EL DISCRETO ENCANTO DE LAS RATAS
Publicado en
marzo 28, 2015
Correspondiente a la edición "Mundo Diners" de Julio del 2001
En nuestra cultura existen animales por los que sentimos simpatía, mientras que hay otros que nos inspiran un profundo rechazo e incluso repugnancia.
¿Son justificados estos sentimientos o simplemente radican en nuestra falta de conocimiento? Precisamente este artículo se refiere a uno de los grupos de mamíferos más abundantes y de mayor importancia para el equilibrio ecológico del planeta: los roedores, y dentro de ellos, esas pequeñas criaturas perseguidas o despreciadas.
Por Pablo Jarrín V.
Los roedores constituyen aproximadamente el 50% de las 4.809 especies de mamíferos del mundo; la mayor diversidad de especies se encuentra en América del Sur. En cuanto al número de individuos, es probable que los roedores sean los más abundantes del planeta: si en un bosque pudiésemos recoger a todos los mamíferos, agruparlos según sus clases y pesarlos, la mayor parte serían roedores. Están presentes en todo el mundo, en los hábitats más extremos y variados, desde las regiones polares hasta los desiertos, y pueden ser terrestres, subterráneos, arborícolas, anfibios e incluso algunos planean en el aire.
Las 2.052 especies de roedores del planeta tienen formas muy diversas: desde algunas con pocos gramos de peso hasta los capibaras (Hydrochaeris hydrochaeris), que pueden llegar a los 79 Kg. de peso. Su coloración es variada, con abundante pelaje o carentes de éste, con pelajes largos y sedosos o recubiertos de espinas; con colas muy largas o sin éstas, algunas especies tienen colas prensiles que les sirven como una quinta pata para movilizarse por las ramas de los árboles. Pueden alimentarse de hierbas, cortezas, semillas, brotes, insectos, vertebrados, e incluso de néctar y contribuyen a la polinización de ciertas especies de plantas en Australia y en el sur del África. Su vista es buena; sin embargo, no pueden distinguir colores. Su audición está altamente desarrollada y algunas especies son capaces de emitir sonidos ultrasónicos para la comunicación social. No obstante, el olfato constituye el sentido más desarrollado y es utilizado tanto en las relaciones con sus congéneres como en la detección de alimentos, toxinas y predadores.
La principal característica que distingue a los roedores de otros mamíferos son los dientes incisivos delanteros, los cuales están muy desarrollados, crecen durante toda su vida y les permiten roer hasta los materiales más duros, como el metal. La presencia de estos dientes y su gran capacidad reproductora son características evolutivas clave, que los han cónvertido en el grupo de mamíferos con mayor éxito ecológico después del humano.
La mayoría de roedores realiza sus actividades durante la noche, adaptación con que eluden predadores como aves de rapiña, serpientes y mamíferos carnívoros. Desempeñan una función primordial en la estructuración de las comunidades vegetales: consumen semillas o las movilizan hacia otros lugares lejos de la planta madre, dan forma a los bosques, influyen en la evolución de las especies vegetales y por lo tanto en la diversidad del bosque. Aunque todas las especies modifican el ambiente, entre los roedores existen casos espectaculares como las inmensas represas de hasta 600 metros de longitud construidas por los castores, o las grandes galerías de hasta 350 metros de largo construidas bajo tierra por los topos.
La reputación de los roedores se ha visto afectada debido a un limitado grupo de especies que son reservorios de enfermedades transmitidas por vectores como las pulgas, garrapatas, moscas y mosquitos. También existen enfermedades que pueden ser contagiadas por la mordedura directa, o contacto con los excrementos y orina. Los males más comunes relacionados con los roedores son la salmonelosis, peste, tifo y triquinosis. Valga recordar la famosa Peste Negra, transmitida por la rata común, que casi termina con las poblaciones humanas de Europa durante el siglo XIV. Otras especies constituyen serias amenazas para la agricultura; la producción extensiva e intensiva de cultivos monoespecíficos como maíz, trigo, pinos y palma africana, provoca un desequilibrio ecológico que favorece la reproducción de ciertas poblaciones de roedores que terminan convirtiéndose en plagas. Pero paradójicamente, el culpable de la propagación de enfermedades o de la destrucción de los cultivos en estos casos es el humano y no los roedores.
Los problemas causados por ratas y ratones en América Latina se deben a que hace 500 años llegaron numerosos barcos en son de conquista cargados con estos pequeños polizones, que invadieron las ciudades, terminaron con los cultivos, transmitieron enfermedades y desplazaron especies nativas.
LOS APORTES DE LOS ROEDORES A LA HUMANIDAD
En verdad, la mayoría de especies son altamente benéficas. Los roedores son animales con una importancia económica extraordinaria. Durante el período 1976/77, en los Estados Unidos de Norteamérica se comercializaron alrededor de 3'700.000 dólares en pieles de castores. El ratón de laboratorio y su prima mayor, la rata, conocidos técnicamente como Mus musculus y Rattus norvegicus, han contribuido a la ciencia y al conocimiento de enfermedades genéticas que aquejan a la humanidad; cada año se utilizan millones de individuos para experimentos médicos alrededor del mundo.
En los escasos lugares de América Latina donde se crían especies nativas, con fines alimenticios, seis capibaras pueden producir 63 Kg de carne por hectárea cada año, en comparación con los 14 Kg de carne que producen seis vacas en la misma superficie. Se puede tener hasta 18 veces más capibaras por unidad de área en comparación al ganado vacuno y los primeros no provocan la destrucción de los suelos con sus patas. La guanta (Agouti paca) y la guatusa (Dasyprocta spp) constituyen roedores que han sido alimento tradicional de los nativos habitantes amazónicos y de la costa; 70% de cada uno de estos grupos es carne comestible y se ha comprobado que pueden igualar o incluso sobrepasar la producción de carne vacuna en relación al tamaño del animal y al tiempo.
Quizá el roedor más común para los países andinos sea el cuy (Cavia porcellus), típico alimento incaico, propio de nuestra cultura y apetecido por muchos de nosotros. Algunos roedores nativos del Chocó (provincia de Esmeraldas) representan importantes fuentes de proteína para ciertas comunidades indígenas; el ratón liso o espinoso (Proechimys semispinosus) constituye un alimento ancestral de chachis, awá y afroesmeraldeños. Las ventajas productivas de estas fuentes alternativas de proteínas son enormes, pero es necesario implementar programas adecuados de manejo que garanticen un uso sustentable del recurso. Muchos podríamos negarnos a aceptar la idea de alimentarnos con carne de roedor; sin embargo, las personas que han comido un "seco de guanta" o un "cuy asado" saben que es carne sabrosa e incluso más sana que la de cerdo o la de vaca.
¿Acaso el advenimiento de nuevas enfermedades, como las causadas por los priones en las vacas (enfermedad de las "vacas locas"), constituya el fin de una era en el manejo de animales domésticos tradicionales por parte del hombre?
Las técnicas agropecuarias en el país son, en su mayoría, importadas de otras regiones geográficas cuyas realidades socioeconómicas son distintas. Los conocimientos ancestrales sobre la utilización de nuestra fauna nativa fueron reemplazados por la tecnología europea desde la conquista española. ¿Es prudente asegurar que el ganado tradicional produce más que nuestras especies nativas, sin antes haber intentado seriamente la crianza y manejo de estos animales propios de Sudamérica? Es apropiado reconocer el esfuerzo realizado por Medardo Tapia y el Centro Experimental Fátima de la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza, quienes se dedican al estudio y crianza de especies nativas como las mencionadas anteriormente.
El hombre ha sido causante de la extinción de muchas especies de roedores. Las Islas Galápagos son un ejemplo de los efectos desastrosos que causa la colonización humana; a continuación, una lista luctuosa de roedores desaparecidos para siempre de Galápagos: rata gigante (Megaoryzomys curioi), ratón de Darwin (Nesoryzomys darwiní), ratón de Santiago (Nesoryzomys swarthí) y ratón indefenso (Nesoryzomys indefessus).
El hombre, la especie más "inteligente" del planeta, debería tener conciencia de la naturaleza que le rodea; saber que existen miles de especies que nos brindan beneficios directos o indirectos, de forma silenciosa y humilde. Y saber que existen especies que nos recuerdan que no somos los amos del universo, sino parte de un planeta frágil que flota cargado de vida en el frío e inhóspito vacío.
(Investigador asociado al Departamento de Ciencias Biológicas de la PUCE)