INDÓMITOS GEMELOS DEL PERIODISMO EGIPCIO
Publicado en
marzo 06, 2015
Los hermanos Amín, con su obstinado amor por la libertad, su don de gentes y su entereza ante la adversidad, levantaron un imperio editorial único en el ámbito árabe.
Por Gordon Gaskill.
DURANTE varios años, cualquiera que compraba un ejemplar de Akhbar-el-Yom, del Cairo, el semanario en árabe que más se vende en el mundo, buscaba ávidamente cierta columna, seguro de que resultaría divertida, conmovedora o indignante, pero jamás aburrida. Su título era sencillo: Una idea, mas la columna, que posteriormente se publicaría también en el diario Al-Akhbar, estaba escrita en un árabe ágil, original ("un árabe alado", como alguien lo llamó). El autor era famoso en todo el mundo islámico: Alí Amín.
El 4 de abril de 1976 los lectores de la columna quedaron sorprendidos al ver que bajo el título Una idea había un espacio completamente en blanco. Con este acto simbólico el periódico expresaba su pena por la muerte de Alí Amín, ocurrida el día anterior, cuando el autor tenía 62 años.
Sin embargo, en el siguiente número de la revista volvió a aparecer Una idea, escrita en el mismo árabe alado. Cierto, la firma había cambiado ligeramente; el nuevo autor era el gemelo idéntico de Alí, Mustafá Amín, quien explicó: "Siempre pensamos en la misma longitud de onda".
Alí y Mustafá no sólo eran mellizos idénticos, sino también leales amigos y socios en las más fantásticas empresas editoriales del mundo árabe. Ambos habían aspirado siempre a ser periodistas. Cuando tenían ocho años hicieron su primer "periódico", escrito a mano y destinado a la familia. A los 14 vendieron sus bicicletas para costear una hoja en mimeógrafo, llamada El estudiante, que se vendió bien, hasta que el gobierno la prohibió por considerarla subversiva, y los gemelos fueron expulsados provisionalmente de la escuela.
Alarmada, la familia, prominente en Egipto, envió a los dos muchachos al extranjero para que prosiguieran sus estudios universitarios: a Alí a Inglaterra y a Mustafá a los Estados Unidos. Pero al concluir su carrera ambos volvieron al Cairo a trabajar como reporteros. En 1944, cuando tenían 30 años, fundaron su primer periódico con ayuda de su madre, quien anteriormente se había opuesto a que fuesen periodistas. "Si es eso lo que verdaderamente quieren", les dijo, "tomen esto para ayudarse"... y les entregó sus joyas y los ahorros de su vida.
Del primer número de Akhbar-el-Yom (AEY), que significa "Noticias del día", vendieron 110.000 ejemplares, cifra fenomenal tratándose de cualquier publicación en árabe. Cuando vi a Alí la última vez, en 1975, me dijo que AEY tenía una tirada de 1.200.000 ejemplares y que podría ser de millón y medio si obtuvieran el papel necesario.
El secreto del éxito de los gemelos fue algo que ambos aprendieron en el extranjero. Casi todas las publicaciones árabes eran de un erotismo grosero, o bien ampulosos portavoces de diversas facciones políticas. Los hermanos Amín hallaron otros modelos periodísticos en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, publicaciones que concedían gran importancia al interés humano y al servicio público. Por ello salpicaban las páginas de AEY con notas graciosas, conmovedoras, trágicas, acerca de personas comunes y corrientes.
Quizá el acierto mayor de los gemelos en cuanto a interés humano giró en torno al Lilet-el-Kadr, o "Noche del destino", cuando, según la tradición musulmana, Alá escucha los deseos especiales y, en su sabiduría, suele conceder la realización de algunos. Los hermanos Amín pidieron a sus lectores que ayudaran a Alá, y su periódico trató de encontrar los cien casos más patéticos e inusitados. En el Oriente Medio nunca se había conocido nada semejante, y en lo más nutrido de la encuesta AEY contrató 50 empleados especiales sólo para atender las cartas que recibía el periódico.
Algunos resultados de esta campaña fueron los siguientes: el periódico pagó el costo total de una operación delicada, practicada a una muchacha sin recursos; regaló a un anciano paupérrimo un billete de viaje redondo en avión, para que hiciera una peregrinación a La Meca; compró a un joven una motoneta que le permitió aceptar un empleo en un lugar distante de su casa. Otro de los casos se refería a un campesino y su mujer que habían ahorrado durante varios años para comprar lo que más querían, que era una vaca, la cual murió unos cuantos meses después de haberla adquirido. El campesino analfabeto logró que un amigo escribiera a AEY, y la "Noche del déstino" un sonriente reportero del periódico llamó a la puerta de la pareja, a la que entregó una hermosa vaca que llevaba del ramal.
Había también un aspecto político en el espíritu cívico de los gemelos. En realidad, ambos llevaban la política en la sangre, pues su madre era hija adoptiva del gran Zaghlul Pashá, "padre del Egipto moderno", en cuya casa se habían criado. En el primer número de AEY, que apareció el 11 de noviembre de 1944, los hermanos publicaron la noticia, censurada hasta entonces, de cómo las fuerzas inglesas habían irrumpido en el palacio del rey Faruk, casi tres años antes, y lo habían obligado a desistir de nombrar a un primer ministro considerado como demasiado favorable a las potencias del Eje y a designar para ese cargo al anglófilo Nahas Pashá, quien era jefe del corrupto partido Wafd.
Durante ocho turbulentos años los hermanos Amín arremetieron contra los ingleses, el débil Rey de Egipto y el partido Wafd. Hostigaron al rey Faruk de cien maneras distintas. Revelaron que un favorito del soberano había aceptado un soborno de 5000 libras esterlinas; que otros palaciegos se habían enriquecido al vender armas defectuosas al Ejército egipcio; en una fotografía aparecían Faruk y la nueva reina hartándose a mediodía en un lujoso restaurante de la isla de Capri, en Italia, durante el Ramadán, mes de ayuno de los musulmanes, cuando ningún creyente verdadero come nada desde el alba hasta el crepúsculo. La más enconada campaña de los mellizos fue la que emprendieron contra el despojo de Egipto por el partido Wafd.
Como resultado de todo ello, los importunos gemelos fueron arrestados en innumerables ocasiones por delitos que les inventaban. "Alrededor de 20 veces, en mi caso", recuerda Mustafá, mientras Alí recordaba sólo unas 14 ocasiones.
El partido Wafd recurrió a otras armas: prohibió el acceso de los reporteros de AEY a los edificios del gobierno, despedía a los funcionarios públicos que hablaban con ellos, logró que los bancos exigieran el pago inmediato de los préstamos hechos a AEY, obligó a algunos anunciantes a boicotear al periódico y, por último, organizó turbas que atacaran el edificio de la empresa.
Sin cejar, los. hermanos Amín continuaron pugnando por un gobierno nuevo y mejor. Se sintieron felices cuando la revolución de 1952 barrió con el Rey y el Wafd, y cuando, menos de un año después, Egipto se transformó en república. Mustafá fue el primer periodista en revelar que el verdadero cerebro del golpe de Estado había sido un teniente coronel casi desconocido, llamado Gamal Abdel Nasser.
Durante mucho tiempo los dos hermanos, al igual que casi todo el mundo, consideraron como reformador necesario a Nasser, quien a su vez vio que los gemelos le eran útiles. Ya en 1956, cuando Nasser fue elegido Presidente de la República, los Amín eran dueños o directores de cinco publicaciones: AEY, el diario Al Akhbar y tres revistas, las voces más potentes de la prensa en el Oriente Medio árabe.
Pero en mayo de 1960 Nasser descargó un rayo: un decreto que nacionalizaba todas las publicaciones egipcias. Durante dos años los mellizos desempeñaron únicamente puestos secundarios, mas de repente se les confió la dirección de 15 publicaciones nacionalizadas, entre ellas las cinco que antes habían sido suyas. Los años que siguieron fueron de inquietud, pues los hermanos no podían resistir la tentación de hacer alusiones veladas a los males de la tiranía y del Estado policiaco en su país.
A mediados del decenio de 1960 a 1969 los lazos de Nasser con Occidente se habían aflojado considerablemente y el Presidente caía cada vez más en dependencia de los soviéticos. Fue entonces cuando (como posteriormente supusieron los Amín) Nasser autorizó una treta ideada por sus tres principales jefes de seguridad, quienes, sin que lo supiese el Presidente, eran agentes pagados por la KGB soviética. En 1965 Nasser llamó a ambos hermanos y en privado les pidió que lo ayudaran a restablecer cierta clase de entendimiento con Occidente, pues, según él mismo dijo, se consideraba ya demasiado atado a la Unión Soviética. ¿Estaría dispuesto Alí a ir a Londres a sondear a los ingleses, y Mustafá a hacer otro tanto con los norteamericanos en El Cairo?
Cuando se encontraba en Londres, Alí se enteró de la terrible noticia: en El Cairo Mustafá había sido arrestado como espía de los norteamericanos. En el juicio que se le instruyó quedó demostrado, con grabaciones magnetofónicas, que había hecho exactamente lo que Nasser le había encargado que hiciera, no obstante lo cual fue condenado a cadena perpetua.
Saleh Nasr, jefe del servicio egipcio de espionaje, se dedicó entonces a hacer del encarcelamiento de Mustafá un verdadero infierno. Se empezó por los interrogatorios y la tortura, que incluía la privación de agua a Mustafá, quien tenía necesidad ineludible de tomarla por ser diabético.
"Empecé a beber agua del retrete, pero cerraron la válvula", recuerda Mustafá. "Luego di en beber mi propia orina. Por entonces, cierta noche se abrió un poco la puerta de mi celda y una mano me extendió un vaso enorme de agua helada. Creí que retirarían el vaso con una carcajada burlona cuando tratara yo de tomarlo, para desmoralizarme". Con gran sorpresa de Mustafá, nada de eso ocurrió. Sólo un mes después supo el cautivo qué guardia le había hecho tan peligroso favor.
—¿Por qué? —le preguntó Mustafá en voz baja.
—¿Recuerdas —respondió el guardia en un susurro— que hace mucho tiempo un campesino pobre y su mujer perdieron su vaca y tu periódico les dio otra? Ese campesino era mi padre.
Sólo después de la muerte de Nasser, el presidente Anuar el Sadat, su sucesor, puso en libertad a Mustafá y permitió que Alí volviese del destierro. Cuando Alí descendió del avión, al llegar al Cairo, fue recibido por una muchedumbre de 600 antiguos empleados que lo aclamaban. Sadat puso a los gemelos nuevamente al timón de los periódicos más importantes de la capital egipcia, aún propiedad del gobierno, entre ellos varios del grupo original de Akhbar-el-Yom.
Pero la salud de Alí empeoraba más de lo que nadie suponía. En enero de 1976 ingresó en un hospital del Cairo, del que ya no salió con vida. Tampoco era muy buena la salud de Mustafá. Como me dijo este con sequedad: "Cerca de nueve años en la prisión donde me encerró Nasser no fueron precisamente un período de cura". En marzo de 1976, en parte por motivos de salud, los gemelos Amín renunciaron a su nominal cargo directivo para convertirse de nuevo, simplemente, en escritores.
Cuando murió Alí, su cortejo fúnebre fue el más nutrido y efusivo visto en Egipto después del que acompañó a Nasser mismo. Cerca de 10.000 dolientes formaban una columna de más de 1500 metros; varios tipógrafos cargaban el ataúd y algunas mujeres enlutadas plañían: "¡Grande es Alá! ¡Alí Amín vivirá siempre!"
Después del sepelio; Mustafá tomó a su cargo, bajo su firma, la redacción de la famosa columna Una idea. Actualmente escribe varios libros acerca de sus vivencias en la cárcel y, aunque ya no desempeña ningún cargo directivo en Akhbar-el-Yom, casi todo el personal de ese periódico sigue siendo el mismo que él y Alí adiestraron. La mayoría de los redactores y empleados se ponen de pie respetuosamente cuando él pasa frente a ellos, rumbo a su propia oficina.
Hace poco, en El Cairo, al salir Mustafá y yo del periódico, mi compañero se detuvo y, señalando hacia el edificio, me dijo: "Los musulmanes no creemos mucho en mausoleos suntuosos, pero este es el verdadero monumento a Alí". Indicó con un gesto al gentío que acudía a comprar la última edición y después al gran edificio, en el que se leía en enormes y elegantes letras árabes: Akhbar-el-Yom. Y con sonrisa amarga y tierna a la vez, Mustafá Amín corrigió: "Nuestro monumento".