Publicado en
julio 06, 2015
No hay mejor analogía que la de las plantas versus los seres humanos. ¿Pueden las divorciadas ser una amenaza y "ahogar" nuestros matrimonios? ¿Cómo regamos nuestra relación para que no fracase? En el amor, hay que preparar el terreno a conciencia.
En las relaciones humanas sucede igual cosa. El hombre a quien su mujer le pregunta dónde va, qué hizo, por qué llegó tarde, es hombre básicamente infeliz. Por otra parte, hábleme de una mujer metida en un puño, a quien su marido niega toda libertad, que ni trabaja ni desarrolla una actividad propia, y estaremos ante un ser frustrado que no llegará nunca a realizarse, porque carece de aire, luz y terreno donde expandir sus raíces. Por cierto que existe el caso opuesto: la planta a la que se da demasiado cuidado. La que se riega en exceso y se ahoga en cariño. Por éstas y otras razones, existen mujeres que fracasan en la aventura matrimonial, y un buen día despiertan a la realidad de que no tienen ya pareja. Están divorciadas. Sobreviene entonces un problema: el de haber adquirido violentamente una libertad que no sabe manejar, porque se enfrenta a ella por primera vez. Para la que se casó muy joven, la libertad es como la luz del medio día en las pupilas de quien ha estado mucho tiempo en la oscuridad.
EL MITO DE LA DIVORCIADA
Para la divorciada joven es difícil adaptarse al cambio. El solo hecho de ser mujer sola y disponible la coloca en una situación que requiere de todo su tacto e inteligencia. Desde luego, no debe esperar que porque sea frágil y está sola, el mundo va a protegerla. Al contrario. Es ahora cuando va a descubrir el corazón de las gentes. La bondad y la maldad humana.
Descubrirá también que muchos piensan que la mujer divorciada es una amenaza. En el grupo de sus amigos casados ya no es parte de una pareja. Y la mente enferma de ciertas mujeres la convertirá de golpe en "la competencia", porque ahora es una pieza que no encaja en el jeroglífico social que antes la consideraba "pareja". Y no olvide a los que creen que deben "tomar lados". ¿A quién invitan? ¿a usted o a su marido?
Para muchos hombres casados que antes departían con ella normalmente, la divorciada resulta ahora "una posibilidad". Dentro de ese concepto, caben muchas aceptaciones: posibilidad de ser su amante, su amigo, su confidente. Y entre los que están libres, surge el problema siempre latente del que por psicosis atávica, sea cual sea su valor real, insiste en considerarse boleto premiado de la lotería.
Para este hombre, cualquier mujer sin ataduras representa un peligro para su preciosa libertad. Y nada, ni un físico mediocre y una cuenta de banco más mediocre aún, lo convencerán de lo contrario. De modo que apenas desemboque en la jungla del mundo sin hombre propio, deje bien en claro que es usted mujer independiente, con prioridades, con metas, con ambiciones... y con principios. Establezca también que no tiene prisa en encontrar compañero, y realmente adopte esa filosofía. Sea un poco fatalista. ¿Creyó usted en aquella época maravillosa del noviazgo, que aquel novio, dechado de perfecciones, iba a decepcionarla algún día? Y ya ve lo que pasó. La misma regla regirá en el futuro. Si en su destino hay un hombre, este aparecerá sin que usted se esfuerce, tal como cae del árbol la fruta madura.
Mientras tanto, circule entre sus conocidos, no como mujer divorciada, sino como un individuo más, una persona inteligente e informada, interesada en la vida, sus diferentes aspectos y los sucesos que la pueblan, al margen de si los protagonistas son hombres o mujeres, caballos o tortugas, negros, blancos o amarillos.
ANALIZAR LOS SENTIMIENTOS
Haga un balance de cuál es su situación ante la vida. Si es usted muy joven, es posible que se crea en el umbral de una etapa maravillosa de libertad incondicional, lo cual le resulta embriagador. En su mente pululan todos esos films que ha visto, en los que las mujeres entran y salen de lujosos carruajes envueltas en pieles y solícitamente atendidas por hombres despampanantes... "Todo eso", piensa la flamante divorciada, "la espera a la vuelta de la esquina". La verdad es que lo único que ha cambiado en su vida son los problemas, que ahora son más graves. La vida de la divorciada dista mucho de ser un carrusel de maravillas. La casada está respaldada por una sociedad que gusta de poner a la gente en casilleros, y la divorciada no encaja en ninguno.
La casada tiene razones tangibles y específicas para decir "no". La negativa de la divorciada se origina en su propia espina dorsal. La casada está biológicamente protegida contra sus propios impulsos. La divorciada ve sus principios asaltados por argumentos que se basan en una moral de conveniencia. Para huir de tentaciones (que después de todo son normales) debe tener un criterio muy firme, un carácter muy sólido. Y esto es difícil cuando se es muy joven.
Es posible que el primero de los muchos golpes que la esperan en su nueva vida de mujer libre llegue temprano. Lo cual sería una bendición. Mientras más pronto se enfrente al verdadero carácter de su status, mejor.
Esto puede suceder en una reunión cualquiera. Un hombre sensacional se acerca, y ambos inician una conversación interesantísima. Poco después conoce a su esposa y con su nueva libertad de expresión, fruto directo de su superación, comenta: "¡Qué simpático y expresivo es tu marido! ¡Hemos hablado de tantas cosas! Es un hombre de mucha chispa".
Normalmente, allí no habría pasado nada. Pero resulta que éste es uno de esos maridos que en casa no abre la boca. Y por supuesto, nadie le quitará a su mujer de la cabeza que la razón por la cual estuvo tan locuaz con usted es porque se trata de una divorciada coqueta. Una sinvergüenza. Y cuando repita el cuento a cinco mujeres tan inseguras como ella, su reputación (la suya) como "roba maridos" quedará establecida.
Y aún le queda un problema más grave. En sus sueños de sofisticada liberación cuando hacía planes para esas escapadas románticas de su nueva vida, no contó nunca con la realidad del SIDA, tal vez porque como todo sueño éste era nebuloso, pleno de romanticismo, luna, música y Champagne. La realidad es menos etérea. Y el momento puede presentarse cuando toda esa libertad se traduce en decidir si cruza o no la frontera de no retorno. La solución, por supuesto, radica en una sola palabra: DETÉNGASE. Las relaciones íntimas son hoy palabras mayores. Enamorarse es espectacular. Pero hoy es preciso analizar el sentimiento. Con el pretexto –muy válido– de que es fácil confundir amor y sexo... exija un poco de tiempo para conocerse mejor y discuta el asunto a fondo. Hoy eso es fácil porque existe un vocabulario nuevo en las preliminares del encuentro amoroso. Ya no se aceptan esas mentiras clásicas que hombres y mujeres aceptaban sabiendo que podían ser eso: mentiras. Hoy se exigen datos, fechas y sitios de la última experiencia.
¿ALGUIEN ES MEJOR QUE NADIE?
A menudo el sexo, (por muy apoyado que esté con buena música y el último perfume francés) es solo eso: sexo. No tiene nada que ver con los atributos más profundos y super naturales del amor... El sexo puede tornarse aburrido y destructivo si un plan de acción más delicado y satisfactorio no se introduce en la relación. Lo cual requiere tiempo. Como toma tiempo llegar a la convicción de que aunque lo físico produce satisfacciones instantáneas, es la mente y el corazón lo que a la larga nos lleva a la felicidad.
¿Que si no se apura el amor se irá para siempre? Esa es una pésima razón para embarcarse en una relación íntima, especialmente en estos tiempos. Tener un momento de debilidad es comprensible. Pero toda mujer tiene hoy el derecho a aspirar a que su compañero ofrezca, de su propia iniciativa, una garantía de que no está exponiéndola a ningún riesgo.
Fíjese que a propósito no he hablado aquí de la moral, por considerar que eso se sobreentiende. Pero sí insistimos en no perder de vista lo racional, lo lógico. La oratoria de hoy es muy barata. Se oyen muchos disparates. Eso de la libertad, eso de ser mujer dueña de sus acciones, tiene sus encantos, pero requiere un gran control. Ejercer ese control es uno de los grandes atractivos de la mujer total.
Hay quien prefiere "alguien" a nadie. Que piensa que tener un cuerpo al lado es lo que cuenta. El viejísimo refrán dice exactamente lo contrario: "Más vale solo que mal acompañado" Cada vez que usted usa o es usada "por deporte", no importa su edad, sexo o experiencia, está creando un hábito que terminará en costumbre, Una de las habilidades más importantes que usted puede desarrollar en su nueva vida es la de prescindir de relaciones vacías. Tenga el coraje de decir "no" si la persona es alguien con quien usted no podría pasar el resto de su vida. Importante también es cultivar una sociedad constructiva y voluntaria, aprendiendo a gozar de su propia compañía. Y no olvide, cuando encuentre a alguien que despierta en usted un interés especial, descubrir si a su vez él reconoce sus necesidades, sus convicciones, sus anhelos.
¿Dónde encontrar a esa persona? Esa es una pregunta sin respuesta. Tal vez nunca. Tal vez mañana. Hay cosas que hay que dejar al destino, pero preparando el terreno a conciencia. Por si acaso.