Publicado en
noviembre 17, 2015
EL VERDADERO TRIUNFO DE ANGELA
DESPUES de diez brillantes temporadas en el papel de la vivaz Jessica Fletcher, en la serie Murder, She Wrote ("Reportera del crimen"), de la cadena CBS, Angela Lansbury es sin duda la reina del horario de mayor audiencia. Y fuera del escenario, su influencia como estrella y productora ejecutiva del programa también ha ido creciendo. "Pensé que, si quería seguir adelante con la serie, debía asumir más responsabilidades", dice la señora Lansbury.
Con delicada firmeza, ha abogado por un horario de trabajo más humano (su límite son 12 horas diarias, pero antes eran 17), ha modernizado el guardarropa de Jessica y ha aprovechado su posición para emplear como actores invitados a amigos de su época en el cine. No hace mucho, se enteró de que la actriz Madlyn Rhue padecía esclerosis múltiple y necesitaba que alguien le diera trabajo para tener derecho a los beneficios del Sindicato de Actores Cinematográficos. La señora Lansbury se apresuró a contratarla. Le asignó el papel de bibliotecaria en un episodio reciente.
—Mark Goodman y Doris Bacon, en People Weekly
SIEMPRE EN ASCUAS
POCOS PRESIDENTES de Estados Unidos han igualado la capacidad, el intelecto o la energía de Herbert Hoover. Con un puñado de colaboradores, aquel hombre organizó una serie de operaciones de asistencia social que salvaron millones de vidas durante la Primera Guerra Mundial y después de ella. Sabía latín y era experto en minería y metalurgia. Sin embargo, su régimen fue un fracaso. Su limitado sentido político (aranceles e impuestos altos) acabó con él.
El estilo administrativo de Franklin Roosevelt fue la antítesis del estilo de Hoover. Roosevelt con frecuencia postergaba las decisiones. No respetaba jerarquías. Intencionalmente asignaba a distintas personas tareas similares. Todo el tiempo ponía a los miembros de su gabinete unos contra otros. Había constantes y enconadas pugnas a su alrededor. Roosevelt era tortuoso. No le gustaban las confrontaciones, y lograba lo que quería por medios indirectos. Ni en entrevistas personales sabía uno a qué atenerse con él; por lo general se mostraba de buen humor y hablaba en forma imprecisa.
Muchos consideraban sus métodos ineficaces y caóticos, pero la mayoría de los expertos en ciencias políticas han llegado a la conclusión de que ocultaban una intención. El caos le aseguraba que nadie obtuviera demasiado poder y nadie le impidiera el acceso a la información. Fue indiscutiblemente la cabeza de su gobierno, y se convirtió en la figura dominante de la política estadounidense del siglo XX.
—Forbes
EL MEJOR DRAMATURGO
LA COMEDIANTE Joan Rivers tardó mucho en recuperarse del suicidio de su esposo y representante, Edgar Rosenberg. Sin embargo, como resultado de esa experiencia, ahora la artista se siente capaz de afrontar todo lo que la vida le depare:
¿Qué estaré haciendo dentro de cinco años? Eso no me preocupa. Me encantaría trabajar en televisión, pero en el mundo del espectáculo no hay nada seguro. Aunque las cosas salgan mal, las honduras que pueda alcanzar no tendrán nunca la profundidad de aquel abismo en el que me hundí. Me he convertido en mi propia versión del optimista. Si encuentro una puerta cerrada, abriré otra... o construiré una. Sucederán cosas maravillosas, por oscuro que parezca el presente.
Dios siempre nos brinda un tercer acto sorpresivo, y hasta nuestra muerte no sabremos si la obra fue una comedia o una tragedia. Así que lo mejor es prepararse para ambas posibilidades. Eso es lo fascinante de la vida. Siempre hay una nueva escena que surge de la nada. Dios es el mejor dramaturgo.
—Still Talking (Turtle Bay)
ENFERMERA ORGULLOSA
CLAIRE FAGIN, rectora interina de la prestigiosa Universidad de Pensilvania, es la primera mujer que ocupa ese puesto. Y lo que viene a ser quizá más importante: es enfermera, una especialidad no muy respetada, por lo general, en los círculos académicos. La señora Fagin explica:
"¿Sabes, mamá?", me dijo mi hijo Charles. "Todos esperan que hagas algo diferente como rectora de la universidad. Sin duda se debe a que eres enfermera. Si un médico estuviera en ese puesto, sería la misma historia de siempre: poder, poder y más poder. Pero la gente confía en ti porque eres enfermera".
Lo cierto es que las enfermeras inspiramos confianza porque atendemos las necesidades más elementales de la gente, y nos relacionamos con ella a su nivel, no como si fuéramos sus superiores.
—Art Carey, en el Inquirer Magazine de Filadelfia