TAILANDIA LEVANTA EL VUELO
Publicado en
noviembre 28, 2017
Línea de montaje de la Compañía Toyota en Bangkok
Tras años de padecer una tambaleante economía, los tailandeses están alcanzando la cima del más formidable auge exportador de toda Asia.
Por Paula Chin.
TOM MITCHELL está encantado con la Tailandia actual. El presidente de Seagate Technology, empresa fabricante de unidades de disco para computadoras, con base en California, en 1983 tuvo que afrontar una escasez de mano de obra en las subsidiarias de montaje de la compañía situadas en Singapur. Mitchell decidió entonces emprender una aventura: instaló una fábrica en Bangkok. El lance le ha rendido frutos generosos. Gracias a la gran disponibilidad de competentes trabajadores tailandeses, la producción de la Seagate en Bangkok fue tan acelerada, que la compañía abrió una planta de montaje terminal allí mismo, en 1987. Actualmente produce 15,000 unidades de disco por día, más de la mitad de la producción global del consorcio. Siendo ya el mayor empleador transnacional en Tailandia, Seagate hoy construye dos nuevas plantas que aumentarán su fuerza laboral tailandesa de 12,000 a 20,000 empleados. "Soy un ferviente entusiasta de Tailandia", declara Mitchell. "El país ha sido parte importante de nuestro éxito".
Y Tom Mitchell no es el único entusiasta al respecto. Economistas e inversionistas internacionales, tanto asiáticos como occidentales, están aclamando a Tailandia como el próximo miembro del exclusivo club de los ocho "países recién industrializados". Hace apenas un decenio, la economía tailandesa se consideraba una de las más precarias de la región, debilitada por una industria manufacturera aún en pañales, y por su dependencia de la exportación de productos básicos para la obtención de divisas. Sin embargo, durante los últimos tres años Tailandia ha logrado rápidos y sostenidos avances hacia la prosperidad.
Desde 1986 ha registrado una tasa de crecimiento anual superior al siete por ciento, una de las más altas de Asia. La producción agrícola e industrial ligera están prosperando. Asimismo, gracias a la baja del baht tailandés frente al yen y a las monedas europeas, Tailandia disfruta de un aumento masivo de las exportaciones, de la inversión extranjera y del turismo, todo lo cual en 1987 aportó 5200 millones de dólares a las reservas de divisas del país. Para Phisit Pakkasem, subsecretario general del Consejo Nacional para el Desarrollo Económico y Social, esta "es una revolución silenciosa, a la que no se le ha dado publicidad".
Seguramente, no seguirá siendo silenciosa por mucho tiempo. Los economistas tailandeses pronostican confiadamente que la tasa de crecimiento de su país se elevará hasta el 8.5 o 9 por ciento en 1989, y se mantendrá alta hasta 1992. Para entonces, esperan, los sectores manufacturero e industrial aportarán la mayor parte del producto nacional bruto de Tailandia, lo cual permitirá al país disfrutar de los privilegiados niveles de bienestar de los "cuatro tigres" asiáticos: Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur y Singapur. El mercado de inversiones extranjeras de Tailandia parece estar preparado para la expansión. En 1987 el Consejo de Inversiones del país se vio abrumado con más de 1000 solicitudes extranjeras por un monto de 8300 millones de dólares, y en los primeros siete meses del año pasado 1057 inversionistas más acudieron a dicho organismo con la esperanza de iniciar proyectos agrícolas e industriales por un total superior a 8000 millones de dólares.
La economía tailandesa actualmente vive el mayor auge exportador de toda Asia. Las exportaciones crecieron 20.7 por ciento en 1986, 28.8 por ciento en 1987, y 31.1 por ciento en los primeros siete meses de 1988. Al tiempo que continúa sus tradicionales exportaciones de productos básicos —que incluyen arroz, caucho y azúcar—, Tailandia se ha convertido ya en el exportador principal de piña y atún enlatados. Además, ha abierto nuevas líneas de bienes de consumo. Las industrias textil y del vestido están a la cabeza, con 2300 millones de dólares por concepto de ventas en 1987, principalmente en exportaciones a los mercados de Norteamérica y Europa. Asimismo, las ventas de joyas y piedras preciosas aumentaron 50 por ciento en el mismo año, con ingresos por más de 790 millones de dólares.
En conjunto, los productos manufacturados representan ahora el 60 por ciento de las exportaciones tailandesas, comparado con un minúsculo 2.4 por ciento en 1960. "Nadie pudo imaginar entonces que desarrollaríamos una economía de manufactura orientada hacia la exportación en tan poco tiempo", comenta Anand Panyarachun, presidente ejecutivo de la Saha-Union Manufacturing Company de Bangkok.
Desde 1986, las compañías extranjeras han erogado 1700 millones de dólares tan sólo en el establecimiento de 183 nuevas plantas industriales. El grueso del capital proviene de los principales motores del desarrollo de la región: Japón y Taiwan, quienes están resintiendo la presión de crecientes costos de mano de obra interna y un proteccionismo cada vez más acentuado en Europa y Estados Unidos. "Japón y los tigres no sólo necesitan de un país con recursos naturales y mano de obra baratos", observa Nimit Nontapunthawat, jefe de investigación económica del Banco de Bangkok. "También desean un lugar donde puedan sentirse en casa". Entre los inversionistas asiáticos, son los japoneses quienes, ciertamente, más a su gusto se sienten en Tailandia. Más de 250 empresas japonesas ya se han instalado en el país, y fabrican automóviles, aparatos electrodomésticos y componentes electrónicos, casi todo para exportación. De igual manera, las fábricas propiedad de taiwaneses y sudcoreanos producen prendas de vestir y zapatos, juguetes y artículos de madera para mercados del Tercer Mundo.
El Gobierno se ha esmerado en promover al sector privado de Tailandia como el motor principal del desarrollo del país. No sólo mantiene al mínimo los impuestos a empresas y ciertos aranceles; organiza también en Bangkok reuniones mensuales con los principales hombres de negocios tailandeses, a fin de recoger sus opiniones antes de decidir sobre políticas de Estado. Especial consideración tiene en Tailandia la minoría empresarial de ascendencia china, la cual sufre discriminación en casi todos los demás países del Sudeste Asiático. Esto ha originado una nueva generación de jóvenes empresarios chino-tailandeses, quienes actualmente son factor esencial en la expansión de la economía nacional. Cultos, ambiciosos e instruidos en administración moderna, estos vástagos de familias de pequeños comerciantes ya no se limitan a importar y producir artículos para los mercados locales. En vez de ello, están reestructurando, vigorosamente sus empresas en función de exportaciones más redituables.
El éxito económico de Tailandia no hubiese sido posible sin la estabilidad política que, de 1980 a 1988, caracterizó al régimen del primer ministro Prem Tinsulanonda. Ex comandante en jefe del Ejército, cuyas estratagemas militares contribuyeron a la derrota de la insurgencia comunista tailandesa a fines de los setentas, Tinsulanonda se las ingenió para mantener bajo control a las poderosas fuerzas militares de su país.
Fue tan fuerte el compromiso del Gobierno con el crecimiento, que muy pocos tailandeses prevén cambios en la política económica, independientemente de quién sea el político o general que esté al mando. Por lo demás, este sentido de continuidad sólo ha realzado los otros atractivos de Tailandia para los inversionistas extranjeros. Su fuerza laboral, de 28 millones de individuos, se pone en acción por un salario promedio de tres dólares diarios, aproximadamente la tercera parte del correspondiente en Corea del Sur o en Hong Kong. Los sindicatos obreros en el sector privado son casi inexistentes, y la mayoría de los empleados manifiesta acrisolada lealtad hacia la empresa, lo cual asegura una baja rotación de personal. Gracias, en parte, al alto porcentaje de alfabetismo (82 por ciento) que hay en Tailandia, sus trabajadores pronto adquieren las habilidades necesarias para incrementar la productividad. "Nuestras pérdidas son mínimas, pues ellos hacen un trabajo de precisión", comenta Mitchell, de Seagate. "Eso es más significativo aún que los salarios bajos".
La euforia acarreada por el auge tailandés oculta, no obstante, el hecho de que el crecimiento económico ha sobrepasado a menudo la capacidad del país para manejarlo. Las grandes migraciones de las regiones rurales hacia las ya congestionadas ciudades sólo han empeorado la escasez de agua y de alcantarillado, y los problemas de contaminación inherentes. El explosivo aumento de las exportaciones ha sobrepasado la capacidad de los caminos y puentes de Tailandia, así como su sistema de telecomunicaciones. El puerto principal de Bangkok, a orillas del río Chao Phraya, que maneja alrededor del 90 por ciento de las exportaciones del país, está afectado por graves cuellos de botella, y ya no puede absorber más crecimiento. El Gobierno prevé terminar hacia 1990 la construcción de dos nuevos puertos en la costa oriental de la región, así como otros dos, enclavados en el sur de la península malaya, pero hoy necesita, con extrema urgencia, reparar su deteriorada infraestructura portuaria.
Con todo, el reto nacional más formidable acaso sea desarrollar las empobrecidas regiones rurales tailandesas, las cuales no han conocido aún la flamante prosperidad del país. El crecimiento industrial se ha concentrado en las ciudades de la costa oriental y, sobre todo, en Bangkok, donde el ingreso anual per cápita, de 2300 dólares, es casi tres veces superior al promedio nacional.
Llevar el bienestar económico al campo sería no sólo más equitativo; también propiciaría un mayor desarrollo industrial, y estimularía la demanda de la población rural por bienes de consumo. Ambos logros son esenciales para el crecimiento económico sostenido de Tailandia. Si bien hay funcionarios tailandeses que fomentan la inversión nacional y extranjera en el campo, parece que el Gobierno se conforma con permitir que el bienestar económico de las zonas urbanas fluya lentamente hacia los pobres. "Queremos estrechar la brecha del desarrollo", declara Virabongsa Ramangkura, un director de proyectos del Instituto de Investigaciones sobre el Desarrollo de Tailandia, dependiente del Estado, "pero no a costa de obstruir el crecimiento económico".
A largo plazo, el éxito de Tailandia dependerá también de si puede prolongar su racha de fortuna, que dura ya cinco años, en la que ha superado a sus rivales asiáticos en materia de comercio e inversión. La Federación de Malasia y Filipinas inundan hoy día el mercado internacional con productos textiles y madereros baratos, lo cual podría disminuir el ritmo del auge exportador de Tailandia. China también pisa ya los talones a Tailandia, gracias a su enorme fuerza laboral, a salarios aún más bajos, y al desarrollo de zonas económicas orientadas a la exportación. No obstante, el reto más fuerte acaso provenga de Indonesia: con sus 180 millones de habitantes y sus abundantes recursos naturales, ese país tiene un potencial económico que rivaliza con el tailandés.
Los funcionarios de Bangkok confían en que la ausencia de conflictos políticos y étnicos dará a Tailandia cierta ventaja sobre sus vecinos del Sudeste Asiático, y en que la diversificación y sus ricos recursos naturales le asegurarán un lugar entre los países recién industrializados. Entre tanto, el Gobierno procura llevar al máximo sus posibilidades de éxito. "No deseamos estancarnos con un solo producto agrícola o industrial", expresa Phisit Pakkasem. "Debemos buscar continuamente nuevos productos, nuevos mercados, y descubrir más productos no protegidos".
Si el pasado no indica algo, Tailandia está a la altura del desafío. "El país ha mostrado enorme flexibilidad a lo largo de generaciones", opina Lawrence Krause, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad de California en San Diego. "Hay cierta adaptabilidad que proviene de saber cuáles son sus puntos débiles". Este enfoque pragmático ha puesto al país en un envidiable camino hacia la prosperidad, y esto bien puede darle a Tailandia la mejor oportunidad de mantenerse a la vanguardia en el ámbito socio-económico mundial.
CONDENSADO DE "NEWSWEEK" (27-VI-1988) © 1988, POR NEWSWEEK, INC., DE NUEVA YORK, NUEVA YORK. FOTO: TETTONI-PHOTOBANK/SIPA.