresó, Barbara bajó la intensidad de las luces de la sala y encendió la chimenea. Luego le entregó el juego. Tomaron por turnos las tarjetas, respondieron a las preguntas e hicieron cuanto se les pedía.
"El juego de Barbara fue para mí una experiencia muy intensa", recuerda Michael. "Me ayudó a ponerme en contacto con todo lo positivo de nuestra relación; las cosas que había yo olvidado en el trajín de nuestra vida cotidiana". Además, el juego dispuso a los Jonas para hacer el amor.
No importa cómo jueguen usted y su cónyuge. A algunas personas les gusta cenar a la luz de las velas; otras asisten a eventos deportivos o salen a dar una larga caminata juntos. Lo importante es que cada cual se concentre en el otro y que ambos olviden todo lo que pudiera distraerlos.
Una vez que redescubran su sentido del juego, estarán en condiciones de explorar las formas en que los cinco sentidos pueden intensificar su placer.
El tacto. Cuando los terapeutas preguntan a las parejas qué tipo de demostraciones físicas de afecto les gustaría recibir del otro, resulta sorprendente el que muchas respuestas no tengan nada que ver con la sexualidad. "La gente quiere que se le abrace y se le bese cuando se sienta a desayunar y cuando regresa del trabajo", dice la psicóloga clínica Stella Resnick. "Quiere sentir un brazo sobre los hombros, un masaje en el cuello o en la espalda. Todo forma parte de esa profunda necesidad de cercanía física que tenemos los seres humanos".
Hay quienes creen que cualquier caricia sensual debería desembocar en relaciones íntimas, pero no tiene que ser así. Piense en el baile mejilla con mejilla; es sensual, pero no sexual. "A menudo, los hombres se muestran reacios a las caricias que no conducen a nada", comenta Zilbergeld. "Yo les propongo que hagan la prueba de dar —y dejarse dar— masajes en la espalda y en los pies".
El tacto también aumenta la sensualidad porque estimula la liberación de endorfinas, las sustancias químicas del organismo que mejoran el ánimo. Las caricias reducen la presión arterial y hacen que la gente se sienta más tranquila y feliz. "Las parejas que se tocan frecuentemente de una manera sensual se sienten mejor porque, en términos médicos, están mejor", señala la doctora Theresa Crenshaw. "Y la atenuación del cansancio que logra el contacto sensual puede crear el ambiente propicio para hacer el amor de una manera plena y satisfactoria".
La vista. Para empezar, procure el contacto visual. "Sin duda ha oído usted la frase ahogarse en los ojos de otra persona", dice Shirley Zussman, terapeuta sexual y conyugal. "Mirarse largamente a los ojos es algo muy sensual".
También lo son la luz del fuego y la luz de las velas. Cuando Steve y Nancy Flader desean pasar juntos unas horas de intimidad, buscan un lugar aislado. "Yo le doy mucha importancia al ambiente", afirma Nancy. "Me encanta la cabaña adonde vamos, rodeada de hermosos paisajes; pero la chimenea encendida es lo que da el toque romántico al tiempo que pasamos ahí".
El oído. En un estudio sobre la sexualidad humana, la música resultó ser el mejor afrodisiaco. En opinión de las tres cuartas partes de las parejas encuestadas, aumenta la disposición a hacer el amor.
Karen y Joey Shook se criaron con el rock and roll. Pero hace algunos años Karen empezó a interesarse por la música clásica. No ocurrió lo mismo con su marido, hasta que ella comenzó a poner música de Ravel cuando hacían el amor. "A Joey le sigue gustando el rock", explica Karen, "pero últimamente, cada vez que pongo el Bolero, se excita mucho".
No desprecie el potencial sensual de otros sonidos, como el romper de las olas en la playa, el murmullo de los arroyos e, incluso, los susurros románticos. A Amy Levinson le resulta excitante el ruido de la lluvia porque le recuerda los años en que ella y su esposo, John Herdman, vivieron en un barco de vela. Compartían una cabina bajo la cubierta, y cuando llovía, el ruido llenaba sus oídos. "Era una experiencia muy intensa", explica. "Desde entonces, el sonido de la lluvia ha significado algo especial para mí".
El olfato. Las fragancias pueden obrar maravillas en la creación de un ambiente romántico. La terapeuta Zussman recomienda utilizar perfumes, flores recién cortadas y jabones y velas aromáticos. Aconseja a las parejas que visiten juntos las tiendas donde se venden artículos de tocador, y seleccionen las fragancias que les gusten a ambos.
A Karen Shook le agradan de manera especial las hojas aromáticas de la mora y la fragancia que despiden al ser hervidas. Los Shook incluyen a menudo ese aroma en sus interludios sensuales. Hace poco, mientras realizaban sus compras en un centro comercial, pasaron por una tienda que vendía velas aromáticas. Casualmente, el aroma que se percibía desde la puerta era de mora. "Cruzamos una mirada traviesa", recuerda Karen, "y no nos quedamos mucho tiempo más en el centro comercial".
El gusto. "Una hogaza de pan, una jarra de vino y vos" era todo lo que el poeta persa del siglo XI Omar Khayyam necesitaba para sentirse dispuesto al amor. Deleitar las papilas gustativas no sólo satisface el apetito de alimento, sino que despierta otros apetitos y vuelve más delicioso aún lo que ocurre después del postre.
UNA VEZ QUE HAYA llegado a valorar las ilimitadas posibilidades de la sensualidad monógama, no le será difícil ver por qué la promiscuidad es, al fin de cuentas, insatisfactoria. La sensualidad contribuye a construir relaciones íntimas perdurables; las aventuras amorosas, no. El matrimonio propicia la confianza y la relajación profunda que los sexólogos consideran indispensables para hacer el amor con plenitud. Incluso si su matrimonio se ha vuelto tedioso, usted y su cónyuge pueden redescubrir la sensualidad dentro de él. Allí está. Aliméntenla.
Richard Brzeczek es prueba viviente de ello. Después de tres años, puso fin a su desastrosa aventura. Su matrimonio sobrevivió milagrosamente, y hoy él y Liz dirigen juntos un pequeño bufete jurídico. Fundaron una organización de autoayuda, llamada Nosotros Salvamos Nuestro Matrimonio, y aseguran que su relación va viento en popa.
¿Qué hacen los Brzeczek para seguir encontrando pasión dentro de su matrimonio? Se abrazan con frecuencia. Se toman de la mano. Se acurrucan juntos cuando ven televisión. A veces, cuando Liz se encuentra trabajando en la cocina, Richard entra furtivamente y la sorprende con un abrazo. Y cuando él está tenso, ella le da masaje en el cuello y en los hombros.
"Esa actitud juguetona, sensual, le dio nueva vida a nuestro matrimonio", explica Richard. "Si la sexualidad es el fuego del matrimonio, la sensualidad es la chispa que lo mantiene vivo".