¿NOCHE DE PAZ O DE TERROR?
Publicado en
diciembre 21, 2014
Llega la Nochebuena con todo su bagaje de emociones. Pero al día siguiente, nos sentimos desconcertacos: la pasamos apurados, estresados y nunca disfrutamos de esta fiesta.
El periódico nos va indicando cuántos días faltan para Navidad. Estamos ilusionados con la llegada de Nochebuena, la noche de paz, la noche amor. Pero resulta que el fantasma de la Navidad del presente nos muestra otra realidad no tan bonita ni tan mágica como la que soñábamos. ¿Qué pasó? Que no pudimos salir de la casa a la hora planeada; que estuvimos envolviendo regalos al último momento; que la niña se estropeó todo el vestido rojo antes de que la viera la abuelita; que el esposo no ayudó como hubiéramos querido por ser Navidad. Estrés y más estrés, disgusto y cansancio. La Nochebuena se termina convirtiendo en la Navidad del terror y, al día siguiente, nos sentimos frustrados.
¿Pero por qué esta fecha trae consigo una carga de emociones y expectativas? ¿Por qué se piensa que es la noche mágica del año? "Tenemos principalmente la expectativa de poder revivir nuestros lindos recuerdos y de darle a nuestros hijos las Navidades que nosotros tuvimos. O por el contrario, si estas no fueron como hubiésemos querido y los recuerdos son tristes, deseamos construir Navidades distintas y 'mágicas'", dice Laura María Noboa de González, licenciada en orientación y consultoría familiar.
Sin embargo, la Nochebuena ideal no existe y, en ocasiones, suelen presentarse situaciones de conflicto a propósito de las reuniones familiares. Hemos identificado las más comunes y también las formas más viables de manejarlas.
LAS SITUACIONES
1. El tour de casa en casa, para cumplir con todos: los propios padres, los suegros, el compadre. Y se pasa más tiempo en el auto que en la sala de alguien. "Para disfrutar de esta fecha, lo primero es planificar y decidir, de acuerdo común, dónde, cómo y con quién se desea pasar. Es mejor hablar con tiempo para así no terminar amargados esa noche...", aconseja Cecilia Chávez de Bowen, orientadora familiar y terapista de pareja. Tampoco hay que ignorar el hecho de cada cónyuge desea compartir con su propia familia. En ese sentido, recomienda soluciones tales como: turnar Navidad con una familia yAño Nuevo con la otra, o compartir el 24 de diciembre con los padres de uno y el 25 con los suegros."Lo importante es reunirse en familia. No es obligación que el brindis sea a las 12 de la noche. Cada hogar puede comenzar nuevas tradiciones".
2. El estrés de la anfitriona de la cena, con el que no solo ella se priva de disfrutar la celebración, sino que también asusta a los invitados que con esmero intenta complacer. Laura María Noboa plantea hacerse la siguiente reflexión: ¿Por qué trabajo tanto? ¿Para que todos disfruten o porque me gusta hacerlo? Si la respuesta es lo primero, además de habilidad en la cocina, se necesita de una actitud de entrega para procurar un ambiente de alegría, el cual no se logrará con quejas. Si la respuesta es lo segundo, basta con el mero hecho de recibir y atender a todos para estar feliz. "Pero si son ambos motivos, hay que hablar con la familia y acordar una cena cooperada... Siendo una anfitriona estrella, tal vez es difícil aceptar esto porque estoy acostumbrada al halago de que mi hogar está divino y la comida es un éxito, pero hay que sopesar: tal vez me halagan menos, pero disfruto un poco más".
3. Las eternas discusiones entre dos miembros de la familia que no perdonan su réplica en Nochebuena. Por ejemplo: los dos cuñados que siempre debaten sobre fútbol o política hasta disgustarse. ¿Quién dijo que por ser Navidad se pondrán de acuerdo, si nunca lo han hecho? "Pero sí podemos ponerles límites, pidiéndoles que por esta ocasión no se hable de política, o del tema conflictivo, y que hagan un esfuerzo para alegría de todos", dice la orientadora familiar, Laura María Noboa. "Si una de estas situaciones se comienza a dar, lo mejor es cambiar el tema o hacer un brindis, hasta que se serenen los involucrados y no profundizar o tomar partido", sugiere la sicóloga, Cecilia Chávez de Larrea.
4. 0 las dos cuñadas que se viran la cara porque están peleadas, mientras todos se sienten incómodos por el ambiente tenso que se respira en la noche de paz. "No es el mejor momento para cenar con quien no nos llevamos bien... Sin embargo, si el espíritu de Navidad me ha inundado, podría hacer un acto de sacrificio y decidir reconciliarme con esta persona. O, por lo menos, hacerme de la vista gorda y dejar pasar el problema para pasar un buen momento en familia", manifiesta Noboa.
5. La tía que siempre hace un brindis por el más extrañado difunto de la familia, sumiendo en la tristeza a los presentes. "La ausencia de un ser querido siempre va a ser causa de tristeza en Nochebuena, es natural. Pero si nombrarlo va a causar dolor, es preferible recordarlo en nuestro corazón y en silencio", aconseja Cecilia Chávez de Larrea.
RECUPERANDO LA PAZ
¿No sería mejor no sobredimensionar esta festividad y tomarla como cualquier otro domingo en familia, para no sentirnos luego desconcertados? Quizá la respuesta está en el rescate de la espiritualidad de esta fecha para poder vivirla de forma especial; a eso debería llevarnos la lógica si se trata una celebración religiosa. "Cada vez menos familias siguen la tradición de participar en las posadas o de ir encendiendo las velas de adviento. Muchas ya no asisten a misa en Nochebuena por ir de una casa a otra, en un rally de compromisos...", dice Chávez.
O de repente, es hora de hacer una Nochebuena diferente con nuestro propio núcleo familiar. Tal vez así la disfrutamos más que asistiendo a la multitudinaria reunión de la familia. Laura María Noboa concuerda con esta idea,pero advierte que hacer estos cambios puede no resultar fácil: "En ocasiones, conlleva dolor y un duelo por la Navidad que siempre tuve para crear una distinta. Si bien es cierto esta es la celebración que quiero hoy, esa Navidad anterior me hizo feliz y me llena de recuerdos. Pero la vida cambia y los ritos, a veces, también", acota Laura María Noboa. La mayoría quisiéramos que las cosas resulten como el lindo final de una película navideña. Pura ficción, claro está. Sin embargo, movidos por la fuerza del corazón, podremos ser los propios artífices de nuestra noche de paz, noche de amor, Nochebuena.
RITOS PARA REUNIRSE EN FAMILIA
• Cuando se arme el pesebre, poner ovejitas y a cada una se le amarra un nombre, el de cada miembro de la familia. Durante los días de la novena, las ovejitas van avanzando según si se han cumplido las metas propuestas. En Nochebuena, las ovejitas llegan al portal con los ofrecimientos para el niño Jesús. Solo el dueño de la oveja puede moverla.
• Alrededor del pesebre se puede rezar el último día de la novena, el 24, y cantar villancicos.
• Presentar un nacimiento viviente entre todos los miembros de la familia. Hacerlo temprano para que los niños puedan disfrutar.
• Reunirse, alrededor del pesebre, para regalarle, al niño Jesús, un esfuerzo grande que se haya logrado en el año, así como también confiarle los dolores. Repartir, entre los asistentes, unos corazones de cartulina para escribir la ofrenda. Y uno a uno lo deposita en una ollita de barro, mientras dice una oración, y luego se queman los papelitos.
Asesoría: Laura María Noboa de González, licenciada en orientación y consultoría familiar; telf: 097831945.
Psic. Cecilia Chávez Bowen de Larrea, orientadora familiar y terapista de parejas; telf: 095957722.
Ilustraciones: Camilo Pazmiño.
Fuente:
Revista HOGAR, Diciembre 2007