Publicado en
mayo 10, 2017
EN 1971 asistí con mi marido a una representación del comediante estadunidense Bill Cosby. Al terminar el espectáculo, fui aprisa a la parte de atrás del escenario con la esperanza de que pusiera su autógrafo en un álbum de sus discos y en el libro de recuerdos de mi bebé.
Un ayudante llevó los artículos al camarín de Cosby. Cuando me los de volvieron, busqué con gran emoción la firma del artista, y la encontré, pero sólo en el álbum. Semanas más tarde, al querer anotar algo en el libro, me topé por fin con el dichoso autógrafo. Donde en el libro decía: Primera frase del bebé, de cuatro o más palabras, el comediante escribió: "Me gusta Bill Cosby".
—D.M.
MARLIN Perkins, del programa televisivo El reino salvaje, de Estados Unidos, lleva buena parte de sus 77 años de vida tratando de que la gente se familiarice con los animales.
"Era tal mi deseo de casarme con él", confiesa Carol, "que nunca le dejé ver lo poco que sabía yo acerca de los animales. Después de nuestro matrimonio fuimos al Congo Belga y pasamos varias semanas camina y camina de aquí para allá y a costa de indecibles esfuerzos, sobre todo porque había decidido no quejarme; pero llegó un momento en que me agoté.
"Cierta noche rechacé la cena. Sólo deseaba dormir. Así pues, me desnudé y me acomodé en la almohada. En eso, de abajo de ella salió un enorme lagarto que me corrió por el pecho y a lo largo del brazo. Empecé a gritar y ya no pude contenerme, pues estaba cansadísima de aparentar valor. Marlin llegó corriendo y al comprobar que no me había ocurrido nada malo me abrazó y dijo: Amor mío, piensa en la mucha suerte que tuviste al verlo de cerca".
—P.H. y S.H.
PESE AL gran prestigio que le ha merecido su manera de bailar, Mikhail Baryshnikov suele restar importancia a sus facultades con un movimiento despectivo de la mano.
A la pregunta de cómo podía saltar tan alto que parecía vencer las leyes de la gravedad, respondió: "No es más que técnica; simple ilusión. Los jugadores de baloncesto son otro cantar. ¡A ellos sí hay que admirarlos! Tienen una mente de computadora. Saltan y cambian de dirección cuando están en el aire, y realizan movimientos imposibles. Sin ver siquiera, hacen esas cosas en un instante. Yo no puedo saltar así. Además, yo ensayo mis movimientos, y ellos no".
—B.M.