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septiembre 20, 2017
La guanábana y el paw-paw son anticancerígenos.
Por Juan Carlos Mirre.
Cuando en el año 1514 Gonzalo Fernández de Oviedo desembarcó en las playas de Darien (Panamá), ni siquiera imaginaba que 12 años más tarde publicaría un libro relatando todas las maravillas que le deslumbraron en el continente americano. Tampoco sospechaba que dedicaría un capítulo entero a hablar de la guanábana o graviola en su De la Natural Historia de las indias. Por supuesto, nunca se figuró que, 250 años más tarde, un famoso sabio sueco apellidado Linneo utilizaría el nombre que los taínos de Hispaniola daban a esa fruta para bautizar el género como Anona (150 especies) y a la familia, como Anonáceas (2.500 especies).
Como ocurre con muchas frutas, flores y plantas, las variedades de géneros y especies son abrumadoras, si bien casi todas tienen un rasgo en común: forman un fruto muy carnoso, de un color blancuzco y con abundantes semillas dispersas por toda la pulpa.
PARECIDA A LA CHIRIMOYA
En realidad, la diferencia más notable entre una chirimoya (Annona cherimola) y una graviola o guanábana o anona (Anona muricata) es que mientras la primera se come fácilmente separando las semillas dispersas en la pulpa jugosa, en la segunda es casi imposible separar la carne de las semillas, por lo que suele tomarse como zumo, cuidando de no estrujar las semillas, que son algo tóxicas.
PODER ANTIFÚNGICO
El árbol del paw-paw suele alcanzar los ocho metros de altura, pertenece a la misma familia de las Anonáceas, pero su género es distinto (Asimina triloba) y su fruta es más bien parecida a una papaya (de ahí su nombre). Otra peculiaridad es que, a diferencia de las chirimoyas, que crecen en climas tropicales, éste prefiere los climas más templados. De hecho, es una planta endémica de la mitad oriental de los Estados Unidos que se expande desde los Grandes Lagos hasta el Golfo de México.
Su fruto es también como la chirimoya: una pulpa dulce con sabor entre plátano y mango y abundantes semillas dispersas. El fruto era muy apreciado y cultivado por los indios americanos, costumbre que rápidamente contagió a los colonos británicos del siglo XVI.
'Tiene un alto contenido en grasas, destacando el ácido caprílico (un excelente antifúngico) que abunda también en el coco y en la leche materna humana. Es muy rico en vitamina C y cuenta con propiedades antiparasitarias.
MEJORES QUE MEDICAMENTOS
El profesor J. McLaughlin, de la Universidad de Purdue en Indiana (Estados Unidos), dedicó más de 20 años de su vida al estudio de las propiedades anticancerígenas de unos ácidos grasos de cadena larga denominados acetogeninas, que abundan en las hojas, ramas, semillas y cortezas de todas las Anonáceas. Sin embargo, es en las ramillas del árbol paw-paw donde se encuentra la mayor concentración de estos compuestos citostáticos. Las acetogeninas han demostrado ser más potentes que muchos medicamentos usados en quimioterapia, con la ventaja de carecer de sus desagradables efectos secundarios.
Por otro lado, también resulta curioso señalar que, tal como se conoce desde tiempos inmemoriales, las acetogeninas tienen un notable efecto antiparasitario y los extractos de sus hojas y sus semillas han sido utilizados con éxito por distintas culturas americanas contra las infecciones contraídas a causa de los piojos.
Fuente: REVISTA INTEGRAL - JUNIO 2008