ENEBRO, EL PERFUME DE LA TIERRA
Publicado en
septiembre 01, 2015
¿Has olvidado que el bosque es tu bogar?
¿Que el bosque grande, profundo y sereno te espera como a un amigo?
Vuelve al bosque.
Allí aprenderás a ser de nuevo un niño.
Jorge Teillier.
Por Ignacio Abella.
Por toda Europa el enebro se ha usado como ramo protector contra brujerías y maleficios mediante su colocación en los dinteles y fachadas de las casas.
En la montaña de Pistoia, en la Toscana, se decía que cuando las brujas llegan a un hogar protegido de esta forma, no pueden evitar empezar a contar las innumerables hojitas que tiene este arbusto, hasta que se equivocan. se impacientan y terminan por marcharse sin haber podido hacer ninguna de sus fechorías. Una creencia parecida existía también en la zona pirenaica para explicar la protección mágica que ejercen allí los cardos del sol o espantabrujas que se colgaban en las puertas y dinteles. Por otra parte, como muchas otras plantas perennes, se ha usado para las bendiciones del día de Ramos que sincretizan los antiguos y nuevos cultos.
Es posible que las hojas pinchudas de los enebros hayan alimentado esta idea de protección mágica que se utilizó en el pasado en muchos rituales y tradiciones. Así, en el distrito alemán de Waldeck, cuando los niños caían enfermos, sus parientes traían lana y pan en un ramo de enebro e invitaban con una fórmula ritual a los malos espíritus a comer, a hilar y a olvidar al niño.
Entre las distintas especies de enebros que científicamente están agrupados en el género funiperus, que comprende enebros y cabinas, podemos distinguir dos, principalmente: el enebro común (funiperus communis) y el enebro de la micra (funiperus oxycedrus). Son de porte y comportamiento parecidos, pero se distinguen fácilmente porque el primero tiene las hojitas con una línea blanquecina por el haz, mientras que el segundo presenta dos líneas paralelas. También tienen usos similares y conviven en muchos lugares, mezclándose con sabinas y otros arbustos que, como éstos, forman parte de la avanzadilla del bosque, tanto en los linderos como en los terrenos baldíos que el enebro coloniza con eficacia. Su labor ecológica es, en este sentido, muy importante, dada su capacidad de asentarse en terrenos muy pobres y de soportar la altitud, el calor, el frío y la sequía.
La fructificación tiene lugar en un proceso que dura tres años y produce una especie de bayas llamadas arcéstidas, que alimentan a una gran diversidad de comensales (aves como el zorzal real, mamíferos como el zorro y el lobo. cérvidos...) que diseminan eficazmente el enebro. En otoño, basta agitar las ramas para recoger las que caen ya maduras, mientras permanecen en la rama las que madurarán los próximos años. En unos tiempos en los que no existían las famosas barritas energéticas, los pastores vascos utilizaron este frutillo de sabor intenso cada vez que en el monte se encontraban desfallecidos. Se creía que había que comer un número impar para recuperarse con rapidez y, verdaderamente, al margen de estas creencias y pese a su áspero sabor, aportan calorías y azúcares que pueden resultar vitales en caso de apuro.
Adivinanza
De tres en tres,
enebro un millar de agujas.
De tres en tres, las semillas.
En un fruto de tres años.
Dulce, ácido y amargo.
Verde, azulado y negro.
FRUTOS DIGESTIVOS
Las arcéstidas se han utilizado también para aromatizar guisos y licores, como la ginebra, e incluso para ahumar. Tienen propiedades carminativas, digestivas, tónicas y estimulantes, tanto si se consumen crudas, como si se hace en infusión o como ingrediente culinario.
La resina proporciona, por otro lado, un excelente incienso. Sólo hay que recoger las lágrimas de color gris blanquecino o amarillento que aparecen con mucha frecuencia en las heridas del tronco y quemarlas sobre un carboncillo. También la madera es muy aromática y se ha usado para hacer cajitas y útiles de todo tipo. Aunque no abundan los grandes ejemplares, antaño se construía con vigas de enebro que resultan casi imputrescibles. Con este precioso material estaban hechas las vigas del templo de Diana que Aníbal respetó cuando conquistó Sagunto durante la segunda guerra púnica.
También se emplea la resina de estas especies para la preparación de barnices. especialmente la del enebro de la miera, que griegos y romanos denominaban "cedria", y se ha utilizado desde tiempos remotos para embalsamar y preparar toda clase de pomadas, ungüentos y protectores para la madera y el hierro.
Fuente:
REVISTA INTEGRAL - MARZO 2009