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diciembre 02, 2016
UNA SEÑORA trajo su perrito faldero a la clínica veterinaria donde trabajo. Como era un día bastante destemplado, la señora había puesto al animal, que era blanco, un suéter rojo. Después de registrarse en la recepción, la dama se sentó a esperar su turno. Echó un vistazo a los demás perros y gatos que había en la sala de espera, y luego oí que increpaba al faldero en tono airado: "¿Ya ves? Te advertí claramente que serías el único que iba a venir con abrigo".
—N.G.
DURANTE un período de descanso, mi marido y algunos de sus compañeros de trabajo estuvieron soñando despiertos con lo que se comprarían si les cayera del cielo un millón de dólares. No faltaron las menciones de palacios, yates y automóviles de lujo. A uno que se había quedado callado le preguntaron entonces qué haría con tal fortuna.
—Al salir del trabajo —repuso el interrogado— me compraría un litro de helado y me lo comería todo. Por lo demás, seguiría haciendo poco más o menos lo mismo que hasta ahora.
Se organizó al instante una colecta, y por el precio de un litro de helado nació un "millonario".
—J.M.D.
ESTABA yo sentada leyendo, en un café vienés, cuando un joven me preguntó cortésmente si podía sentarse a mi mesa. Después de tomar asiento, se bebió calladamente su café y pronto llamó al camarero para pagar su cuenta. Ante el asombro del joven, el camarero le cobró también mi café. Yo le expliqué que no andábamos juntos.
Cuando salió el muchacho, el camarero me pidió excusas, y dijo:
—Como no hablaban, pensé que estaban casados.
—G.M.
CIERTA noche tratábamos de convencer a nuestro padre para que nos acompañara a ver una película sobre la segunda guerra mundial: El día más largo de la historia. En vista de que él no se mostraba deseoso de ir, nombramos a todos los actores famosos que aparecían en la cinta, con el fin de animarlo. Cuando habíamos terminado, mi padre sonrió y dijo: "Vayan ustedes y diviértanse. Y mientras estén allí, recuerden que yo representé un modesto papel con el elenco original".
—S.W.
EN UNA boda, mientras los huéspedes estaban de pie conversando en varios grupos, pude escuchar que un anciano le preguntaba a un joven:
—¿Es usted el novio?
—Desgraciadamente, no —replicó—; yo fui eliminado en las semi-finales.
—B.G.