VÍCTOR DELFÍN, EL ARTISTA QUE PINTÓ SU MUERTE
Publicado en
marzo 15, 2015
El artista y su modelo.
Correspondiente a la edición "Mundo Diners" de Julio del 2001
Por César Ricaurte.
A un costado de la Capilla del Hombre, en una especie de oficina, dando vueltas, impaciente, está una persona de contextura mediana, 1.72m de estatura, larga melena blanca, barba no recortada y un overol de trabajo salpicado con pintura en diversos grados de añejamiento. Es el pintor peruano Víctor Delfín, que sin necesidad de ver el reloj sabe que la entrevista va con retraso. "Tengo exacta conciencia del tiempo. No uso reloj en la muñeca, pero tengo uno interior que nunca me falla", dice.
¿Obsesión? No precisamente con el tiempo: "es una especie de compulsión por producir". El asunto llega al extremo de que cuando va a almorzar, continúa dibujando, en el reverso del individual de papel o en la servilleta. "Trato de alcanzar algo que se me escapa de las manos..., el arte es como una hermosa ave del paraíso, que cuando queremos tomarla, irremediablemente se va."
El rigor y el entusiasmo con que afronta la producción artística contrasta con la imagen de pintor bohemio, rebelde y marginal que se ha elaborado sobre Delfín. Él no reniega de esto; al contrario, lo reivindica: "El artista debe vivir al margen de una sociedad cuyos defectos él los percibe claramente." Entonces, ¿cómo ser hombre de su tiempo? Con un enorme sentido crítico. "La política, el fútbol y todas esas barrabasadas lo único que hacen es idiotizar al ser humano. Uno puede vivir con lo mínimo y no tiene por qué esclavizarse en un centro de trabajo, donde pierde gran parte de su dignidad. Yo no tengo auto, ni reloj, ni cuenta bancaria. El dinero que me llega es para invertirlo en mi propia creación."
HABRA OTROS FUJIMORIS
Hay la escena de una procesión mortuoria que Víctor Delfín ha pintado en ocasiones y formatos-diversos. En una de esas versiones, realizada para la pequeña capilla de Tres Cruces, en Piura, aparece inscrito en la fúnebre cruz: "Víctor Delfín que descanse en paz". Extraña ironía de quien demuestra tanta alegría de vivir. Pero el artista explica que "asumir la vida con plenitud y ansias de vivir es estar muy consciente de la propia muerte. Ese es otro de los grandes errores de nuestra época: tratar de borrar el drama, la angustia. Sentimientos tan humanos que desde el nacimiento son presencias constantes."
La única posibilidad para salir de la miseria del día a día es la belleza. "Por un lado se saborea la naturaleza, la fruta, la mujer, y por otro está el drama cotidiano, la miseria humana, la tristeza en los rostros. Cuando el artista deja de mirarse el ombligo y empieza a mirar la condición humana, asume el compromiso social que le toca... y el paisaje social es deprimente."
"Lo del entierro es un tema recurrente porque la represión es una constante en América Latina, solo en el Perú son más de 7 mil desaparecidos por la acción militar, aunque era muy fácil echarle la culpa a Sendero Luminoso."
Es en esta época cuando Delfín asume el activismo contra Fujimori y por el respeto a los derechos humanos. "Había que decir basta, porque la gente estaba entre dos fuegos. Sendero llegaba, les obligaban a cooperar; luego venían la policía y el ejército a cometer todo tipo de abusos, que llegaban al extremo de hacerles cavar su propia fosa. Hay que ser muy cretino para no absorber ese dolor."
Pero su activismo está motivado por el repudio a cualquier tipo de dictadura: "detesto la casta militar. Los militares han saqueado mi país. La impunidad está en todo su apogeo. No me hago ilusiones de que con la salida de Fujimori se acabaron los abusos, porque la estructura de estos países está hecha para alimentar las satrapías."
Boceto de relieve escultórico para la Capilla del Hombre.
EN LA CAPILLA DEL HOMBRE
En la obra de Delfín hay una serie de retratos y escenas que lo vinculan con una hermosa mujer llamada Ana María. ¿Su musa? "No quiero hablar de mi vida privada. Nunca lo he hecho. Siempre he tratado de no involucrar a mis hijos y mi familia, hasta el punto que mucha gente se sorprende al saber que yo tengo unos hijos a los que amo." No se corta, sin embargo, al hablar de sus otras actividades. "A esta edad ya nada de falsos pudores", dice, antes de contar que está escribiendo mucho y que pronto editará un libro con textos suyos recopilados a lo largo de los años. "Son cuentos, poemas y testimonios de la resistencia, con cartas abiertas a los jóvenes, a los peruanos en general, e incluso a los jefes policíacos, todo lo cual va con ilustraciones mías."
Además, cuenta que está escribiendo una obra escénica. Y es que la vena teatral es muy fuerte en Delfín. Le encanta disfrazarse y gastar bromas a los amigos. Todo viene de la Escuela de Arte: "era un grupo muy original, inquieto. Había que ser actor, escenógrafo. Nos decían locos." Aunque ya de niño también le decían así: "es casi un título de nobleza."
Fiel con todo esto, ahora trabaja, en la Capilla del Hombre, una gigantesca representación en bronce del descuartizamiento de Tupac Amaru, líder de una de las tantas rebeliones indias de la Colonia. Delfín ha dicho que para él "es muy importante trabajar con Guayasamín, aunque sea de esta forma". Su escultura estará en un gran círculo rojo construido en el piso de la Capilla, mientras el gran mural que Guayasamín dejó boceteado se ubicará en la cúpula. Así, las obras de estos dos artistas comprometidos con el ser humano estarán reflejándose para siempre.