SUPERE LOS CONFLICTOS CONYUGALES
Publicado en
agosto 29, 2017
Conserve la calma cuando navegue por aguas turbulentas, nos recomienda un notable consejero matrimonial. Son parte natural e inevitable del viaje.
Por Alan Loy McGinnis.
DOS PERSONAS que conviven durante un período considerable habrán de padecer alguna borrasca, pues toda relación entraña cierta dosis de conflicto. Mas cuando la agresión es desmesurada, el enojo se alimenta a sí mismo y, así, el matrimonio puede verse en graves dificultades. De acuerdo con mi experiencia como psicoterapeuta y consejero matrimonial, dispongo de algunas sugerencias para superar un conflicto antes de que se vuelva destructivo.
1. Reconozca que el enojo es normal
Si uno acepta que dos seres que se aman pueden experimentar envidia, malestar e incluso enojo entre sí, no hay razón para asombrarse por la irrupción de estos sentimientos. Ello nos hace estar conscientes de que nuestra pareja no "ha dejado de amarnos" sólo porque algunas veces no nos demuestra su cariño.
Sucede a veces que nuestro cónyuge está alicaído o molesto con su jefe. Y quizá por ello no puede expresarnos mucho afecto, pero esta incapacidad temporal no es culpa nuestra. Las dos preguntas pertinentes son:
"Cariño, ¿te hice enojar?" Si la respuesta es negativa, viene la se gunda: "Entonces, ¿cómo puedo contentarte?" Si no hay modo de lograrlo, conviene dejarlo solo. Al respetar su derecho a retraerse ocasionalmente, le estamos dando un maravilloso regalo.
2.Obre con cautela al defender sus propios "derechos"
Es lógico desear que el matrimonio satisfaga ciertas necesidades. Y no hay egoísmo en acudir a la pareja cuando se tiene un deseo. Sin embargo, hay personas que están demasiado interesadas en salvaguardar sus derechos.
Todos conocemos a quienes van por la vida defendiendo cuanto hacen. Pero la gente razonablemente segura de sí no encuentra en cada mal entendido la oportunidad para reafirmarse. Puede transigir sin perder la compostura.
3. Resista el impulso de darse por vencido
Muchos matrimonios llegan a mi clínica dispuestos a "colgar los hábitos". Pero en casi todos los casos les he ayudado a descubrir que el mejor matrimonio es el de ellos, y lo pueden salvar, si así lo desean.
La salida fácil es buscar un sustituto. Al principio, un nuevo compañero parece tener todo cuanto faltaba al anterior. Un hombre dirá de su nueva novia: "Le digo cosas que jamás confié a mi mujer". ¿Por qué? Porque en la relación nueva no hay resabios, ni sabe uno evitar ciertos temas. Es una hoja en blanco. Pero esta nueva franqueza no indica que la novia tenga algo de lo cual carecía la esposa.
Muy a menudo, quienes cambian de pareja no resuelven el problema conyugal básico. Los consejeros matrimoniales han hablado con muchas personas vueltas a casar, que opinan: "Si hubiera sabido lo que sé ahora, me habría esforzado más por salvar mi primer matrimonio".
4. Sea usted el primero en cambiar
Muchas parejas se empantanan en conductas repetitivas. Un psicoterapeuta está capacitado para ejercer presión y desatascarlos, pero quizá eso no sea necesario, si el lector o la lectora decide cambiar.
Esto no es fácil. Dentro de todos nosotros existe una renuencia al cambio, con hondas raíces en el orgullo. Cambiar es reconocer que estábamos equivocados. Pero si el lector toma la iniciativa y vuelve a empezar, acaso logre salir adelante.
En su libro No Longer Strangers ("Ya no somos extraños"), mi amigo el reverendo Bruce Larson cuenta las quejas que le exponía cierta mujer:
—Mí esposo y yo jamás discutimos. En realidad, no tenemos ya relación alguna. Llega a casa del trabajo, cena, ve la televisión y se va a la cama. Así ha sido durante años.
—¿Todavía lo ama? —preguntó mi amigo.
—Sí —respondió, y empezó a llorar—. Mas estoy segura de que él a mí no, pues si me amara no sería tan frío e indiferente.
—Entonces, ¿qué motivo lo impulsa a presentarse en casa por las noches en vez de irse con alguien más? Quizá esté esperando un resurgimiento del amor de recién casados. ¿Qué pasaría si, después de cenar, usted se vistiera con algo provocativo y se acurrucara junto a él en el sillón?
—Podría burlarse de mí.
Días más tarde, mi amigo recibió una nota de la mujer: "¿Adivine qué? ¡No se burló!"
5. Practique la humildad
"El amor no es voluntarioso", dice la Biblia. Empeñarse siempre en tener la razón puede deberse al miedo de perder control; pero si uno nunca se permite estar equivocado, tampoco podrá retener el amor.
La mayoría de las parejas deben aprender a decir "Perdóname", porque dos personas en íntima convivencia forzosamente llegan a tener rozamientos. Si no desea lastimar a su cónyuge, discúlpese.
6. Añada algo de tolerancia
Una vez vi en un monasterio la siguiente leyenda: "Al amor lo encuentran quienes pueden vivir con la naturaleza humana tal como es". Los que disfrutan de sus relaciones parecen ser quienes ven con benevolencia las manías de los seres amados.
Al preguntarle acerca de su largo matrimonio con Joanne Woodward, Paul Newman contestó: "Uno no debe impacientarse con el otro. Todos tenemos defectos, y la pareja debe quererse mucho para que esos defectos no se vean fuera de su contexto".
Algunas de las mejores parejas que conozco están formadas por dos personas del todo distintas, a menudo con temperamentos opuestos, pero son tolerantes y se adaptan a lo irritante, o lo pasan por alto. El psicólogo Carl Rogers propone este símil: "Cuando camino por la playa para observar la puesta del Sol no solicito: Por favor un poco más naranja a la derecha, o ¿Serían tan amables de brindarnos más morado al fondo? No. Disfruto de las puestas de Sol tal como son, siempre diferentes. Conviene recordar esto en el trato con nuestros seres queridos".
CONDENSADO DE "THE ROMANCE FACTOR" © 1982 POR ALAN LOY MCGINNIS. Y PUBLICADO POR HARPER & ROW, PUBLISHERS, INC.. DE NUEVA YORK.