TRABAJE: EL HORARIO LO PONE USTED
Publicado en
enero 13, 2017
Al permitir que sus empleados varíen las horas de trabajo a su gusto, miles de compañías han conseguido elevar la moral de su personal... y el monto de sus ganancias.
Por Jourdan Houston.
• CUANDO en una fábrica de lápices del Estado de Connecticut comenzaron a llegar al trabajo a la hora que les viniera en gana, desde el presidente hasta el que hacía los modelos, el ausentismo disminuyó en un 50 por ciento. El plan dio tan buen resultado que la compañía adoptó la misma práctica en sus fábricas de México, Canadá e Inglaterra.
• Después que autorizaron a los empleados de un pequeño laboratorio fotográfico de Toronto para variar su horario como mejor les pareciera, desapareció un viejo problema de impuntualidad, bajó en un 75 por ciento el índice de renovación de personal y aumentó notablemente la productividad.
• Tras abandonar el rígido horario de sus 300 trabajadores municipales, una localidad suburbana de California economizó 20.000 dólares en pagos por horas extraordinarias durante un período de siete meses.
Como muestran estos ejemplos, el horario flexible de trabajo, introducido en Alemania Occidental hace un decenio para evitar el congestionamiento del tráfico, ha producido beneficios tanto a patronos como a asalariados.
Según una encuesta de las Asociaciones Norteamericanas de Gerentes, el concepto del "horario flexible" es tan popular que se calcula que lo han puesto en práctica el 13 por ciento de las empresas y el ocho por ciento de los trabajadores en los Estados Unidos, es decir, entre 2,5 y 3,5 millones de personas. Casi 200.000 empleados federales han adoptado ya una versión modificada de la idea.
En su forma clásica, el horario flexible divide la jornada en dos segmentos: uno de horas obligatorias, o período medular, en que todos los empleados deben asistir a sus labores; y otro de horas discrecionales, o período elástico, que puede aplicarse indistintamente antes o después del medular. El número de horas trabajadas diariamente durante el período elástico se deja al arbitrio del empleado, que se compromete a acumular una cantidad determinada de horas en un día o en un lapso remunerado específico.
En los Estados Unidos, el período medular de un plan típico abarca desde las 9:30 a las 12:00, y desde las 13:30 a las 16:00. Los empleados pueden entrar a partir de las 7:00 y quedarse hasta las 18:30. El único requisito, fuera de su presencia durante el período medular, es que, al terminar la semana, cumplan con el total de horas fijadas por la compañía: 40, para dar un ejemplo.
En otros países es más común computar las horas por períodos más largos. En el laboratorio fotográfico de Toronto, los empleados lo hacen cada cuatro semanas; deben acumular, con un margen que no exceda de diez más o diez menos, un total de 152 horas, o sea, el equivalente de un mes de trabajo completo. Cualquier sobrante o déficit pasa al período contable siguiente.
Miles de compañías norteamericanas emplean ya horario flexible en alguna de sus variantes, y se espera que la práctica se extienda, sobre todo si se modifican algunas restricciones laborales federales. En virtud de ciertas leyes que regulan la actividad de contratistas federales y el comercio interestatal, algunos patronos están obligados a pagar horas extraordinarias, sean voluntarias o no, después de una jornada diaria de ocho horas o semanas de 40. Así que esas empresas, y las que no están todavía preparadas plenamente para la adopción del horario flexible, optan por introducir horarios variables o escalonados, cuya elasticidad se limita a la hora de entrada.
Por ejemplo, la compañía de seguros Mutual Life de Nueva York, en un esfuerzo por recuperar el tiempo de producción perdido por impuntualidad, ofreció a 22 empleados de facturación la oportunidad de comenzar su jornada de siete horas y cuarto en cualquier momento entre las 8:15 y las 9:15 de la mañana, y terminarla entre las 4:00 y las 5:00 de la tarde. Las tardanzas terminaron, y seis meses después las facturaciones diarias por empleado habían subido de 55 a 66 transacciones, con una disminución de las quejas por errores. En 1974 el 40 por ciento de los empleados de las oficinas centrales habían adoptado el programa.
Cualquier plan que permita una verdadera flexibilidad rinde un importante beneficio sicológico. Según Allan Cohen, especialista en horarios flexibles de la Facultad de Comercio y Economía Whittemore, de la Universidad de Nueva Hampshire, muchos trabajadores dicen que lo más agradable del horario flexible es que no los regañan por llegar tarde, ni tienen que pedir permiso para salir temprano. "Mis empleados ya no están malquistados con la gerencia", comenta Floyd McRae, del laboratorio fotográfico de Toronto, quien ha comprobado que el horario flexible elimina el hábito de mirar con frecuencia el reloj. "La gente se queda para terminar una tarea y entra un poco más tarde al día siguiente".
También existen otros beneficios. En un experimento realizado en 1975 por el Centro de Investigaciones Geológicas en la zona metropolitana de Washington, D. C., se descubrió que, con el horario flexible, el 68 por ciento de los empleados pasaban más tiempo con su familia; posteriormente el plan se hizo extensivo a todo el personal del Centro en el resto del país. Y, cuando más de cien empresas del sur de Manhattan acordaron permitir horas de entrada escalonadas para aliviar el congestionamiento de tráfico durante las horas de máxima afluencia, el 79 por ciento informó que sus empleados tuvieron menos dificultades para llegar al trabajo, y el 77 estuvo de acuerdo en que había mejorado su estado de ánimo.
El horario flexible puede traer, además, cambios favorables para la empresa: las faltas de puntualidad desaparecen, por cuanto la hora de llegar determina la iniciación de la jornada, y disminuye la lentitud con que empiezan las labores y la abulia de la tarde. "Los patronos dicen que su personal es más eficaz, o trabaja más aprisa", comenta un investigador. La reducción del ausentismo es casi universal. Las faltas de asistencia entre unos 75 empleados de la oficina de la Asociación Optometrista Norteamericana en Saint Louis (Misuri) bajaron en un 80 por ciento.
Algunos patronos afirman que sus costos de operación han aumentado gracias a la adopción del horario flexible. (Mencionan un consumo ligeramente mayor de electricidad; acaso un turno adicional del personal de la cafetería o la prolongación del servicio de la central telefónica.) Pero el gasto principal es por el tiempo del personal requerido para planificar cuidadosamente la introducción del sistema y verificar la reacción de los empleados.
Una muestra de la acogida positiva entre casi todos los asalariados la ofrece Theresa Morin, operaria de una fábrica de máquinas de precisión de Rhode Island: "Soy madrugadora, y prefiero entrar a trabajar temprano. Esto me deja tiempo en la tarde para hacer compras y preparar la cena. Pero a veces tengo que llevar a mi esposo a su trabajo, y entonces entro más tarde. Mis amigas me envidian".
¿Habrá abusos con este sistema? La mayoría de sus usuarios opinan que serán raros, por la vigilancia de los empleados mismos, que no querrán perder los beneficios.
Los programas de autoselección de horarios varían con las necesidades de una empresa, y van desde las horas fijas elegidas por los obreros de una línea de montaje en Colorado, hasta un esquema casi autónomo adoptado por algunos empleados de un banco de Boston, cuyo período medular es de 10:00 a 11:00 de la mañana. Pero una vez aplicado, el horario flexible obtiene un notable índice de éxito: solamente el ocho por ciento de las 196 firmas incluidas en un estudio de las Asociaciones Norteamericanas de Gerentes han abandonado el sistema.
En el afán de mejorar el ambiente laboral, el horario flexible ha llegado a ser una opción viable. Lo que comenzó como un experimento ha dejado de ser una mera novedad, y la mayoría de los usuarios están convencidos de que sus beneficios compensan con creces cualquier deficiencia.
© 1978 POR JOURDAN HOUSTON. "THE KIWANIS MAGAZINE" (MARZO DE 1978). PUBLICADA POR KIWANIS INTERNATIONAL, 101 E ERIE ST., CHICAGO (ILLINOIS) 60611.