Publicado en
noviembre 05, 2015
Una casa bien aislada del frío y del calor consume menos energía y es más sana.
Por Manuel Núñez y Claudina Navarro.
Un buen aislamiento térmico de la casa reduce los gastos en climatización, elimina las humedades e incrementa el confort, pero a menudo no se realizan las mejoras apropiadas porque son necesarias obras que pueden requerir incluso licencias municipales. Si las deficiencias no son graves, se pueden tomar algunas medidas en el interior, con un coste mínimo y sin ocasionar grandes molestias.
Puertas, ventanas y techos que dan al exterior son los puntos más débiles de la casa. El calor se escapa con rapidez por el marco de una puerta o ventana mal ajustadas o a través de los cristales de pocos milímetros de espesor. En estos casos se pueden instalar burletes de caucho –mucho mejores que los de gomaespuma– en los cerramientos. Para que la protección sea total, se pegan dos tiras enfrentadas (una en la parte móvil y otra en la fija). En cuanto a los cristales, en la mayoría de casos se pueden sustituir por otros dobles sin que sea necesario cambiar toda la ventana. Esta simple medida reduce un 70 por ciento la fuga de calor por las ventanas. Si se decide sustituir éstas y se opta por un modelo de aluminio, hay que elegir uno con "rotura del puente térmico", que impedirá el traspaso de energía entre exterior e interior.
CORTINAS Y ALFOMBRAS
Además, se pueden tomar otras medidas muy simples. Por ejemplo. se puede poner un faldón en la puerta de entrada a la casa, un lugar por donde se suele escapar el calor o el fresco. O se pueden sutituir las cortinas ligeras por otras más gruesas e instalar persianas o estores, que aislan tanto del frío como del calor. Las pérdidas de temperatura a través del suelo pueden reducirse significativamente gracias a las alfombras, cuanto más gruesas mejor. Son especialmente recomendables para los suelos de cerámica y cemento. Otra posibilidad es colocar –también puede hacerlo uno mismo– suelos de corcho o madera sobre una lámina de polietileno.
REFORZAR LAS PAREDES FRIAS
Algo más costoso, pero muy eficaz, es reforzar desde el interior el aislamiento de las paredes que dan al exterior, especialmente las que están orientadas al norte. Colocando un capa de lana roca o placas de corcho y paneles de cartón-yeso sobre perfiles metálicos, podemos acabar con las paredes frías y muchos problemas de humedad por condensación, aunque se pierden unos centímetros de espacio interior. Es una reforma que los aficionados al bricolaje pueden hacer por sí mismos.
La lana de roca y el corcho son los materiales aislantes preferibles frente a otras opciones más frecuentes como el poliestireno y el poliuretano, derivados de la contaminante industria del petróleo, o la fibra de vidrio, sospechosa de provocar problemas graves de salud (algunos expertos en salud ambiental la definen como el nuevo asbesto). Otra opción, más simple todavía, es colocar directamente sobre la pared láminas de corcho o paneles de madera que, además de mejorar el aislamiento, crean espacios con una estética natural y acogedora.
CUIDADO DE LA SALUD: EXCESO DE VAPOR DE AGUA Y ALERGIAS
La calidad del aislamiento del hogar es importante para los alérgicos. Una casa bien aislada es un refugio cuando el polen llena el aire exterior. Pero un exceso de aislamiento sin ventilación suficiente puede ser un problema aún mayor, porque se favorece la condensación y la proliferación de aceros y mohos en el espacio interior.
Para evitar la multiplicación de alérgenos es necesario moderar el uso de la calefacción y, sobre todo, ventilar de manera adecuada. El objetivo es que la concentración de vapor de agua en el interior no sea excesiva. Basta con ventilar unos diez minutos cada habitación, teniendo en cuenta la cantidad de personas que hay en la casa (somos emisores de vapor de agua) y la utilidad del espacio (hay mucho más vapor en la cocina y el baño).
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - FEBRERO 2009