POR QUÉ SOÑAMOS LO QUE SOÑAMOS
Publicado en
septiembre 29, 2015
Las horas de sueño podrían ser la clave de una vida mejor.
Por Kristin Von Kreisler.
STEPHEN KING, autor de espeluznantes novelas de terror, tiene su propia pesadilla recurrente: está trabajando en una habitación estrecha y calurosa, mientras una demente se oculta detrás de la puerta del desván y blande un escalpelo. El escritor sabe que si no termina su trabajo, ella irrumpirá en la habitación. Y así ocurre.
King siempre despierta segundos antes de que la mujer lo acuchille. Dice que tiene ese sueño cuando está empeñado en ponerse al día en su trabajo. La conciencia es como un océano, en el que ocurren cosas en distintos niveles, le dice a Naomi Epel en Writers Dreaming ("Los sueños de los escritores"). "Todo lo que sucede en nuestra vida cotidiana se filtra hacia abajo y ejerce algún grado de influencia allí".
King tiene razón. En estudios recientes se demuestra que los sueños son a menudo distorsionados de la vida cotidiana, y no necesariamente imágenes simbólicas de deseos inconscientes, como pensaba Sigmund Freud, o escenas caprichosas y absurdas, provocadas por señales del cerebro. Muchos expertos creen ahora que nuestros sueños guardan una relación tan estrecha con nuestras horas de vigilia, que podemos usarlos como herramienta para reconocer y resolver conflictos internos.
Hombres y mujeres sueñan cosas diferentes. ¿Por qué? "Por razones biológicas y del entorno social", explica Milton Kramer, director del Centro del Sueño del Hospital Bethesda Oak, en Cincinnati.
En una comparación de 500 sueños masculinos con 500 femeninos, Robert Van de Castle, autor de Our Dreaming Mind ("La mente soñadora"), descubrió que los hombres tienen con mayor frecuencia sueños de acción en los que aparecen personajes desconocidos, a quienes se identifica principalmente por su ocupación. En general, estos sueños tienen lugar al aire libre o en ambientes irreconocibles. Las mujeres sueñan más con enfrentamientos emocionales con alguno de sus seres queridos, en ambientes interiores.
Tanto los hombres como las mujeres tienen sueños eróticos, pero "ellos los disfrutan con menos conflicto emocional", señala Gayle Delaney, autora de Sexual Dreams ("Sueños eróticos"). Los varones suelen soñar con hermosas mujeres anónimas que les dan placer sin inhibiciones. Ellas, en cambio, sueñan con personas conocidas, y se topan con más problemas y distracciones.
Según los estudios de Monique Lortie-Lussier, de la Universidad de Ottawa, es posible que al aumentar el número de mujeres que salen a ganar dinero, sus sueños se vuelvan más parecidos a los masculinos. La investigadora observó que las madres que se quedan en su casa sueñan más con niños, y que las mujeres que trabajan fuera del hogar sueñan con sus jefes y colegas,
En su quinto mes de embarazo, la psicóloga californiana Patricia Garfield dudaba de su capacidad para amamantar a su bebé. En repetidas ocasiones soñó con una camada de gatitos hambrientos que maullaban pidiendo comida. Afligida, la mujer se preguntaba cómo iba a poder alimentarlos.
Sabía que los gatitos simbolizaban a su bebé. Según los estudios de Patricia Maybruck, autora de Pregnancy and Dreams ("El embarazo y los sueños"), el sueño de la señora Garfield no era inusual: es muy frecuente que las mujeres embarazadas sueñen con animales.
Maybruck también descubrió que la evolución de los animales con que se sueña corresponde al crecimiento del bebé. En el primer trimestre se trata de criaturas acuáticas como los renacuajos; durante el segundo, de perritos y conejitos; en el último trimestre, de monos y gorilas.
Los futuros papás también sueñan con temas comunes. "Frecuentemente", explica el psicólogo Alan Siegel, autor de Dreams That Can Change Your Life ("Sueños que pueden cambiar su vida"), "los sueños giran en torno a la exclusión, pues durante el embarazo de su esposa, el hombre oscila entre sentirse excluido de la experiencia y sentirse partícipe de ella".
Uno de los pacientes de Siegel, un orientador de 30 años, estaba a punto de convertirse en papá. Se sentía desplazado por el embarazo de su esposa, pero no lo admitía. Una noche tuvo un sueño esclarecedor: "Me encontraba en un partido de beisbol y fui a comprar cerveza. Al regresar, no pude encontrar mi asiento. Busqué otro, pero aunque el estadio no estaba lleno, muchos de los espectadores eran mujeres embarazadas que ocupaban dos asientos. Enojado, decidí quedarme de pie".
Más adelante, agrega, se percató de que no tenía un "lugar" emocional en el embarazo de su esposa, "así como no había un lugar para mí en el estadio". Una vez que entendió esto, empezó a tratar de participar más en los preparativos para el nacimiento del bebé.
Cuando Amy Tan, autora de The Joy Luck Club ("El club de la buena estrella"), tenía alrededor de 25 años, soñó que rentaba un par de alas por 25 centavos, emprendía el vuelo con otras personas, y pasaba un rato maravilloso. De pronto se preguntó: ¿cómo puedo volar con unas alas de 25 centavos?, y de inmediato empezó a caer. Pensó que estaba a punto de morir, hasta que se dio cuenta de que si había estado volando antes de que la asaltara aquel terrible pensamiento, debía de ser capaz de remontarse otra vez por los aires. Finalmente supo que no eran las alas lo que le permitía volar, sino su seguridad en sí misma. Cuando despertó, comprendió también que dejaba de hacer muchas cosas en su vida porque le faltaba la confianza necesaria para hacerlas.
El sueño de la señora Tan es característico de los primeros años de la adultez, cuando la gente duda de sí misma y de su valía. "En cada etapa de la vida se deben lograr determinadas cosas", explica Rosalind Cartwright, autora de Crisis Dreaming ("Sueños de crisis"). "Los asuntos con los que lidiamos en esas etapas aparecen en los sueños, y mientras dormimos solemos evaluar nuestro desempeño en cada una de ellas".
Los niños, que son vulnerables y se asustan con facilidad, sueñan con animales y monstruos terroríficos que los persiguen y los atacan. Los adolescentes sueñan con idilios y relaciones sexuales.
Según un estudio de Milton Kramer, el ya mencionado investigador de los sueños, las personas entre 21 y 34 años manifiestan en su actividad onírica más angustia en torno a lo que está bien y lo que está mal, quizá porque están haciendo una introspección y tomando decisiones importantes en lo que se refiere a la profesión, el matrimonio y el rumbo que tomará su vida. Las personas de 35 a 49 años manifiestan mucha menos hostilidad hacia otros en sus sueños, tal vez porque han resuelto las cuestiones antes mencionadas, están llegando a su nivel más alto de realización y tienen menos necesidad de ser agresivas durante las horas de vigilia. Después de los 65 años, la preocupación por la pérdida de recursos y el temor al envejecimiento aparecen con mucha mayor frecuencia en los sueños.
También nuestras actitudes moldean nuestros sueños. Los estudios de Aaron Beck, profesor emérito de la Universidad de Pensilvania, muestran que las personas enojadas expresan su ira en los sueños. Otras investigaciones revelan que la gente deprimida a veces sueña que es víctima del rechazo, la humillación o el abandono. Los individuos inusualmente abiertos, vulnerables e inseguros suelen sufrir pesadillas.
Las personas creativas usan sus sueños para resolver problemas. Según la escritora Naomi Epel, hay escritores, artistas y científicos que, antes de dormir, piden a su subconsciente un sueño que arroje luz sobre alguna situación confusa. "El inconsciente sabe cosas que la mente consciente ignora", dice Naomi. "Puede convertirse en un aliado que ofrezca nuevos puntos de vista".
Durante siete años, un hombre cuya esposa, estando embarazada, murió a manos de su ex marido, tuvo pesadillas acerca del asesinato. Lo que más lo atormentaba eran las imágenes de ella pidiéndole ayuda. Finalmente consultó con un psiquiatra, y poco a poco los sueños empezaron a cambiar: soñaba que se enfrentaba al asesino y salvaba a su mujer. Los nuevos sueños le permitieron hablar de la rabia que le provocaba el asesino y del irracional sentimiento de ser responsable de la muerte de su esposa. Con la ayuda de los sueños, comenzó a sanar.
Este proceso es común entre las personas que han sufrido un trauma. Los sobrevivientes de desastres naturales, las víctimas de accidentes y crímenes —y sus seres queridos—, así como los ex combatientes, reviven una y otra vez sus aterradoras experiencias en sus sueños. "Cuando la imagen de una crisis es particularmente intensa", explica Frank Ochberg, profesor clínico de psiquiatría en la Universidad Estatal de Michigan, "se necesita tiempo para asimilarla. La mente debe trabajar en el asunto antes de archivarlo".
ES INNEGABLE que los sueños nos permiten percibir cosas importantes. Es tranquilizador saber que pueden curar el dolor emocional. Pero, ¿pueden predecir el futuro? Rara vez, aunque algunos expertos afirman que es posible. Entre una muestra de millones de personas siempre se encuentran sueños que, en retrospectiva, parecen premonitorios.
Unas semanas antes de su asesinato, según lo que se dice, Abraham Lincoln soñó que oía llorar a unas personas en la planta baja de la residencia presidencial, y fue a averiguar qué sucedía. En la Sala Este vio un ataúd y un cadáver que tenía cubierto el rostro.
—¿Quién ha muerto en la Casa Blanca? —le preguntó a un soldado apostado cerca de él.
—El Presidente —respondió el soldado—. Lo asesinaron.