HAGA QUE EL IDILIO PERDURE EN SU MATRIMONIO
Publicado en
julio 24, 2015
Una sicóloga sugiere tres pasos para que la mujer se convierta en esposa verdaderamente liberada.
Por Joyce Brothers (es doctora en sicología por la Universidad de Columbia. Escribe la columna que se publica en varios diarios y se presenta en diversos programas de radio y televisión norteamericanos).
TODAS las mañanas, en el curso de la hora que dura mi programa de radio, la estación WMCA de Nueva York recibe un promedio de 5000 llamadas telefónicas. En su mayoría, se trata de mujeres que desean hablar de sus problemas conyugales. Dicen que sus maridos se muestran indiferentes: no les hacen caso ni se interesan por sus necesidades. Sin excepción, todas quisieran una receta para "devolver la alegría, el gozo, a su vida matrimonial".
¿A qué se debe el actual desasosiego de las esposas? "Las mujeres tratan de ampliar sus posibilidades de elección", opina la doctora Alexandra Symonds, ayudante clínica de la cátedra de siquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. "Lo que anhelan es un sentimiento más definido de su identidad como personas".
Hace 200 años la mujer no tenía problemas de identidad. La familia no podía funcionar sin ella. Hoy, en cambio, incluso las que se sienten plenamente satisfechas como madres de familia, se ven obligadas a retirarse después de 20 años de trabajo, aunque todavía tienen por delante muchos años de vida activa.
No obstante, estoy convencida de que el matrimonio es una institución que perdurará hasta el fin de los tiempos, y me refiero al matrimonio tradicional, indisoluble, basado en el propósito de mantenerlo "hasta que la muerte nos separe". A pesar de lo mucho que hablan algunas portavoces del movimiento de liberación femenina, la gran mayoría de las mujeres no están contra este estilo de vida, el más fructífero que se haya instituido hasta la fecha. Su insatisfacción por el estado matrimonial deriva de que cada día les resulta más difícil conformarse con el papel subordinado que, ilógicamente, les toca desempeñar; cada día. les resulta más pesado sacrificar sus propias aspiraciones a las del marido y llevar una vida "de segunda mano".
En mi opinión, no se trata de abolir el matrimonio, sino de convertirlo en una institución más liberal. Y por liberal entiendo la unión basada en el afecto, en que cada uno de los integrantes se preocupe por la felicidad y por la realización personal de su cónyuge tanto como por su propia dicha y plenitud. Esta felicidad puede lograrse aplicando tres medidas directas, a las que llamo el Sistema Brothers:
1. Haga una lista. Anote los que constituyan sus más caros anhelos. Todos tenemos deseos amorfos, pero al expresarlos por escrito podrá usted cristalizarlos en metas prácticas.
El caso de Sofía es típico: se quejó conmigo de que su vida era un torbellino incesante. "Desde que me levanto me siento perdida. Los niños están riñendo, el nene llora y hay que cambiarle pañales y darle el biberón. Mi marido no encuentra su ropa interior limpia; Genoveva ya perdió su deber escolar; Beto pide dinero para los Exploradores. Cuando todos se marchan, yo ya estoy agotada".
Pedí a Sofía que hiciera una lista de las cinco cosas que más deseara en el mundo, y resultó reveladora. He aquí sus deseos: 1) educar a sus hijos de modo que fueran felices e inculcarles buenos principios morales; 2) que ella y su esposo pudieran divertirse como lo hacían antes de que llegaran los hijos; 3) disponer de un poco más de tiempo para sí misma: para leer, dormir la siesta, andar un poco o no hacer nada; 4) estar un poco más enterada de lo que ocurre en el mundo; 5) sentirse más persona que máquina.
Concentré mi atención en el punto número cinco. He notado que es el denominador común en las listas de esta índole que hacen las mujeres. Sofía era esposa y madre, pero no se sentía persona. Era una de esas mujeres —hay muchísimas como ella— olvidadas por las extremistas del movimiento de liberación femenina. No consideraba el matrimonio como una carga o un estorbo: su vocación para el matrimonio estaba bien definida, pero sentía que la iba ahogando.
Al pedirle que me hiciera una lista de las cosas que, en su opinión, le impedían lograr esos cinco objetivos, escribió 23 posibles causas que se resumían en éstas: demasiado trabajo; muy poco tiempo para hacerlo; falta de dinero para poder salir de casa; falta de ayuda —de comprensión— por parte del marido.
—Me dejo mangonear por todo el mundo. Debería tratar de imponerme un poco más —comentó Sofía.
—¿Qué puede usted hacer para cambiar tal situación? —le pregunté, y le sugerí que hiciera otra lista de posibles remedios: es la mejor manera de lograr que la gente explore sus dificultades y busque la manera de solucionarlas. He aquí la lista de Sofía:
• Voy a reorganizar mis tareas matutinas, Beto y Genoveva pueden ir solos a la parada del autobús escolares. Si no les da tiempo de prepararse el almuerzo, o si olvidan sus deberes escolares, será responsabilidad de ellos.
• Rogelio, mi marido, puede sacar su ropa limpia antes de acostarse; así, no hay necesidad de que por la mañana ande detrás de mí preguntando por sus calcetines o su traje.
• Por las mañanas me limitaré a atender al nene y a cuidar de mi persona.
• Pediré a Rogelio que se ocupe del pequeño las noches de los miércoles: en el pueblo se está formando un grupo liberacionista, y quizá encuentre allí mujeres que congenien conmigo.
• Pienso dedicarme más a cultivar amistades.
Sofía vio rápidamente que había convertido su vida en una prisión. Su marido no era ningún "macho" que exigiera de ella las cualidades de una supermujer, y cuando empezó a retirar las rejas de que ella misma se había rodeado, no le fue difícil alcanzar las metas anotadas en la primera lista.
2. Introduzca algún cambio. Una vez hecha la lista de sus anhelos, dé un paso para realizar cualquiera de ellos. Generalmente aconsejo que se dé un paso a la vez, porque en general la gente no tiene idea de las consecuencias a largo plazo de un solo cambio en el comportamiento: Sin embargo, en el caso de Norma, no vi inconveniente en que introdujera tres cambios a la vez e inmediatamente.
Norma acudió a mí porque su esposo, Alberto, funcionario menor de ventas, parecía haber perdido todo interés por ella. La mujer no lo culpaba, ya que él siempre trataba de aprender algo, y en cambio ella no había leído ni un libro serio hacía un año. Se habían casado antes de que él terminara sus estudios universitarios. Norma había trabajado de telefonista en una compañía para ayudarle a cubrir los gastos mientras él terminaba la carrera. Una vez que lo logró, consiguió él un buen empleo, y ella se dedicó en cuerpo y alma a la comodidad de su marido y al arreglo de su casa.
Pero todo eso no era suficiente para conservar el interés de un hombre como Alberto. La conversación de Norma se había convertido en la letanía de las pequeñas molestias que llenaban sus días. "Solía impacientarse terriblemente conmigo", dice Norma. "Le decía yo que el fontanero no había ido a hacer las reparaciones, y mi marido simplemente me volvía la espalda. Y trabajaba tanto que casi siempre estaba demasiado cansado para apetecer las relaciones sexuales. O, cuando él quería, yo estaba exhausta".
Dije a Norma que ya era tiempo de pensar en algún cambio. Aplicamos el Sistema Brothers: le aconsejé que se fuera a casa a meditar seriamente en lo que era y en lo que le gustaría ser.
Al día siguiente Norma volvió muy contenta: "Tengo una lista magnífica", declaró. "Se la mostré a Alberto, y comentó: ¡Vaya! ¡No pensé que te interesara eso!" Norma deseaba aprender francés, ir a Francia y estudiar allí cocina francesa; aprender a nadar y a jugar al golf, conocer mejor las actividades de su esposo y bajar unos 10 kilos.
Le aconsejé que introdujera tres cambios inmediatamente: se inscribió en un curso de francés; acudió a tomar clases de natación, y para Alberto fue algo tan maravilloso que ella se interesara por su trabajo, que decidió darle un curso y la puso a leer toda clase de libros, revistas financieras y semanarios especializados.
Ahora, después de un año, Alberto se muestra orgulloso de su esposa, mujer tan atractiva como inquieta. Cuando Norma terminó su primer curso de francés, él decidió también aprender ese idioma. "Al fin y al cabo, si vamos a Francia en las próximas vacaciones, es mejor que ambos lo hablemos", dice. Norma ya sabe nadar, y este ejercicio le ha ayudado a bajar algunos kilos. La última vez que la vi, estaba más esbelta, parecía mucho más joven y me confesó que jamás había creído que ella y su marido pudieran ser tan felices.
3. Piense en usted misma, ante todo... siquiera parte del tiempo. La sociedad ha convencido a las mujeres de que deben pensar en el marido y en los hijos antes que en sí mismas. Jamás ha intentado convencerlas, como ha hecho con los hombres, de la absoluta necesidad que tiene toda persona de ponerse ella misma en primer lugar.
Entiéndase que no preconizo el egoísmo: hablo de los aspectos básicos de la existencia. A usted le corresponde decidir cuántos hijos quiere tener (o si no quiere ninguno), qué clase de amigos desea cultivar y qué tipo de relaciones prefiere tener con la familia. Tales son los aspectos más importantes que influirán en su vida actual y en la que lleve dentro de diez años.
Y no hay nada malo en concederse la preferencia de vez en cuando; si bien mostrarse caprichosa sería sólo infantilismo irresponsable. A veces llego a casa tan cansada, después del programa de televisión, que no tengo ánimos para ponerme a cocinar. Cuando mi marido ve que la comida no está preparada, comprende que no estoy en condiciones de hacer nada; por tanto, vamos a comer a un restaurante, o bien descansamos un buen rato y nos conformamos con unos huevos.
EL SISTEMA BROTHERS no podría remediar un matrimonio en el que ha desaparecido el amor para convertirse en odio o indiferencia. Su propósito es ayudar a las mujeres (y a los hombres) que se sienten aprisionados en una relación que les impide gozar de todas las cosas buenas de la vida. No puede lograr resultados si no existe una base firme de afecto, ni tampoco tendrá éxito cuando el marido está tan inseguro de su masculinidad que no tolere una esposa independiente. Sin embargo, estoy convencida de que la mayoría de los hombres serían mucho más felices en el matrimonio liberal, que viviendo en esa unión donde parece darse prioridad en todo al varón; y es que sólo en una atmósfera de liberación pueden marido y mujer disfrutar de una afectuosa camaradería, de relaciones sexuales realmente emocionantes, de la vital convivencia fruto de la relación amorosa entre dos seres iguales en derechos.
Fragmentos tomados de "The Brothers System for Liberated Love and Marriage", © 1972 por la doctora Joyce Brothers.