LAS HORMONAS Y LA MUJER: GUÍA PARA TODA LA VIDA
Publicado en
noviembre 13, 2015
Ayudan en el desarrollo de los ovarios y los senos, mantienen vigorosos el corazón y los vasos sanguíneos, permiten que los huesos se fortalezcan. Pero también pueden acelerar la diseminación del cáncer de mama y del aparato reproductor. Aunque las hormonas sexuales influyen en casi todo el organismo femenino, la mayoría de las mujeres saben poco de ellas hasta que llega la menopausia y tienen que decidir si van o no van a tomar suplementos hormonales. Todas deben estar enteradas desde jóvenes de cómo afectan su vida y su salud estas sustancias-vitales. Y eso es lo que se explica a continuación.
Por Mary Murray.
DE LOS 20 A LOS 30 AÑOS...
LOS ASPECTOS en que las hormonas influyen más en la mujer mes con mes son el impulso sexual, la fertilidad y el estado de ánimo. El estrógeno y la progesterona, combinadas con las hormonas del cerebro y la hipófisis, han mantenido en marcha su ciclo biológico mensual durante una década más o menos.
Durante las primeras dos semanas del ciclo, los ovarios producen estrógeno a un ritmo cada vez más acelerado. Por efecto de esta hormona, en el útero se forma un recubrimiento rico en sangre, y la actitud mental tiende a ser positiva. "Las investigaciones han mostrado una y otra vez que, cuando el nivel de estrógeno se encuentra en su punto más alto, las mujeres se sienten más contentas y más sanas", señala Norma McCoy, profesora de psicología.
Aproximadamente a los 14 días de iniciado el ciclo brota un óvulo de uno de los ovarios, y la concentración de estrógeno comienza a bajar. La de progesterona, en cambio, sube, lo cual mantiene lozano el recubrimiento uterino, pero puede causar irritabilidad y una visión sombría de la vida. A menos que la mujer se embarace, los niveles hormonales bajan, sobreviene la menstruación y el proceso comienza de nuevo.
Sexualidad. Las principales hormonas determinantes del impulso sexual femenino son la testosterona y otras también masculinas (todas se llaman andrógenos), que los ovarios y las glándulas suprarrenales secretan en pequeñas cantidades. La concentración de testosterona llega a su punto más alto alrededor del tiempo de la ovulación. Diversos estudios han revelado que muchas mujeres sienten un fuerte apetito sexual en este punto medio de su ciclo.
El estrógeno, según parece, no enciende el deseo sexual, pero mantiene la vagina húmeda, elástica y lista para el coito. Además, contribuye a la excitación de la mujer al permitir un abundante riego sanguíneo en la vagina.
Métodos anticonceptivos. Más o menos la mitad de las mujeres de 20 a 30 años que emplean algún método anticonceptivo toman píldoras cuya función es impedir la ovulación, y que contienen dosis moderadas de estrógeno y progesterona sintéticos. Además, estas píldoras controlan el flujo hormonal mensual, y por eso disminuyen los cólicos menstruales y el riesgo de padecer anemia, tumores benignos de mama y la enfermedad inflamatoria pélvica. Su uso durante más de cuatro años reduce a la mitad las probabilidades de que aparezca un cáncer de ovarios o de útero.
Es posible que exista una relación entre las píldoras anticonceptivas y el cáncer mamario, aunque no se ha demostrado sin lugar a dudas. La Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos, y muchos médicos, han llegado a la conclusión de que las mujeres que no han padecido cáncer mamario pueden tomar anticonceptivos orales sin correr mayor riesgo. Las que tienen antecedentes familiares de esta enfermedad deben comunicárselo a su médico. El tabaquismo, los trastornos hepáticos, la hipertensión o un historial de coágulos sanguíneos son otras razones para que algunas mujeres discutan el uso de la píldora con su médico, y quizá para que opten por un método anticonceptivo distinto.
Algunos recursos más recientes para el control de la natalidad también se basan en el uso de hormonas sintéticas. Hay uno llamado Norplant: cápsulas de progestina sintética (variante de la progesterona) del tamaño de un fósforo, que se implantan en el brazo de la mujer y sirven hasta cinco años. Hacen que se espese la mucosidad cervical, y con ello impiden que el esperma llegue al útero. Depo-Provera, también a base de progestina, se inyecta trimestralmente en el brazo o los glúteos de la mujer.
Síndrome premenstrual (SPM). De siete a diez días antes de su periodo menstrual, hasta 90 por ciento de las mujeres sufren hinchazón generalizada, hipersensibilidad de los senos, antojos de ciertos alimentos, dolor de cabeza, irritabilidad; es decir, el síndrome premenstrual. Se dice que pueden reducir al mínimo estos malestares si hacen ejercicio, disminuyen el consumo de sal, azúcar y cafeína, evitan las bebidas alcóholicas, toman cinco o seis comidas frugales al día en vez de tres copiosas, e ingieren cereales enteros, frutas y verduras en abundancia.
Huesos. El estrógeno contribuye a que los huesos de la mujer de 20 a 30 años se vuelvan más macizos, pues ayuda al organismo a absorber calcio de fuentes como productos lácteos, brócoli, salmón o sardinas enlatadas, jugos enriquecidos con calcio y suplementos como carbonato de calcio. Debe evitarse el tabaco, ya que baja los niveles de estrógeno.
DE LOS 30 A LOS 40 AÑOS...
A LA MITAD de esta década de la vida, las concentraciones hormonales disminuyen un poco y empieza el descenso de 15 años hacia la menopausia. Ahora más que nunca, la mujer necesita hacer ejercicio y nutrirse bien para mantenerse sana.
Sexualidad. Además de la testosterona y el estrógeno, otra hormona que influye en el comportamiento sexual es la oxitocina; la misma que provoca las contracciones musculares durante el parto y la producción de leche para la lactancia. Algunos investigadores creen que los niveles de oxitocina suben tanto en las mujeres como en los hombres durante la excitación sexual, y alcanzan su punto más alto en el momento del orgasmo.
Métodos anticonceptivos. Sólo una de cada cinco mujeres entre los 30 y los 35 años usa píldoras anticonceptivas, y de las que tienen entre 35 y 40, menos de una de cada 20. Algunas las dejan porque temen que aumenten el riesgo de sufrir apoplejías y ataques cardiacos.
Con la fórmula de las píldoras de hoy en día, esos temores prácticamente carecen de fundamento, según el doctor David Grimes. A condición de que la mujer no tenga problemas de coagulación ni fume, y haya comprobado que no padece hipertensión arterial, ni trastorno hepático alguno, ni una alta concentración de colesterol, y que no tiene antecedentes familiares de apoplejías ni de ataques cardiacos, los expertos creen que las píldoras anticonceptivas no le harán daño.
A las que durante un año han tratado en vano de concebir, el ginecólogo o un especialista en fertilidad puede prescribirles hormonas hipofisiarias sintéticas para estimular el desarrollo de los óvulos y la ovulación. Estas hormonas llegan a provocar la liberación de varios óvulos simultáneamente y, en consecuencia, partos múltiples.
SPM. Entre los 35 y los 40 años, el SPM suele empeorar, quizá porque se alteran los ciclos hormonales mensuales. Si los síntomas se intensifican, el médico debe averiguar si no hay un trastorno subyacente, como depresión o un desequilibrio de las hormonas hipofisiarias y tiroideas. Con frecuencia, los dolores de cabeza son el síntoma del SPM que más se agudiza.
Aunque no son la causa de los dolores de cabeza, los altibajos en los niveles de estrógeno pueden desencadenarlos. A muchas mujeres se les presentan ataques de migraña alrededor del periodo menstrual. Ciertos fármacos, como la ergotamina, el DHE y el sumatriptán, pueden ayudar en estos casos. Y algunas mujeres pueden remediar el problema con píldoras anticonceptivas o dosis bajas de estrógeno.
Huesos. Los huesos de la mujer alcanzan su máxima densidad en esta década de la vida. Si una mujer no ha pensado en ellos hasta entonces, puede comenzar con un régimen de ejercicio, dieta y suplementos de calcio para disminuir sus probabilidades de sufrir osteoporosis más adelante.
DE LOS 40 A LOS 50 AÑOS...
LA PERIMENOPAUSIA está en marcha. Esta etapa de ajuste comienza de uno a siete años antes de la menopausia, entre los 44 y los 50 años de edad. En ella, casi se han agotado los folículos ováricos. La producción de estrógeno se vuelve errática, y la mujer a veces siente bochornos. Algunos meses no ovula, por lo que su producción de progesterona y estrógeno es notablemente baja y, en consecuencia, no menstrúa.
Sexualidad. Con las variaciones de la concentración de estrógeno no necesariamente disminuye el impulso sexual, porque en la mayoría de las mujeres los ovarios siguen secretando suficiente testosterona. Pero al disminuir el estrógeno, las paredes vaginales se resecan y pierden elasticidad, lo que dificulta y a veces vuelve doloroso el coito. Esto puede evitarse tomando suplementos de estrógeno, o aplicándose una crema a base de estrógeno, o un gel humectante.
Métodos anticonceptivos. Casi una de cada cinco mujeres que inician esta década de su vida han sufrido una merma en su fertilidad. El problema se debe por lo general a la vejez de los óvulos y al descenso de los niveles hormonales. No obstante, cuatro quintas partes de las mujeres de este grupo de edad tienen ciclos hormonales normales, y deben cuidarse si no desean concebir.
A lo largo de estos diez años pueden seguir tomando píldoras anticonceptivas, pues en la mayoría de los casos representan más beneficios que riesgos; incluso moderan los trastornos característicos de la etapa anterior a la menopausia. La baja en la concentración de estrógeno causa alteraciones en el ciclo menstrual: un mes quizá no haya menstruación, y al siguiente mes puede haber un sangrado tan abundante que la mujer correrá a consultar al médico. Las píldoras anticonceptivas mantienen la regularidad de los ciclos menstruales.
SPM. Algunas mujeres que nunca habían experimentado molestias relacionadas con la menstruación empiezan a sufrir el SPM en la perimenopausia. La dieta sana y el ejercicio ayudan. Si una mujer ha padecido muchos dolores de cabeza por el SPM, sus fluctuaciones de estrógeno premenopáusicas pueden traerle alivio o empeorar su estado, según la química de su organismo.
Huesos. A medida que sus ovarios producen menos estrógeno, la mujer sigue perdiendo tejido óseo. Es más importante que nunca que conserve fuerte su esqueleto tomando por lo menos un gramo de calcio y 400 unidades internacionales de vitamina D por día.
Bochornos y mal humor. Nadie sabe por qué algunas mujeres que se acercan a la menopausia experimentan bochornos, tristeza, insomnio, comezón, sudores nocturnos. Sólo se sabe que estas alteraciones están relacionadas con las fluctuaciones de estrógeno. Los bochornos son el síntoma predominante, y afligen hasta a 85 por ciento de las mujeres. Limitar el consumo de cafeína y bebidas alcóholicas puede ayudar, y en la mayoría de los casos los suplementos de estrógeno eliminan el problema por completo. Los bochornos suelen desaparecer al cabo de un año o dos.
DESPUÉS DE LOS 50 AÑOS...
LA EDAD PROMEDIO en que se presenta la menopausia es de 50 años. Los ovarios ya no secretan estrógeno ni progesterona, la ovulación cesa y no hay menstruación. Es el mejor momento de la vida, desde muchos puntos de vista. En vez de abatirse por los sufrimientos de la menopausia, la mujer se siente aliviada, pues ya no tiene que preocuparse por el control natal ni por el SPM.
Sexualidad. Durante algunos años después de la menopausia, los ovarios de muchas mujeres siguen secretando testosterona, que estimula su apetito sexual. En otras mujeres, la producción cesa. Para ellas son convenientes los suplementos de estrógeno que mantienen, aumentan o restablecen dicho apetito, así como los de andrógenos (incluida la testosterona). Por desgracia, muchos médicos no informan a sus pacientes de este último tratamiento, quizá porque se resisten a prescribir hormonas masculinas a mujeres. Puede ser conveniente que ellas aborden el tema.
No hay razones médicas para que la mujer menopáusica acostumbrada a tener relaciones sexuales frecuentes las espacie. Sin embargo, después de la menopausia, cuando la concentración de estrógeno alcanza su nivel más bajo, el coito puede resultar más difícil. Quizá se necesiten suplementos de estrógeno y una crema o un gel humectante.
Terapia hormonal. Además de la resequedad vaginal, llegan a presentarse infecciones de las vías urinarias, ya que los tejidos que revisten la vejiga y la uretra se resecan. Y la pérdida de estrógeno no sólo disminuye la protección de la mujer contra la osteoporosis, sino que la hace más susceptible de padecer trastornos cardiacos. Muchos médicos recomiendan la terapia de sustitución de estrógeno (es decir, la administración de una quinta parte, más o menos, de la cantidad que antes producían los ovarios) no sólo para combatir los bochornos durante unos años, sino para prevenir enfermedades el resto de la vida de la paciente.
Seguir o no este camino constituye una de las decisiones más importantes y difíciles para una mujer. Los médicos ignoran si la progestina, tomada en combinación con el estrógeno para evitar el cáncer del endometrio, obstaculiza la acción protectora del estrógeno contra una enfermedad cardiaca. Tampoco conocen el grado en que el estrógeno solo o con progestina aumenta el riesgo de contraer cáncer mamario.
Muchas mujeres que toman hormonas suplementarias temen por su salud, y otras quieren evitar los efectos secundarios. El estrógeno a veces causa hinchazón, hipersensibilidad de los senos, dolores de cabeza y náuseas. Existe un parche cutáneo de estrógeno con el cual la hormona no pasa por el tracto digestivo, evitando así las náuseas. Entre los efectos colaterales de la progestina están los síntomas del SPM y el retorno del sangrado menstrual.
Huesos. Desde el inicio de la menopausia, la pérdida de tejido óseo se acelera a lo largo de cinco o siete años. Millones de mujeres padecen osteoporosis, afección por la cual sus huesos se debilitan y se fracturan fácilmente. Las fracturas pueden ser incapacitantes y poner en peligro su vida. Las mujeres delgadas y blancas, con antecedentes familiares de osteoporosis, son muy susceptibles. Para evitar el riesgo de perder tejido óseo, toda mujer debe aumentar su consumo de calcio a 1500 miligramos diarios y hacer bastante ejercicio. También es posible recurrir a las píldoras o los parches de estrógeno. Aunque los médicos pensaban antes que la sustitución de estrógeno sólo servía si se iniciaba uno o dos años después de la menopausia, ahora saben que, comenzando incluso a los 65 años, la terapia evita la pérdida de tejido óseo.
HASTA ESTE SIGLO, contadas mujeres vivían muchos años después de su última menstruación. Ahora es probable que un tercio de su vida transcurra después de la menopausia. A medida que se den a conocer los resultados de nuevos estudios médicos, se volverá más fácil decidir si han de tomarse suplementos hormonales. Mientras tanto, a la mujer le conviene prestar una atención constante a sus hormonas y hablar con su médico de lo que la inquiete al respecto. También la beneficiarán el ejercicio y una buena alimentación para estar en forma año con año.
©1993 POR MARY MURRAY. CONDENSADO DE "GLAMOUR" (OCTUBRE DE 1993), DE NUEVA YORK, NUEVA YORK. CON ADICIONES DE LA AUTORA.