LA RISA, REMEDIO INFALIBLE
Publicado en
febrero 04, 2017
UNA VEZ, durante un banquete, el escritor Bernard Shaw tuvo que aguantar el farragoso discurso de cierto individuo que trataba de impresionarlo.
—Es extraordinario —apostilló Shaw cuando aquel hubo acabado—. Estoy realmente convencido de que entre los dos sabemos todo lo que hay que saber.
—¡Desde luego! —exclamó el pedante.
—Sí. Usted parece saber todo; sólo ignora que es un pesado... y eso lo sé yo.
—F.F.W.
"POR FIN hemos logrado mi mujer y yo la compatibilidad sexual", musitaba un sujeto a un amigo; "anoche ambos tuvimos dolor de cabeza".
—P.M.
CUENTAN de un estudiante universitario que creía poder hacerse millonario enseñando a hablar a su perro faldero.
—Estás muy equivocado —le aconsejó un condiscípulo—. ¿Quién va a pagar un millón de dólares por un perro parlante?
—Nadie, pero estoy seguro de que habrá más de un fabricante de alimentos para perro que me pague eso y más por hacerlo callar.
—T.C.T.
UN SEÑOR cuya tienda había sido asaltada la noche anterior, conversaba con el detective encargado del caso:
—Gracias a Dios el ladrón no vino antenoche.
—¿Por qué? —quiso saber el detective.
—Porque ayer en la mañana rebajé todos los precios en un 40 por ciento.
—J.A.
EN EL salón de billares de un club de suboficiales en Alemania, había un letrero que rezaba: "Las apuestas están terminantemente prohibidas". Alguien había garrapateado debajo: "Apuesto a que nadie lo cumple".
—S.J.
SE ACERCÓ un feligrés a su párroco y le confió que hallaba la vida vacía.
—¿Cuál es la razón? —preguntó el eclesiástico.
—Porque la mujer a quien amo acaba de rechazar mi propuesta matrimonial.
—No te descorazones, hijo mío. A veces el "no" de una mujer significa "sí".
—Pero es que no me respondió "no" —lamentó el otro—, me dijo: "Vete al demonio".
—D.A.MacL.
LA ESPOSA levantó la vista del diario de la tarde y comentó:
—Aquí dice que en algunas partes de la India el hombre no conoce a su mujer sino hasta después de casados.
—Y ¿por qué —preguntó el marido— mencionan sólo la India?
—B.S.
EN PARÍS, un grupo de turistas entraron a una gran catedral. Al ver que se celebraba una boda, uno de ellos susurró a un francés:
—¿Quién es el novio?
—Je ne sais pas —contestó el interrogado encogiéndose de hombros.
Los turistas siguieron por la catedral y, poco más allá, llegaron a la celebración de un funeral.
—¿Quién murió? —preguntó en voz baja el mismo curioso a otro francés.
—Je sais pas —repuso.
—¡Caray! No duró mucho el pobre, ¿eh?
—L.A.
UNA DAMA que visitaba a un siquiatra pidió:
—Tiene que ayudar a mi marido. Sufre alucinaciones y ahora cree que es un ascensor.
—Envíelo hacia aquí inmediatamente —dijo el médico—. Trataré de corregirlo.
—No puedo hacer eso. Es ascensor expreso y no se detiene en este piso.
—P.P.
CHARLABAN dos sujetos en un bar:
—Te apuesto mil pesos a que me muerdo el ojo izquierdo.
Aceptada la apuesta, se sacó un ojo de vidrio y lo mordió.
—Bueno —agregó—; te daré oportunidad de recuperar lo perdido. Te apuesto otros mil a que me puedo morder el ojo derecho.
"No es posible que tenga los dos de vidrio", pensó el otro, y nuevamente aceptó la apuesta. Entonces el primero se sacó la dentadura postiza y se mordió el ojo derecho.
—B.M.
CIERTO individuo fue a ver a un siquiatra quien le diagnosticó "manía por el trabajo", así que tuvo que conseguir un segundo empleo para pagar el tratamiento.
—C.T.