Publicado en
diciembre 02, 2016
El lugar elegido para trabajar debe estar libre de contaminantes y con luz natural.
Por Manuel Núñez y Claudina Navarro.
Trabajar en casa es una opción que cada día cuenta con más seguidores. Permite no perder tiempo en desplazamientos, organizarse la jornada según las propias necesidades o realizar un trabajo creativo e independiente, lejos de las rígidas estructuras empresariales. Además, es posible diseñarse uno mismo el lugar de trabajo, de manera que sea un espacio sano, libre de contaminantes y eficiente desde el punto de vista energético.
El diseño del espacio se empieza midiendo las dimensiones de la habitación y realizando un plano a escala en papel que incluya la posición de las ventanas —y por tanto la dirección de la luz natural—, puertas, tomas de electricidad y teléfono. Sobre ese espacio virtual habrá que plasmar las diferentes posibilidades en la distribución de los muebles, buscando siempre la comodidad y la funcionalidad. Por ejemplo, en general las mesas en forma de ele contra una esquina evitan rincones muertos y permiten un buen acceso a las estanterías situadas por encima y a los lados. Resulta imprescindible una buena dosis de luz natural, aunque no conviene que el sol incida directamente sobre la superficie de trabajo. La iluminación artificial más recomendable es, por calidad de luz y ahorro energético, la basada en lámparas fluorescentes compactas o de espectro solar completo. Estas últimas se aconsejan si no se puede disponer la mayor parte del tiempo de suficiente luz natural.
Es importante que el espacio esté aislado del ruido exterior. Las ventanas con doble acristalamiento, así como las paredes y suelos recubiertos de madera, corcho y alfombras de tejidos naturales blandos (lana, algodón, algas...) absorben bien las ondas sonoras.
El espacio en general y la zona de trabajo en especial deben mantenerse libres de objetos que contaminen visualmente o nos estorben. Para ello se debe contar con sistemas de almacenamiento discretos, como las estanterías con puertas o cajas de cartón que mantengan todos los materiales protegidos del polvo.
Los colores elegidos para las paredes y muebles influyen en el estado de ánimo. Los tonos rojos y naranjas son estimulantes. El amarillo ayuda a proporcionar claridad de ideas. Los azules claros están indicados para el trabajo imaginativo.
MANTENER EL AIRE LIMPIO
Otro aspecto a tener en cuenta en este espacio de trabajo es la calidad del aire. Los ordenadores, faxes e impresoras que utilizamos liberan ozono que afecta a la función pulmonar. Para reducir la concentración de ozono es necesario ventilar la habitación al menos durante 15 minutos diarios y mantener apagados los aparatos cuando no se estén utilizando. Los muebles con superficies encoladas y los adhesivos de oficina o los rotuladores liberan formaldehído cancerígeno y otros compuestos volátiles tóxicos. Las alternativas son los muebles de madera maciza y los productos de oficina de composición basada en agua en lugar de disolventes. Las plantas ayudan a limpiar el aire, humedecerlo y aumentar la proporción de iones negativos, que tienen un efecto calmante y positivo en general sobre el organismo.
CONSEJOS PRÁCTICOS
El consumo de materiales de papelería representa un gasto económico y un impacto ambiental enorme. Reducir es la clave: no imprimir los correos electrónicos ni nada que no sea absolutamente imprescindible, realizar facturas electrónicas o suscribirse a ediciones digitales en lugar de a las versiones en papel de boletines, diarios y revistas.
Si resulta imprescindible el papel debe ser reciclado y producido sin cloro. El papel obtenido de materia prima con aval ecológico también es recomendable. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el papel de color es más dificil de reciclar que el blanco.
El impacto ambiental y económico causado por la tinta de impresora puede reducirse optando por los cartuchos reciclados en lugar de los originales.
Fuente: REVISTA INTEGRAL - MAYO 2008