LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
octubre 11, 2017
—ABRA BIEN la boca y diga ¡Ah! Bien; no tiene usted nada en la garganta, pero pronto le dolerá el estómago —explica el médico.
—¡Cómo! No le entiendo, doctor... —responde el paciente.
—Acaba usted de tragarse mi abatelenguas.
—¿Es grave eso?
—¡Es terrible! Sólo me quedan dos abatelenguas de madera.
—Y... ¿va usted a extirparlo?
—No, no; eso sería trabajo extra. Bueno... si quiere, lo haré, pero le costará tres mil pesos más.
—Pero... ¡eso es un robo!
—Entonces, quédese con el abatelenguas adentro.
—No; está bien: le pagaré, pero sáquelo.
—Vuelva mañana; los martes me dedico a hacer trabajos en madera.
—N.S.
LETRERO en la ventanilla de un banco:
DEPÓSITOS: ¡BIEN VENIDOS! RETIROS: TOLERADOS.
—P.L.
UNA MUJER se queja ante el consejero matrimonial: "Cuando mi marido obtuvo como premio un viaje a Hawai para dos personas, con todo pagado, ¡se fue él solo, dos veces!"
—V.M.
CIERTO atardecer, al pasar por un cementerio, una joven advirtió que alguien la seguía. Apretó el paso, y su perseguidor hizo lo mismo. Aterrorizada, al darse cuenta de que no lograría escapar, la chica entró en el camposanto y se sentó en una tumba. "¡Ah, por fin en casa!", exclamó, con alivio.
Al oír aquello, el sujeto puso pies en polvorosa.
—P.Y.S
ESTABA un borracho en una esquina cuando pasó corriendo un ladrón. Segundos después llegó un policía y le preguntó al borracho:
—¿Me podría decir quién dobló la esquina?
—No sé, señor. Cuando yo llegué, la esquina ya estaba doblada.
—Colaboración de María Medina Yarza (Montevideo)