INFARTO: MIDA USTED MISMO SU RIESGO
Publicado en
septiembre 15, 2015
Dedique cinco minutos a averiguar cómo anda su salud.
Respondiendo a las 12 preguntas que aparecen a continuación, usted podrá calcular las probabilidades que tiene de sufrir un infarto en los próximos diez años. El cuestionario se basa en cuatro de los más com¬pletos estudios realizados en Estados Unidos sobre el riesgo de contraer una cardiopatía coronaria. (La prue¬ba no arroja resultados fidedignos en el caso de las personas que ya tienen un historial de insuficiencia co¬ronaria. Para contar con una opinión autorizada, consulte con su médico). Después de responder el cuestiona¬rio, lea la sección de consejos.
EL CUESTIONARIO
Por cada respuesta afirmativa que dé a las primeras nueve preguntas, sume o reste puntos según se indica:
* La "probabilidad" indica el porcentaje de personas como usted que sufrirán un ataque cardiaco en el periodo mencionado. Si su probabilidad es de siete por ciento en la columna de diez años, por ejemplo, significa que de una muestra al azar de 100 personas con la misma puntuación que usted, siete tendrán una ataque cardiaco de aquí a diez años.
CÓMO REDUCIR LAS PROBABILIDADES
Un infarto representa la agonía del músculo cardiaco privado de oxí¬geno. El riesgo de sufrirlo depende de ciertos factores que influyen en la acumulación de grasa en las paredes de las arterias coronarias, en la formación de coágulos que obstruyen las arterias y en la fuerza del mús¬culo cardiaco mismo. El control de esos factores puede reducir el peli¬gro de manera notable. (Para comprobarlo, vuelva a responder el cues¬tionario suponiendo que usted sigue algunos de los consejos que se exponen a continuación.)
Presión arterial. El paso de la sangre por las arterias a una presión alta (más de 90 para la diastólica —el número más bajo— o de 140 para la sistólica —el número más al-to—) termina por desgastar porcio¬nes de la pared arterial, lo que per-mite la acumulación de depósitos de grasa. Para reducir el riesgo: Limite su consumo de bebidas alcohólicas, las cuales pueden tener un efecto hi¬pertensor directo en el organismo; no coma demasiada sal, pues esta sube en 30 a 50 por ciento la presión ar¬terial de las personas hipertensas; y combata el estrés mediante ejercicios de relajación. Si estas medidas no sur¬ten efecto, necesitará tomar algún me¬dicamento. Una vez que ha bajado la presión arterial, disminuye o de¬saparece el daño a las arterias.
Concentraciones de colesterol. Una concentración de colesterol to¬tal (CT) de más de 240 mg/dl au-menta el riesgo de sufrir un infarto, y una concentración de entre 200 y 239 mg/dl se considera alta dentro de los límites normales. Pero hay un tipo de colesterol —la lipoproteína de alta densidad— que en realidad contribuye a mantener limpias las ar¬terias, de suerte que una acumula¬ción abundante de LAD (más de 60) constituye un factor positivo, mien¬tras que su escasez (menos de 35) aumenta la probabilidad de tener insuficiencia coronaria. Para reducir el riesgo: Limite su consumo de grasas saturadas —que se encuentran en la carne y en los productos lácteos—, y sustitúyalas por grasas monoinsa¬turadas, como el aceite de oliva, de canola o de cacahuate; consuma mu¬chas frutas, verduras, leguminosas y granos. Tal vez necesite medicamen¬tos para reducir la concentración de colesterol.
Ejercicio. El corazón, como cual¬quier otro músculo, necesita ejerci¬cio para conservarse fuerte. La inac¬tividad puede hacer que la sangre se coagule más fácilmente. También au-menta las probabilidades de que sur¬jan otros factores de riesgo, como una excesiva concentración de colesterol, obesidad, diabetes e hipertensión. Para reducir el riesgo: El ejercicio mo-derado ayuda a la persona normal a bajar de peso más rápidamente que el ejercicio intenso, pues casi todo el mundo puede ejercitarse durante un tiempo más largo a un ritmo mode¬rado, y quemar así más calorías. Con el consentimiento de su médico, si¬ga un programa de sesiones de 45 minutos cuatro o cinco veces por se¬mana, e incluya el trabajo con pesas, ya que, cuanto más desarrollados es¬tén los músculos, más pronto se que¬marán las calorías.
Otra manera de inhibir la coagu¬lación sanguínea consiste en tomar regularmente una dosis baja de as¬pirina, lo cual disminuye, sin lugar a dudas, las probabilidades del va¬rón de sufrir un infarto, y casi se-guramente disminuye también las de la mujer. Sin embargo, la aspiri¬na puede ocasionar hemorragias gas¬trointestinales, por lo que no hay que tomarla con frecuencia sin antes consultar con un médico.
Obesidad. La gordura multiplica el riesgo de tener concentraciones indeseables de colesterol, amén de hi¬pertensión y diabetes. Un índice de masa corporal de más de 30 (véase el cuestionario) constituye el criterio más confiable para saber si una per¬sona es obesa; en ese punto, el ries¬go de sufrir una cardiopatía aumen¬ta drásticamente. Un IMC de 27 a 29 —que indica un sobrepeso mo¬derado— suele asociarse con un ligero incremento de las probabili¬dades de sufrir un infarto. Para re¬ducir el riesgo: Las fluctuaciones de peso ocasionadas por dietas repetidas pueden hacerle más daño al corazón que la gordura misma. La única for¬ma segura y permanente de perder peso consiste en modificar para siempre los hábitos alimenticios y la actividad física. Limite su consumo de grasas y coma verduras, cereales y leguminosas.
Diabetes. Tanto la del tipo I co¬mo la del tipo II suelen dañar las ar¬terias y promover la hipertensión y las concentraciones dañinas de co¬lesterol. Para reducir el riesgo: El con¬trol de la concentración de azúcar en la sangre mediante dieta, pérdida de peso, ejercicio y, en algunos casos, medicamentos, disminuye los facto¬res de riesgo de padecer insuficien¬cia coronaria entre los diabéticos del tipo I, y probablemente también en¬tre los del tipo II.
Tabaquismo. El tabaco resulta tan destructivo para el corazón co¬mo para los pulmones, si no es que más. Lesiona y constriñe las arte¬rias, interrumpe el flujo de oxígeno al corazón, estimula la coagulación y anula los efectos protectores de la LAD. Incluso la exposición cons¬tante al humo del cigarrillo de otra persona eleva en 30 por ciento el ries¬go de sufrir un ataque cardiaco. Pa¬ra reducir el riesgo: Quienes dejaron de fumar hace por lo menos cinco años están tan expuestos a un infar¬to como quienes jamás han fumado. Trate de dejar de golpe este hábito. Si no lo logra, pida a su médico que le explique cómo funcionan la goma de mascar y los parches cutáneos de nicotina.
Bebidas alcohólicas. Es cierto que el exceso de alcohol causa es¬tragos en todo el organismo y aumenta las probabilidades de un in¬farto; pero también lo es que el al¬cohol eleva la concentración de lipoproteínas de alta densidad e in¬hibe la coagulación. Las personas que beben con moderación —hasta dos tragos al día, en el caso de los varones, y uno para las mujeres— co-rren un riesgo coronario entre 25 y 45 por ciento menor que los abstemios. Ahora bien, esto no debe ser pretexto para comenzar a beber, pues algunas personas son incapaces de con¬trolar el hábito.
Remplazo hormonal. Las mujeres que toman un suplemento de estró¬geno después de la menopausia pue¬den reducir en una tercera parte, o más, sus probabilidades de sufrir un ataque cardiaco. Sin embargo, el es¬trógeno aumenta el riesgo de con¬traer cáncer uterino, de suerte que, para neutralizarlo, las mujeres a quienes no se ha extirpado el útero deben tomar también progestina. Todavía no se sabe a ciencia cierta si esa combinación protege el corazón tan efectivamente como el estrógeno solo, pero los investigadores piensan que sí representa un beneficio im¬portante. Su médico podrá propor¬cionarle más información.
© 1994 POR CONSUMERS UNION OF U.S., INC., DE YONKERS, NUEVA YORK. CONDENSADO CON AUTORIZACIÓN DE "CONSUMER REPORTS ON HEALTH", OCTUBRE DE 1994. CUESTIONARIO PREPARADO POR TED PASS Y LA DOCTORA JOANN MANSON.