DESAFÍO DE LA EXTREMA DERECHA
Publicado en
mayo 17, 2017
Sus formas de organización son múltiples: desde pandillas de adolescentes hasta partidos políticos, y entre sus miembros se cuentan lo mismo camorristas de barrio que profesores universitarios; pese a tal diversidad, todos los derechistas radicales de Europa comparten la inflexible determinación de cambiar la democracia por la dictadura.
Por Rudolph Chelminski.
EN JUNIO de 1982, a Raymund Hornle, de 51 años, y Sibylle Vorderbrügge, de 26, los declararon culpables de haber lanzado bombas incendiarias contra una hostería de inmigrantes en Hamburgo, con lo que ocasionaron la muerte de dos vietnamitas. Esos terroristas alemanes se tenían a sí mismos por combatientes de una causa que los colocaba fuera del alcance de la justicia ordinaria. Tal actitud despertó el pavoroso recuerdo de otros extremistas, los de la banda Baader-Meinhof. Sin embargo, había una diferencia fundamental: estos dos reos no juraban lealtad a la izquierda, sino a la extrema derecha; y su modelo no era Marx, sino Hitler. Eran neonazis.
En un viaje que hice por Europa Occidental a fines del año pasado, entrevisté a varios policías, periodistas, académicos y dirigentes políticos, y todos se manifestaron preocupados por la proliferación de grupos de extrema derecha. ¿Cuántos hay? Los conocedores convienen en que los activistas a ultranza suman tan sólo unos cuantos miles en toda Europa; pero, como lo indica Simon Wiesenthal, famoso "cazador" de nazis que reside en Viena, "no necesitan ser numerosos". El fanatismo, acentuado por un vasto apoyo moral, produce un efecto devastador.
Según ciertos observadores bien informados, la derecha radical dé Europa se divide en tres grupos que se traslapan:
• La vanguardia violenta. En Italia andan en libertad más de cien terroristas de derecha. Casi todos ellos tienen su centro de operaciones fuera de Roma. La policía de Alemania Occidental calcula que hay en su país 1,850 hitleristas intransigentes, 230 militantes agresivos y 60 terroristas reconocidos como tales. En Bélgica se puede señalar a unos 200 fanáticos derechistas. En España y Gran Bretaña existen, probablemente, alrededor de 500.
• Las organizaciones "respetables". La extrema derecha institucionalizada se ha establecido con mayor firmeza en España e Italia. Por ejemplo, Fuerza Nueva, de España, se enorgullece de contar con 70,000 miembros activos. En Italia, 31 diputados y 13 senadores pertenecen al Movimento Sociale Italiano, que afirma tener una representación del 5.5 por ciento en el Parlamento. En Alemania Occidental, los ochenta y tantos grupos de extrema derecha, entre los que figuran los neonazis, cuentan con 20,000 afiliados.
• Los simpatizantes. Los partidarios moderados proporcionan un campo fértil para la manipulación y el reclutamiento. Una encuesta encargada por la Cancillería de Alemania Occidental y publicada en enero de 1981, reveló que el dieciocho por ciento de la población adulta considera que el país "estuvo mejor bajo el gobierno de Hitler". Afirma Ulrich Voelklein, periodista de Hamburgo: "Esa es la base del apoyo que tiene la ideología neonazi. En ello estriba el verdadero peligro".
Paul Wilkinson, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Aberdeen, en Escocia, y autor del libro The New Fascists ("Los nuevos fascistas"), me dijo: "El cáncer del fascismo constituye ahora la más sería amenaza para el bienestar de nuestras democracias. Estamos en las mismas condiciones económicas que favorecieron su crecimiento en los años 20, y los extremistas de derecha no tolerarán que haya un mandato democrático".
A los televidentes españoles se les ofreció una exhibición real, aunque diferida, de lo anterior, cuando, el 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero Molina, de la Guardia Civil, condujo a un grupo de soldados hasta el edificio de las Cortes de Madrid y, amenazando pistola en mano a los legisladores, marcó el inicio de un golpe de Estado derechista. Sólo gracias a la intervención del rey Juan Carlos, quien condenó esa conjura en una declaración televisada a todo el país, fracasaron Tejero y sus seguidores.
Pero la extrema derecha está demostrando que tiene cabeza de hidra: un año y medio después del frustrado golpe, en octubre de 1982, la policía española descubrió y cortó de raíz un segundo intento de golpe de Estado. La España democrática sigue en nerviosa vigilancia.
A diferencia de Tejero, casi todos los activistas de la extrema derecha prefieren realizar anónimamente sus actividades ilegales, utilizando los medios clásicos de la provocación, que son la intimidación y el bandolerismo. A esta vieja receta añaden un ingrediente tomado de la extrema izquierda: el terrorismo. Su propósito es desestabilizar a las democracias liberales socavando la confianza pública en la capacidad del Gobierno para proteger a los ciudadanos. Razonan esos activistas que el descontento público llevará a que se exija un Estado represivo y autoritario; en otras palabras, un Estado fascista.
Simon Wiesenthal ha observado que la tecnología y el odio son los dos elementos que los fanáticos necesitan para triunfar. La tecnología más moderna llega ahora a las manos de los combatientes derechistas. Por ejemplo, Heinz Lembke, extremista de 44 años, detenido por la policía alemana en 1981, tenía en su arsenal, entre otros pertrechos, 156 kilos de explosivos, 13.520 cartuchos, 50 lanzadores de cohetes y 258 granadas de mano.
Pero la extrema derecha dispone sobre todo del segundo elemento que menciona Wiesenthal. Las raíces del odio se hallarán siempre en el racismo, unido invariablemente a la convicción de que existe una conjura mundial para dominar el planeta.
"No reconocemos la existencia del racismo, sino que lo proclamamos. Somos racistas", insistía Martin Webster, organizador del National Front, nombre del partido británico de extrema derecha. Francis Dossogne, presidente del Front de la Jeunesse, movimiento derechista de la juventud belga, secunda la opinión de Webster: "Nuestro propio pueblo debe gozar de preferencia. Ya no somos los amos de nuestro país". Webster y Dossogne encarnan una de las más poderosas corrientes de la extrema derecha europea: un racismo de "nosotros y ellos" contra la población de trabajadores inmigrantes.
La otra mitad del mismo cuadro es un racismo mucho más antiguo, dirigido contra los judíos. "En el concepto de la derecha revolucionaria", declaró Pedro Varelo, "el enemigo lo constituyen las altas finanzas, y casi todos los dueños de las altas finanzas son judíos". Varelo, litógrafo de veinticinco años, es presidente del Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE), organización neonazi con oficinas o corresponsales en 46 poblaciones españolas. Entre otras medidas para resolver el "problema", el CEDADE propone enviar a los judíos de todo el mundo a donde estorben menos, tal vez a Madagascar, como lo había proyectado el régimen de Hitler.
"Cada uno de esos partidos", comenta el profesor Wilkinson, "defiende el período nazi como un gran momento de la Historia, y practica el insidioso revisionismo histórico".
Tal revisionismo obtiene sus mayores visos de legitimidad en los escritos de Robert Faurisson, ex profesor de francés de la Universidad de Lyon, Francia, según el cual, en los campos de concentración del Tercer Reich no había cámaras de gas para la ejecución de los reclusos, y que los seis millones de judíos supuestamente asesinados entre 1933 y 1945, son una cifra simbólica. "El cometido de los revisionistas", hace notar Georges Nicod, portavoz en París de la Ligue International contre le Racisme et l'Antisémitisme (LICRA), "es demostrar que Hitler no fue tan malo como se ha dicho".
Si bien el mensaje de la extrema derecha va dirigido ante todo al burgués conservador, en los últimos tiempos ha aumentado y suscitado alarma el material de propaganda juvenil. En Inglaterra, algunos libelos abiertamente sediciosos, como Bulldog, South London News y Young Nationalist, se venden a gritos cerca de las escuelas, en los partidos de fútbol y en los conciertos de rock and roll. Dos de esos folletos publican los domicilios particulares de enemigos que son activistas políticos, maestros de escuela y personajes destacados en los campos de la justicia y de las relaciones raciales. En Alemania, la infiltración ideológica en la juventud se logra con revistas de historietas, muy bien ilustradas, como Frontal, Gack y Pfeil. La revista Mut afirma que su circulación es de 27,000 ejemplares.
Más alarmante aún es algo en lo que ni siquiera se había pensado hace sólo unos cuantos años: la tregua que al parecer se ha concertado entre los terroristas de derecha y los de izquierda. "En cierto momento y en algún lugar acordaron no luchar entre sí, a fin de poder concentrar sus esfuerzos contra el enemigo común", me explicó un periodista de Roma, especialista en actividades terroristas.
Sabemos ahora que algunos terroristas de derecha han recibido instrucción en campamentos palestinos. En junio de 1981, dos neonazis alemanes occidentales, Ulrich Behle, de veintiún años, y Uwe Mainka, de veinticuatro, "desertaron" de un campo de adiestramiento de la Organización para la Liberación de Palestina en Líbano, y contaron a varios reporteros cómo los habían reclutado en Alemania, junto con otros jóvenes, para enseñarles técnicas avanzadas de combate. De igual manera, Aldo Tisei, neofascista italiano "arrepentido", reveló que se había establecido con los libios un intercambio de armas por informes.
Lo más nuevo es la tendencia creciente a la cooperación internacional entre los fascistas, tendencia evidente en la reunión secreta que los "eurofascistas" efectuaron en Bélgica a comienzos del verano de 1980. "Llegaron representantes de Alemania, Italia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Argentina", informó Veronica Ware, directora de la publicación mensual antifascista Searchlight, que aparece en Inglaterra. "El propósito de esa reúnión fue mejorar la coordinación e incrementar la colaboración entre ellos".
Aunque la policía no ha podido verificar oficialmente esas afirmaciones, es innegable que poco después de tal junta se cometió una serie impresionante de atentados:
• En junio de 1980, el juez Mario Amato, investigador principal de las actividades de la derecha italiana, fue abatido a tiros en Roma.
• El 2 de agosto estalló una bomba en la estación ferroviaria de Bolonia. Murieron 85 personas y más de 200 quedaron heridas.
• El 22 del mismo mes, ocurrió en Hamburgo el atentado de Hornle y Vorderbrügge: arrojaron bombas incendiarias en una hostería de aquella ciudad.
• En septiembre estalló una carga explosiva en el Festival de la Cerveza, en Munich. Resultado: 13 muertos y 211 heridos.
• En octubre, una bomba oculta en una motocicleta estalló frente a la sinagoga de la Calle Copérnico, en París, causando la muerte a cuatro personas, y heridas, a otras treinta.
• En diciembre, Shlomo Levin, ex oficial del Ejército israelí, fue muerto a tiros junto con una persona que lo acompañaba en Erlangen, Alemania Occidental.
Desde 1980 ha aumentado la cooperación internacional de la policía, pero es necesario combatir más a fondo las causas del radicalismo de derecha. Los más de los expertos convienen en que lo primero que debe hacerse es alertar a la gente, sobre todo a los jóvenes, acerca de lo errado de las doctrinas neonazi y neofascista. Asimismo, deben tomarse otras medidas para mejorar las relaciones comunitarias en aquellos países que albergan a grandes grupos de trabajadores inmigrantes. Por último, es preciso adaptar las leyes a la situación actual, pues los enemigos más encarnizados de las democracias liberales aprovechan las libertades tradicionales para destruir esas mismas democracias. Tal vez la tarea más delicada de cualquier sociedad verdaderamente democrática sea protegerse a sí misma y a sus ciudadanos sin caer en la trampa del autoritarismo.
"Cuando era yo estudiante", comenta Wiesenthal, "no podíamos creer que un hombre de ideas disparatadas, como Hitler, pudiera triunfar, y por ese motivo no luchamos contra él en sus inicios. Después, ya fue demasiado tarde. Créame: si eso le sucedió a un pueblo inteligente y culto, como el alemán, lo mismo puede ocurrir en cualquier otra parte del mundo. El nazismo no ha muerto".