LA ARMADA ROJA DE GORSHKOV
Publicado en
diciembre 01, 2014
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN observan con atención el enorme incremento de la Marina de Guerra de la Unión Soviética.
Condensado de "Der Spiegel".
DESDE 1975 surca el mar Negro una amenazadora fuerza naval. Representa algo nuevo en los anales del poderío marítimo: el primer portaaviones puesto en acción por la Unión Soviética, que proyecta construir cuatro nuevos portaaviones de 40.000 toneladas, capaces de desplazarse a 30 nudos y cada uno de los cuales deberá llevar 36 aviones de despegue y aterrizaje vertical, y algunos helicópteros. Esos barcos son únicos por el poderío de sus proyectiles defensivos. Tres sistemas de cohetes dan a esas naves tal potencia que pueden operar sin la acostumbrada cortina protectora de destructores y cruceros.
Los peritos navales de Occidente observan vigilantes los nuevos buques. Bastante preocupan ya a Occidente otras embarcaciones soviéticas que recorren actualmente los siete mares. Helmut Schmidt, Canciller de Alemania Occidental, reconoce que el Báltico es ahora un, "mar ruso". En mayo de 1976 el general George Brown, que preside el grupo de Jefes de Estado Mayor Conjunto de los atados Unidos, advirtió que el poderío naval soviético pone ya en peligro la supremacía de la Marina de guerra norteamericana en los mares de todo el mundo. El contralmirante sueco Gote Blom es de la misma opinión: "La flota rusa está en todas partes". (Ya en 1975 los soviéticos demostraron escalofriante rapidez y eficacia en sus maniobras navales. Participaron en ellas 220 unidades, repartidas en el Atlántico septentrional y meridional, el Mediterráneo, el océano Indico y el Pacífico.)
La flota de guerra soviética, obra nueva de Ulrich Schulz-Torge, oficial naval de Alemania Occidental, no deja duda de que la flota soviética es actualmente la más grande del mundo. Mientras los Estados Unidos tienen en servicio 480 unidades navales de superficie, los soviéticos cuentan Con 1500; contra 117 submarinos norteamericanos los. rusos disponen de un número casi tres veces mayor. La comparación es aun más desfavorable en ciertas categorías de naves especiales; mientras que los Estados Unidos cuentan con sólo 38 cazasubmarinos rápidos, los rusos tienen 550, lo que arroja una relación de casi 1 a 15.
El hombre a quien se debe el fortalecimiento naval sin paralelo de la Unión Soviética es el almirante de la flota Sergei Gorshkov. Poco conocido en Occidente, el almirante Gorshkov ha cumplido ya 20 años al mando de la Armada de su país. Nacido en Ucrania en 1910, de padres campesinos, Sergei, a la edad de 17 años, logró ser admitido en la Escuela Naval de Leningrado. Navegó sin percances por entre las purgas políticas del decenio de 1930 a 1939, cuando fue eliminado un sector importante del cuerpo de oficiales, y a mediados de 1942, a los 32 años, era ya contralmirante, el más joven en los anales rusos. En 1956, año del llamado Congreso de "Desestalinización", el "desestalinizador" Nikita Jrushof destituyó al viejo almirante Kuznetsov y puso a Gorshkov al mando de la flota.
Con Gorshkov la Armada soviética empezó a reformar su estrategia. Los norteamericanos habían puesto ya en servicio el primer submarino nuclear y, en 1958, el primer portaaviones impulsado por energía nuclear. Quedó de manifiesto entonces que los portaaviones norteamericanos podrían hacer llegar su poderío aéreo hasta las costas soviéticas. Discretamente, Gorshkov abandonó la vieja doctrina rusa de la defensa cerrada de los litorales nacionales y empezó a trabajar en una nueva, agresiva estrategia de barcos, muchos barcos, para reemplazarla. Cuando Jrushof cayó del poder, en 1964, lo sustituyó Leonid Brezhnev, viejo amigo de Gorshkov, y entonces se tendieron las quillas de 16 nuevos submarinos nucleares y se inició la construcción de una flota de superficie de barcos de apoyo, inclusive cruceros. Con eso Moscú emprendió nada menos que una carrera por el dominio de los océanos del mundo.
Actualmente crece sin cesar la red de instalaciones navales extranjeras en las que la nación de Gorshkov disfruta de derechos de base. Rusia ha construido su propia base aérea en Conakry, en la costa occidental de África; disfruta allí de derechos portuarios y ha destacado en ese lugar a 3000 de sus "consejeros". Casi un mundo aparte, los barcos soviéticos se valen del puerto de Cienfuegos, en Cuba. Apenas alguna de las antiguas potencias coloniales se retira de algún rincón del mundo, cuando ya los rusos acuden a llenar el vacío, especialmente en el océano Índico. En 1968 aparecieron allí los primeros barcos de guerra soviéticos. Actualmente por lo menos 20 unidades de la Flota Roja operan en aquella región día tras día. La URSS ha construido instalaciones portuarias en Hodeida (Yemen), Berbera (Somalia), Umm Qasr (Irak) y en las islas Andaman. También tiene instalaciones navales en Mogadiscio (Somalia), en las islas Socotra y en Adén, así como derechos de puerto en Zanzíbar, en Massawa (Etiopía) y en Madrás y Vishakhapatnam (India).
Pasó ya la época en que los Estados Unidos podían intervenir en algún problema extranjero sin ningún riesgo. En 1968 pudieron hacerlo todavía en Líbano, pero en la guerra del Oriente Medio de 1973 los soviéticos se encontraban ya lo suficientemente preparados para presentar un ultimátum a los norteamericanos. Moscú amenazó con intervenir si Washington no impedía nuevas incursiones de Israel a través del Canal de Suez. Esa intervención no fue necesaria cuando el gobierno estadounidense logró persuadir a los israelíes.
Por supuesto, los Estados Unidos tienen 13 portaaviones en servicio, dos de ellos nucleares, pero la superioridad de los proyectiles soviéticos de superficie a superficie respecto a cualquier otro comparable de que disponga el Occidente, ya nadie la pone en duda, ni menos los especialistas de la OTAN. Se asegura que el sistema de proyectiles SSN-13 ha sido instalado en los submarinos soviéticos de la clase Golf, con alcance de 600 kilómetros y velocidad de 4 Mach; ese sistema tiene precisamente el propósito de neutralizar a los portaaviones enemigos.
Durante la primera etapa de las pláticas de limitación de armas estratégicas (SALT) los norteamericanos accedieron a que los rusos tuvieran 62 submarinos mientras ellos mismos se limitaron a 44. Se aceptó este desequilibrio porque en aquel entonces sólo los Estados Unidos tenían cohetes con misiles múltiples (MIRV) y porque creían que los rusos no podrían lograr los adelantos tecnológicos necesarios para construir sus propios misiles. Entre tanto los norteamericanos cuentan con sólo 41 submarinos, mientras que los rusos, contra lo estipulado en los acuerdos SALT, disponían ya de 78 al terminar 1976, y además poseen ya los misiles MIRV.
Lo que preocupa más todavía a los peritos de Occidente es el intento que hace Moscú de alcanzar a Occidente en fuerzas navales de superficie. Ya ahora los barcos soviéticos de superficie, por lo general, superan a sus equivalentes norteamericanos en armamento y velocidad. Desde 1962 los rusos pusieron en servicio un destructor armado de proyectiles (de la clase Kashin) movido por turbinas de gas; a partir de entonces han conservado su delantera en ese campo. Los modernos destructores estadounidenses de tipo tradicional pueden navegar a 31 nudos; las naves rusas comparables sobrepasaron esa velocidad ¡hace 20 años! Además, en la actualidad grandes formaciones de barcos soviéticos de superficie están impulsadas por turbinas de gas, lo que permite a esas naves ser 30 por ciento más rápidas que las movidas por máquinas diesel.
Se perfila una carrera de armamentismo naval como nunca antes la ha habido en el mundo. Los Estados Unidos se disponen a gastar 37.000 millones de dólares en los próximos cinco años en la construcción. de 111 nuevos barcos para su flota de guerra; la Unión Soviética, que sufre disminución de su índice de crecimiento, malas cosechas y endeudamiento exterior, dedica el cuatro por ciento de su producto nacional bruto a construir barcos.
¿Qué se propone la Unión Soviética con su enorme fortalecimiento? Ni aun los especialistas de la OTAN pueden decirlo. Lo único seguro es que Rusia ya no está primordialmente a la defensiva; más bien, es evidente que monta una fuerza naval ofensiva. Naturalmente, el incremento de la Marina del almirante Sergei Gorshkov no agrava necesariamente el peligro de una guerra... mientras las grandes potencias sigan preparadas a arreglar sus diferencias.
"DER SPIEGEL" (5-1-1976) Hamburgo (Alemania)